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En un condado conservador del norte de California, inmigrantes mexicanos ayudan a combatir un incendio

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Detrás de River Ridge Terrace en Redding, donde el monstruoso incendio de Carr había destruido numerosas viviendas, un equipo de 20 hombres utilizaba palas para amontonar la tierra carbonizada.

Bajo el sol abrasador, el tintineo del metal se detuvo cuando uno de los hombres vio el humo que se levantaba del suelo. “¡Humo!”, gritó en español.

Desde lejos, la operación de limpieza era un trabajo típico de extinción de incendios, con una excepción: la realizaban en su mayoría inmigrantes mexicanos que pasan esta temporadas recogiendo naranjas, limones y cerezas en Washington, Oregón y California.

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Cada año, miles de inmigrantes trabajan como bomberos forestales, ejerciendo el oficio en un momento en que el clima extremo está provocando incendios más grandes y más destructivos en el Oeste.

“Yo diría que durante los últimos 15 años, la población latina comenzó a involucrarse más en este tipo de trabajo”, dijo Federico Rocha, un inmigrante mexicano y jefe del equipo.

El equipo que trabaja bajo contrato, llegó hace cinco días a Redding, realizando labores de control de fuego y trabajo de limpieza, en un esfuerzo por ayudar a combatir el incendio forestal que barrió los condados de Shasta y Trinity y mató a seis personas, incluidos dos niños y dos bomberos.

El incendio ha devorado más de mil hogares y ha quemado más de 115,000 acres.

Las autoridades dijeron que más de 13,000 bomberos están actualmente de servicio, combatiendo 17 grandes incendios que han quemado más de 320,000 acres y desplazado a más de 32,000 residentes en todo el estado. Diecisiete estados han ofrecido asistencia a California durante la última semana, enviando ayuda desde lugares tan lejanos como Maine y Florida.

Las autoridades dicen que las condiciones del siniestro y la cantidad de recursos dedicados a controlar los incendios forestales pueden convertirse en la nueva norma.

Por primera vez en sus 110 años de historia, el Servicio Forestal de EE.UU. ha gastado más del 50% de su presupuesto en combatir los incendios forestales de la nación. Las temporadas de incendios también son 78 días más largas que en la década de 1970, según el Departamento de Agricultura de EE.UU.

Bajo estas condiciones, cada músculo ayuda, y los trabajadores del campo saben lo que significan los trabajos forzados.

Un informe de 2007 del American Immigration Council encontró que un número significativo de bomberos forestales eran inmigrantes, en su mayoría hombres nacidos en México.

El condado de Shasta es una región dominada por Trump. El presidente ganó el condado con el 65% de los votos. En febrero, el Condado de Shasta votó para convertirse en una zona “no santuario” para los inmigrantes que se encontraban en el país ilegalmente.

Pero para el grupo de bomberos de inmigrantes mexicanos, la política no entra en su mente. Esto no se trata de Trump o sus partidarios, o acerca de los muros fronterizos. Tiene que ver con el orgullo de proteger las casas de las personas. Rocha, un inmigrante mexicano, dijo que los residentes se han sentido agradecidos.

“Cuando la gente aprecia lo que hacemos, nos hace sentir bien”, dijo. “Incluso en las tiendas, la gente nos agradece y están felices de que estemos aquí”.

El equipo de bomberos fue entrenado y contratado por R & R Contracting, una compañía privada con sede en Salem, Oregon, y operado por uno de los familiares de Rocha. La compañía también es solo una de cientas en Oregon, contratadas por gobiernos estatales y federales para combatir los incendios forestales.

Los expertos dicen que Oregon está a la vanguardia de los estados que han creado programas de certificación para bomberos. Una gran cantidad de ellos son inmigrantes latinos.

El Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California no pudo decir de inmediato qué porcentaje de los bomberos eran inmigrantes.

Mike Mohler, subdirector de comunicaciones de Cal Fire, dijo que el departamento es bastante diverso.

“Sé que tenemos rusos y tenemos mexicanos representados en todo el estado”, dijo.

Apoyado en su pala, sudando, Juan Cisneros, un inmigrante mexicano de 46 años, dijo que era su segundo año con el equipo.

Fuera de temporada, trabaja en los campos de naranjas en Visalia, ganando dinero para ayudar a mantener a su esposa y sus cuatro hijas.

“Este trabajo es difícil y un poco peligroso”, dijo. “Pero debes hacer lo que puedas por la familia”.

Cisneros, quien es de Michoacán, dijo que el trabajo es duro debido al equipo pesado y el intenso calor.

“Puede ser agotador”, dijo, y agregó que si bien es un desafío físico, es gratificante.

“Me siento importante cuando alguien dice gracias por el trabajo que hacemos”, dijo. “Cuando caminamos entre la gente, nos dan las gracias por estar aquí y luchar contra el incendio”.

Cisneros dijo que no le gusta lo que escucha en las noticias sobre inmigrantes, pero simplemente trata de ignorarlo. Él espera que los críticos de los inmigrantes le presten atención al trabajo que él y otros hacen.

“Quiero que vean nuestras contribuciones aquí”, dijo.

Pablo Araujo, que recoge cerezas en Washington durante la temporada baja, dijo que el trabajo ha estado creciendo.

“He pasado la mayor parte de mi vida recogiendo cerezas”, dijo. “Pero ahora, no sé. Este trabajo es interesante “.

A lo largo de Quartz Hill Road, donde los hombres estaban tratando de limpiar la tierra para llegar a las raíces humeantes de un árbol, un hombre en un camión blanco pasó asomando la cabeza por la ventana.

“¡Buen trabajo chicos!”, gritó, levantando los pulgares. “¡Gracias!”

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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