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En Texas, ayuno, oraciones y enojo por los niños inmigrantes que siguen separados de sus padres

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Un juez federal en California había concedido a la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), una orden judicial preliminar que pide que todos los niños afectados por la política inmigratoria de “tolerancia cero” de la administración Trump, sean reunidos con sus padres dentro de 30 días.

El miércoles 27 de junio, defensores de la inmigración y partidarios se reunieron en un parque público, aquí en el Valle del Río Grande de Texas, para celebrar el fallo, aunque seguían preocupados por el futuro y los cientos de niños separados de sus mayores.

“La decisión de anoche es una victoria; es una victoria para los pequeños que siguen separados de sus familias”, afirmó Zenen Jaimes Pérez, director de defensa en el Proyecto de Derechos Civiles de Texas. “Estamos ansiosos por ver los detalles sobre cómo se implementará realmente este fallo, para que podamos hablar con nuestros clientes y asegurarles y darles esperanza”.

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Pérez espera que la administración Trump cumpla con la decisión y ponga fin a la deportación de familias separadas. Un cliente de Guatemala, comentó, ya había sido deportado sin su hijo. “Tenemos clientes que no han hablado con sus pequeños en más de un mes”, advirtió.

En Archer Park, en McAllen, alrededor de una docena de personas se sentaron en las gradas para escuchar. Algunos portaban letreros que decían “Inmigrantes bienvenidos aquí” y “Familia sobre las fronteras”.

En el centro de una mesa se veía una foto del líder sindical César Chávez, rompiendo su ayuno de 25 días con el senador Robert F. Kennedy, durante una misa especial a la que asistieron 6,000 personas en Delano, California, en 1968. Fue un recordatorio de una protesta más modesta organizada en días recientes por personas de todo el país para mostrar solidaridad con los inmigrantes detenidos, un ayuno de 24 horas (más temprano ese día, el Boston Globe informó que la viuda de Kennedy, Ethel Kennedy, de 90 años de edad, también planeaba ayunar).

Entre las pocas personas en Archer Park que participaron en el ayuno se encontraba Norma Hess, de 37 años, oriunda de México y madre de cinco hijos.

“Como procedente de una familia de inmigrantes, es realmente frustrante para mí saber que nuestra familia pasó por la misma lucha pero no tuvo los mismos desafíos que la generación actual de inmigrantes”, expresó Hess, quien emigró a Estados Unidos cuando tenía ocho años y ahora es ciudadana estadounidense. “Es desgarrador saber que las familias son separadas antes de que puedan luchar por una vida mejor aquí”.

La mujer relató que su familia había esperado años para obtener tarjetas de residencia, un proceso que ella y su esposo, Kevin Hess, de 45 años, consideran que lleva demasiado tiempo. “Cuando tu vida está en juego, no puedes esperar años”.

La pareja reaccionó de manera diferente al anuncio de la orden judicial dada a conocer la noche anterior. “Creo que cada movimiento que hacemos hacia adelante es una sensación de esperanza”, dijo. “Sigo siendo cautelosamente optimista porque nuestra administración todavía defiende mucho su postura, pero creo que estamos logrando diferencias positivas hablando con el corazón y manifestándonos en eventos como este”.

“Yo soy más escéptico”, admitió su esposo. “Ni siquiera saben dónde están los niños”.

Para Norma Hess, es difícil no sentirse desesperado y preocupado. “Como padre, es arduo no sentir de esa manera”, expresó. “Si alguien arrancara [a mis hijos] de mí hoy, esperaría saber de ellos, querría saber con quién están, desearía saber que están bien”.

La mujer escuchó que los padres se quejan de que les quitaron a sus hijos y los enviaron a refugios en estados lejanos. “Tienes a tus hijos aquí, en Nueva York y Minnesota; puedo entender cómo un padre se siente desamparado. Yo estaría ansiosa todo el tiempo”, dijo.

Cerca de ella había otras dos personas que se habían unido al ayuno; Leti Sánchez, de 48 años, y su ahijado Edgar Ramírez, de 11, esperaban las dos horas finales antes de que se completara la abstinencia de 24 horas; ambos bebían agua.

Sánchez había estado a punto romper su ayuno la noche anterior, cerca de las 11, cuando tomó en su mano una galleta. “Me detuve y pensé en mis oraciones”, narró. “Le había pedido a Dios que, por favor, llegue a los corazones de quienes separan a las familias, y estoy haciendo esto para que las cosas cambien”.

Entonces dejó la galleta en su sitio y fue a jugar a la lotería. Esta mañana se enteró de la medida cautelar. “Sentí que Dios nos estaba escuchando”, afirmó Sánchez. “¿Cuál es el viejo dicho? Si tres personas dicen su nombre, entonces es un movimiento”.

Después de beber agua, Edgar dijo que quería ser parte del ayuno por los niños. “Es triste que estén enjaulados”, expresó.

Bertha Ozuna, de 64 años, también había estado ayunando. Cuando fue su turno de explicar por qué había elegido participar, arremetió contra el presidente Trump, en español. “Señor presidente, usted nunca ha precisado cruzar la frontera por necesidad, y debería estar agradecido a sus padres por eso”, dijo, con ira y lágrimas. “Usted es el único que está haciendo todo esto. Es el único que divide a las familias”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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