Anuncio

En la frontera de EE.UU. y México, estos miembros de milicias populares vigilan que la zona esté libre de migrantes

Share

Robert Crooks está desde antes del amanecer sobre una colina a la que llama “Patriot Point”, con un walkie-talkie en la mano y una pistola semiautomática cargada en su cadera derecha.

Para protegerse, usa un chaleco acolchado con revistas de National Geographic, incluida una que homenajea a los grandes tiburones blancos.

Justo frente a él hay un muro fronterizo hecho de plataformas de aterrizaje de acero que quedaron de la guerra de Vietnam. A pocos cientos de pies de la frontera con México, Crooks explora el paisaje en busca de cualquier señal de un inmigrante que intente cruzar a Estados Unidos.

Residente de Las Vegas, Crooks encabeza a los Mountain Minutemen. Junto con otros miembros de la milicia en Texas, su grupo se ha preparado mientras miles de migrantes de América Central avanzan constantemente hacia la frontera estadounidense para solicitar asilo.

Anuncio

El viernes 16 de noviemre, el mandatario dijo que la caravana era una “gran estafa”. En octubre, tuiteó que “matones muy malos” y pandilleros estaban entre los migrantes. “¡Esta es una invasión a nuestro país, y nuestro Ejército la está esperando!”, proclamó el presidente.

A lo largo de la frontera suroeste, se han desplegado casi 6,000 soldados, de los cuales 1,500 se encuentran en California. Según el secretario de Defensa, James N. Mattis, las tropas permanecerán en la frontera hasta principios de diciembre, a menos que el Departamento de Seguridad Nacional solicite una extensión.

Crooks, un pescador comercial retirado, de 68 años, quien lleva un sombrero camuflado de Trump, dijo que la presencia militar no es suficiente y que se debería cerrar toda la frontera. “Esta es una emergencia nacional”, aseguró.

Los migrantes centroamericanos han relatado los actos de bondad de los mexicanos a lo largo de su viaje hacia el norte. En Tijuana, sin embargo, se toparon con mala predisposición entre algunos mexicanos, no muy diferente a la expresada por Crooks. Ellos también hablan de una invasión.

Antonio Cimota, de 36 años, lidera uno de los grupos que protestan contra los migrantes en Tijuana, a pesar de tener padres que desafiaron a los oficiales de la frontera cuando ingresaron a México: cruzó ilegalmente a Estados Unidos cuando era niño y vivió aquí antes de regresar a México, hace siete años. Cimota entiende las circunstancias que llevan a las personas a huir de su país, pero afirmó: “Como presidente de Estados Unidos, Trump tiene todo el derecho de proteger sus fronteras. Así como deberíamos estar protegiendo las nuestras”.

Crooks también comprende por qué algunos residentes de Tijuana han reaccionado con hostilidad hacia los migrantes centroamericanos. “Esa es su ciudad, su comunidad”, dijo. “Creo que veremos el levantamiento de un movimiento nacionalista en México”.

El lunes 19 de noviembre, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos cerró temporalmente los carriles hacia el norte en el Puerto de Entrada de San Ysidro, que une San Diego y Tijuana, por la preocupación de que algunos migrantes intentaran cruzar ilegalmente la frontera.

El gobierno de Trump advirtió que los solicitantes enfrentarán largas esperas en detención y tendrán pocas posibilidades de obtener la residencia legal. A principios de noviembre, la administración introdujo medidas para negar el asilo a cualquier persona que ingrese sin autorización al país.

El viernes 16, los defensores instaron a los migrantes a pensar más allá de EE.UU. y considerar mudarse a Canadá o Europa, o incluso permanecer en México.

Teniendo en cuenta las significativas filas en los puntos de entrada de la frontera, Crooks no espera que permanezcan en Tijuana por mucho tiempo.

En cambio, cree que se verán obligados a ir hacia el este para escapar de las autoridades federales. Hay huecos en el muro fronterizo cerca de la pequeña ciudad de Campo, y para él y otros miembros de su milicia es probable que los migrantes intenten cruzar por allí. El viernes, dijo, vio a los agentes fronterizos detener a cuatro inmigrantes.

Por ello, durante las últimas dos semanas, él y un puñado de compañeros han acampado fuera de sus vehículos. Su camioneta Ford F-250 blanca tiene el nombre “MINUTE MAN” estampado en las puertas, con letras negras. Se consideran a sí mismos una vigilancia inteligente de la comunidad.

Más al este, Harry Hughes, de 55 años, de la milicia U.S. Border Guard en Arizona, no anticipa que los migrantes de las caravanas intenten cruzar la frontera 65 millas al sur de su hogar. El terreno en ese tramo rural del desierto es particularmente áspero, advirtió.

Shannon McGauley, de 54 años de edad, lidera a los Texas Minutemen. El agente de fianzas de los suburbios de Dallas abandonó la frontera el lunes, después de tres semanas. Según comentó, una docena de miembros de su grupo habían patrullado un área al este de McAllen, Texas, y afirmaron tener 100 voluntarios en espera. Él planea volver la próxima semana.

McGauley cree que la atención en Tijuana es sólo una distracción y que los migrantes pronto comenzarán a querer cruzar la frontera en Texas. “Realmente no queremos estar todos juntos hasta que estemos seguros de cuándo llegará la caravana”, dijo.

La presencia de milicias no está respaldada por el Departamento de Defensa, según documentos de planificación obtenidos por Newsweek.

Los oficiales de inteligencia estimaron que 200 “miembros de milicias armadas no reguladas” operaban a lo largo de la frontera suroeste a principios de noviembre. También informaron incidentes de milicias no reguladas que robaron equipamiento de la Guardia Nacional durante los despliegues.

“Funcionan bajo el disfraz de patrullas ciudadanas” que apoyan la protección de Aduanas y Fronteras, principalmente entre los puntos de entrada, según los documentos obtenidos por la publicación.

Una bandera estadounidense ondea sobre un alto mástil en la colina donde Crooks vigila. Justo debajo está la bandera de Gonzáles, llamada así por la primera batalla de la Revolución de Texas contra el gobierno mexicano. La bandera es blanca, con la imagen de una estrella negra, un cañón y las palabras: Come and take it (Ven y tómala).

Los Minutemen tienen apodos para cada uno y hablan en código. Crooks es conocido como “Perrito” por la forma en que mantiene el rastro de los migrantes hasta que los agentes de la frontera llegan para detenerlos. Sus compañeros no quisieron ser entrevistados, por temor a perder sus empleos regulares.

Varios hombres se posicionaron en la cima de otras lomas, en el radio de una milla sobre el cual patrullan. Han bautizado las colinas como Donut Hole, Zoners y Couch Trail.

De repente, entra una llamada al walkie-talkie de Crooks:

“Perrito, aquí Comadreja ¿me copias?”

“Hey, Comadreja, ¿qué está pasando?”

“Un Omaha viene en dirección a ti. Puedo verlo”.

Un helicóptero negro de la Patrulla Fronteriza vuela sobre ellos. Crooks se lleva la mano a la sien, y saluda.

“La Patrulla Fronteriza hace un trabajo fantástico”, aseguró. “Simplemente no hay suficiente de ellos. Nos están dando una paliza”.

Crooks cree que los migrantes no deben rechazar la oferta de refugio del gobierno mexicano. Miembro de los Minutemen desde 2005, Crooks insiste en que le han disparado, lo han atacado e incluso envenenado mientras protegía a su país de las personas a quienes llama “cucarachas”.

“Esa es la semilla del mal”, dijo, mirando al otro lado de la frontera. “He escuchado gritos que hielan la sangre desde allí. Heroína, cocaína, cuerpos, esclavitud infantil, trata de personas. Y ha sido así durante mucho tiempo”.

Crooks relató que su esposa lo quiere en casa para el Día de Acción de Gracias pero que, si la actividad aumenta, no se irá. Y, si lo hace, volverá aquí enseguida.

Patrick McDonnell, periodista de planta del Times en Tijuana, contribuyó con este artículo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

Anuncio