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¿Emocionado por la gran participación en las elecciones de mitad de periodo de 2018? No lo esté tanto

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Nuestra democracia acaba de lograr un hecho histórico: el 49.4% de votantes que acudieron a las urnas en noviembre, fue el número más alto en cualquier elección de mitad de período en un siglo.

Pero una vez que terminemos de darnos una palmadita en la espalda, debemos mirar los números nuevamente para hacer un balance de lo que falta: la mitad de los votantes elegibles en Estados Unidos no participaron.

Nunca veremos una participación del 100% . Pero cuando la mitad del electorado se abstiene, elegimos funcionarios que no necesariamente representan la opinión de la mayoría. No podemos “sacar a los malos” si no votamos.

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En general, las elecciones fueron bastante crudas. ¿El presidente Trump seguirá gobernando con poco control sobre sus acciones? ¿EE.UU. salvará la cobertura de salud para condiciones preexistentes? ¿Dejará de encarcelar a los migrantes que buscan asilo? ¿Tomará medidas contra el cambio climático o la violencia con armas de fuego?

Más de la mitad de los votantes elegibles no emitieron una opinión.

En California, donde el registro en el mismo día de la elección facilita la emisión del voto, los electores estaban evaluando los costos de la vivienda, la infraestructura de agua, la gubernatura y los representantes al Congreso. Aún así, de los 25.6 millones de californianos elegibles para votar, alrededor de 13 millones se ausentaron.

Texas tuvo una superestrella demócrata en ciernes desafiando a un ex candidato presidencial del Partido Republicano en una elección para el senado con un costó de $90 millones.

Los esfuerzos de divulgación fueron titánicos. La campaña de Beto O’Rourke tocó casi 2 millones de puertas e hizo más de 8.5 millones de llamadas telefónicas a votantes potenciales.

O’Rourke le dijo a Rolling Stone, “lo que estamos haciendo es el registro de base más grande, y el contacto, la conversación y un llamado a la participación que no se había visto nunca en el estado de Texas”. Y, sin embargo, con un 46.1% de participación, casi 10 millones de texanos elegibles no votaron.

En Florida, donde las contiendas para gobernador y senador fueron tan cerradas que terminaron en un recuento, la participación fue mayor: 54.3%. Aún así, 6.9 millones de votantes se abstuvieron.

Las organizaciones Smarting from 2016, Rock the Vote, Vote.org, y otras sin fines de lucro junto a PAC, utilizaron textos, redes sociales, campañas inteligentes y asociaciones para difundir información sobre cómo registrarse y votar.

Las celebridades amplificaron el mensaje a los jóvenes. Taylor Swift tomó una posición en las redes sociales. Rihanna escribió en Instagram: “¿Quién está despierto esta mañana? Y quien ha despertado ¡Porque hoy es un día extremadamente crucial para el futuro de América! Hoy es el último día en 14 estados para REGISTRARSE PARA VOTAR ...”. La votación se volvió ‘cool’, pero dos tercios de esos posibles votantes de 18 a 29 años no atendieron la llamada.

El aumento de la participación entre los jóvenes es un enigma: la investigación muestra que las personas contactadas directamente por los candidatos u otras campañas de divulgación tienen más probabilidades de votar, pero las campañas centran sus esfuerzos en los votantes probables, no en los novatos. Dos tercios de este grupo de edad nunca fueron contactados, según investigadores de la Universidad de Tufts.

La difusión a la comunidad latina fue un poco mejor. El Comité de Campaña del Congreso Demócrata gastó $ 30 millones en llegar a los votantes latinos en este ciclo. Voto Latino y otros grupos ayudaron a registrar votantes.

Univision, la mayor compañía de medios que atiende a la audiencia de habla hispana en Estados Unidos, lanzó Vota Conmigo (Vote With Me).

Las cifras de la votación temprana mostraron que la participación de los votantes latinos aumentó un 174% en comparación con la elección de medio periodo de 2014, según el DCCC. En 2018, una cuarta parte de esos votantes dijeron que estaban participando por primera vez en la elección también conocida como ‘midterms’.

Es un paso

No tiene sentido simplemente culpar a los ciudadanos apáticos. En una encuesta del Centro de Investigación Pew un mes antes de esta elección, el 91% de los encuestados dijo que la votación era importante.

Al mismo tiempo, solo el 73% dijo que era conveniente y el 70% dijo que era simple. Y por supuesto, esas preocupaciones se desarrollaron en todo el país.

Algunos estados no permiten la votación anticipada. Los precintos se cerraron en algunas áreas urbanas, temprano, se quedaron sin boletas o hicieron pasar a los votantes un momento difícil cuando sus firmas no coincidían exactamente. Las máquinas estaban dañadas. Los tiempos de espera podían durar horas. Algunos votantes potenciales estaban mal informados o confundidos sobre los requisitos de identificación.

Hay más trabajo por hacer para que la votación sea más accesible. Los estados con mayor participación incluyeron dos que predominantemente votan por correo: Colorado (61.9%) y Oregón (61.3%), por lo que la conveniencia ciertamente marca la diferencia.

Pero incluso en la perenne gran participación de Minnesota (64.3% este 2018), 1.4 millones de personas de los 4 millones elegibles, no votaron.

Estados Unidos ha profesado durante mucho tiempo los méritos de la democracia en todo el mundo, pero tenemos que hacerlo mejor nosotros mismos.

En verdad, deberíamos aspirar a estar entre los mejores en la participación electoral entre los países desarrollados. Bélgica obtuvo un 90% de participación en sus últimas elecciones (pero la votación allí es obligatoria). Suecia (donde la votación es opcional) tuvo una participación del 87% este 2018.

Por supuesto, esos países son mucho, mucho más pequeños que Estados Unidos, y sus poblaciones son más homogéneas. Pero tener un 80% o más de votantes elegibles para emitir un voto es un objetivo razonable para nosotros.

Para que EE.UU. merezca un trofeo de la Democracia, y no solo al que más ha mejorado, debemos apuntar más alto. Sí, más de 116 millones votaron, pero casi 120 millones no lo hicieron.

Amy Eskind es escritora independiente en Washington, D.C.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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