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El viaje a Juárez: la ciudad no es como la pintan

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Alejandra Villordo De La Cruz los ve todos los días. No son residentes o de la zona de Ciudad Juárez, pero a todos los reconoce por su semblante.

“Se les ve realmente la cara de angustia, de miedo, de susto, de incertidumbre total porque no saben a lo que vienen”.

Alejandra es comerciante en el antiguo mercado en el centro de la cuidad.

“Aquí es como el último pasito, la antesala a Estados Unidos para la gente que viene a arreglar sus papeles”.

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Ciudad Juárez no es un destino turístico, pero la “visitan” forzosamente miles de inmigrantes por asuntos migratorios con la embajada estadounidense.

“Los abogados dicen, no platiques con nadie, no escuches a nadie”, cuenta José Guadalupe Hidalgo, quien pisó tierras mexicanas después de vivir 17 años en Indiana para solicitar su residencia permanente.

El temor no es para menos. Los feminicidios, la violencia y el tráfico de drogas se han encargado de crearle fama a esta ciudad fronteriza donde viven cerca de un millón y medio de habitantes.

De hecho, es considerada la quinta ciudad más violenta en el mundo, según datos de la organización civil Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal.

Víctor López llegó de Nueva York para su trámite y dice que en un par de días se dió cuenta que el que nada debe, nada teme.

“Ya cuando uno viene aquí y vive esa experiencia uno mismo, se da cuenta que todo lo que la gente dice es todo lo contrario”, aseguró Víctor. Las advertencias sobre el peligro, dice, le preocuparon en su momento, pero asegura haber vivido una experiencia maravillosa en Juárez.

Para los Juarenses el ir y venir de la vida los aleja del amarillismo y suelen disfrutar de su ciudad, pese a la mala fama. Celso Rodríguez y su grupo de amigos se dan cita frente a la catedral todos los días.

“Yo tengo 22 años viviendo aquí en Ciudad Juárez, pues es como París, nada más que nos falta la torre Eiffel”, dijo entre risas.

“Nosotros venimos como si estuviéramos solos en una isla, agarramos un coco, una piña, aquí no hay cuestión de violencia”, refiriéndose a las citas vespertinas con sus amigos para ponerse al día de todos los acontecimientos.

Francisco Javier Quezada es taxista y en 20 años dice que ha visto de todo.

“…Muchos matrimonios que les niegan la mica y pues se derrumban. Ya cada quien agarra su rumbo porque cuando los castigan diez años, imagínese diez años”, relata sobre las muchas conversaciones que sostiene con su clientela.

Francisco pertenece a un grupo de taxistas que se dedican únicamente a la zona del consulado, el cual está rodeado por una zona hotelera y comercial, además de servicios consulares y con todo al alcance, para brindar seguridad a los visitantes.

La espera promedio en Juárez para el trámite consular es de dos semanas, sólo basta un par de días para perder el miedo y desprenderse del cuarto de hotel. Es entonces que muchos se refugian en el Tour por Juárez, el recorrido de 4 horas donde las preocupaciones y el miedo se desvanecen a medida que se entonan las canciones de Juan Gabriel, la historia del burrito y se visitan los puntos icónicos de la ciudad.

“Sonrían muchachos que la vamos a pasar bien”, apunta Alexa, guía del tour.

Una vez cae la noche, la parte de la ciudad donde está el consulado se convierte en una ciudad fantasma. Pero a pasos de la misión diplomática, en el Hotel Mesaluna, cobra vida el “comedor de la esperanza”. Ahí se reúnen los mejores “abogados” de inmigración. Aquellos que ya pasaron por los trámites aconsejan a los demás, desde a qué hora es bueno llegar, hasta como vestirse y comportarse durante la entrevista.

“Usted arréglese como si fuera a una fiesta, porque la primera impresión es la que cuenta”, se escucha decir en una acalorada conversación. Otros aconsejan que la fe es la mejor aliada cuando se está frente al agente de inmigración y lo mejor es “dejarle todo al de allá arriba”.

Si bien los Juarenses están conscientes de que la mayoría de sus visitantes llegan por necesidad y no por gusto, piden que se den una oportunidad de conocerlo.

Para ellos, “Juárez es bello, Juárez es lindo”.

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