Anuncio

El terremoto de Anchorage fue grande, aunque podría haber sido peor. ¿Por qué L.A. debería tomar nota?

Share

Los edificios se agrietaron. Las carreteras se derrumbaron. Hubo heridos por la caída de escombros. Pero a pesar de toda la ferocidad del terremoto de magnitud 7.0 que azotó el área de Anchorage, el pasado 30 de noviembre, no causó el daño catastrófico ni la pérdida de vidas que generaron terremotos más pequeños en todo el mundo, incluida California.

El terremoto de Alaska del viernes 30 fue, en realidad, más grande que el de Loma Prieta, en 1989, y el de Northridge, en 1994, cada uno de los cuales mató a más de 50 personas y causó daños por miles de millones de dólares.

¿Cuál fue la diferencia?

Anuncio

Los expertos enfatizaron que todavía están estudiando el sismo de Anchorage, pero adelantaron que varios factores lo hicieron menos destructivo que otros.

Aunque de mayor magnitud, la intensidad del sismo de Alaska fue menos severa que el de Loma Prieta, en 1989 y el de Northridge, en 1994 (U.S. Geological Survey)

Por un lado, el terremoto no se centró directamente debajo de Anchorage. El epicentro fue a unas ocho millas y media de distancia, detalló Jonathan Tytell, un geofísico del Servicio Geológico de Estados Unidos.

Aunque es bastante cercano, no tiene el mismo efecto que si hubiera ocurrido directamente debajo de la ciudad.

El sismo también fue bastante profundo, 25 millas por debajo de la superficie, lo cual también resultó en menos temblores en la superficie, agregó Joann Stock, profesora de geología y geofísica en Caltech.

El terremoto de Northridge, de magnitud 6.7, golpeó directamente debajo del suburbano Valle de San Fernando y fue mucho más superficial —a solo 11 millas bajo tierra— que el de Anchorage, por lo cual una mayor cantidad de energía sacudida llegó a la superficie y causó más daños.

“Los terremotos son complejos”, indicó Heidi Tremayne, directora del Earthquake Engineering Research Institute. “Cada uno tiene su impronta”.

¿Y qué hay de la infraestructura?

Gran parte del daño estructural visto en Anchorage fue resultado de la licuefacción que ocurre cuando los sedimentos y el agua se agitan juntos y actúan como arenas movedizas.

Anchorage es una ciudad más nueva, con menos edificios antiguos con posibilidades de colapsar, explicó Tremayne. Los códigos de construcción para edificaciones más nuevas están diseñados para permitir que los edificios soporten fácilmente los rangos de intensidad de sacudidas observados en el terremoto de Anchorage, dijo.

El gran terremoto de Alaska, de 1964 —un monstruo de magnitud 9.2 que azotó toda la costa oeste con temblores y tsunamis—, dañó significativamente muchos edificios, por lo cual quedan pocas de las estructuras más antiguas de Anchorage en pie, prosiguió Tremayne. Ese no es el caso en muchas otras ciudades.

En California, por ejemplo, un análisis de Los Angeles Times detectó que cientos de viejos edificios de ladrillo en el Inland Empire fueron marcados como peligrosos pero no han sido mejorados, a pesar de décadas de advertencias.

En toda California, hay otros tipos de edificios vulnerables, como apartamentos con estacionamiento en la planta baja, casas antiguas levantadas unos escalones por sobre el nivel del suelo y edificios endebles de acero y concreto.

A diferencia de Anchorage, muchas ciudades de California no han sido sacudidas por lo que los científicos consideran un gran sismo en la era moderna. El último terremoto extremadamente grande fue en San Francisco en 1906, con una magnitud estimada de 7.9. El último en el sur de California fue en 1857, también con una magnitud estimada de 7.9, que increíblemente corrió la falla de San Andrés 185 millas entre el condado de Monterrey y las montañas de San Gabriel, cerca de Los Ángeles.

El temblor de Alaska de 1964, el segundo más grande en el registro moderno, produjo 1,995 veces más energía que el ocurrido este 30 de noviembre. Duró cuatro minutos y medio y, junto con sus tsunamis, mató a más de 120 personas. Se sintió hasta en Seattle, donde los testigos afirmaron que la histórica torre Space Needle se tambaleó.

Un estudio posterior del Servicio Geológico de Estados Unidos descubrió que un área de 185,000 millas cuadradas se vio perturbada. Hubo áreas que cayeron hasta ocho pies y otras se elevaron 38 pies.

Los percebes unidos a rocas que solían estar a dos pies bajo el agua, quedaron repentinamente al aire libre. Una porción del centro de Anchorage se hundió. Los derrumbes submarinos en los fiordos de Alaska causaron tsunamis a pocos minutos de la sacudida. Tres enormes olas se elevaron en Whittier desde Prince William Sound, en tres minutos. Chenega, al sur, perdió a 23 personas, un tercio de su población. Al norte, en Valdez, 30 individuos murieron cuando el puerto y los muelles se derrumbaron. Once personas fallecieron a causa de un tsunami que azotó Crescent City, California.

¿Cuál es la moraleja para California?

California tiene una larga historia de grandes terremotos, y los expertos afirman que la destrucción de Anchorage debería ser otra advertencia para estar preparados.

Un sismo de tamaño similar alrededor del centro de L.A. sería mucho más destructivo, porque los edificios son más antiguos y la zona está mucho más densamente poblada.

“En el área de Los Ángeles hay una variedad mucho más amplia de infraestructura en toda la ciudad”, consideró Tytell.”En Alaska, las cosas son un poco más rurales, están un poco más dispersas. Pero, no lo duden, allí hay una ciudad”.

Aparte de la poderosa falla de San Andrés, el sur de California está surcado con fallas más pequeñas que presentan peligros mayores, incluida la de Newport-Inglewood, que produjo el terremoto de 1933 en Long Beach, y la de Hollywood, que atraviesa el corazón de Los Ángeles.

Otra gran preocupación es la falla de cabalgamiento de Puente Hills, que se extiende desde cerca de Whittier hasta el centro de L.A., la USC y el Dodger Stadium, antes de virar al oeste, hacia Beverly Hills.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

Anuncio