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¿El presidente más transparente de todos? ni remotamente

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Al presidente Trump no le gusta someterse a la supervisión del Congreso.

Su respuesta a las citaciones y otras solicitudes de los demócratas se reduce a una sola palabra: No.

El Departamento de Justicia se ha negado a entregar al Congreso una copia no editada del informe del fiscal especial, Robert S. Mueller III, sobre la interferencia de Rusia en la campaña de 2016. Trump se ha negado a permitir que su ex abogado de la Casa Blanca, Don McGahn, les cuente a los legisladores lo que le dijo a Mueller, a pesar de que ya está en el informe.

El fiscal general, William Barr, dice que puede negarse a comparecer ante el Comité Judicial de la Cámara este jueves si tiene que responder a las preguntas de los abogados del personal.

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El Departamento del Tesoro no ha cumplido con una solicitud del Comité de Formas y Medios de la Cámara de Representantes de los seis años de las declaraciones de impuestos de Trump, a pesar de que el código tributario establece que el IRS “proporcionará” cualquier solicitud del comité.

Trump demandó al congresista, Elijah E. Cummings (D-Md), presidente del Comité de Supervisión y Reforma de la Cámara de Representantes, para bloquear una citación con la que obtendrían información financiera sobre sus negocios. El pasado lunes, también presentó una demanda para impedir que Deutsche Bank AG y Capital One Financial Corp. cumplan con las citaciones del Congreso dirigidas a sus registros bancarios.

Y le ordenó a un ex asesor que se negara a declarar si él (Trump) anuló a los funcionarios de inteligencia y a los principales ayudantes de la Casa Blanca y ordenó una autorización para tener acceso a información de alta seguridad para Jared Kushner, su yerno.

“Estamos luchando contra todas las citaciones”, explicó Trump la semana pasada. “Ellos no son personas imparciales. Los demócratas están tratando de ganar el 2020”.

“He sido, con mucho, el presidente y la administración más transparente en la historia de nuestro país”, agregó, una aseveración extraña en estas circunstancias.

El presidente no dijo que impugnaría citaciones específicas que considera excesivas o injustas. Dijo que los estaba combatiendo a todos, aparentemente porque venían de la parte opuesta. No es así como se supone que funciona el equilibrio de poderes entre el presidente y el Congreso.

El argumento sería ridículo si no fuera tan peligroso. Trump está llevando al país hacia una crisis constitucional. Eso no es transparencia, en todo caso, es una guerra contra la transparencia, una cruzada contra la rendición de cuentas.

Por supuesto, los presidentes de los comités demócratas no son imparciales. Tampoco fueron los republicanos a quienes reemplazaron después de las elecciones de mitad de período en noviembre pasado.

Pero así es como funciona la Constitución. La Corte Suprema ha sostenido durante mucho tiempo que el Congreso tiene el “poder de investigación”, sin importar qué partido esté en el poder.

El argumento de Trump es tan endeble que algunos abogados creen que simplemente quiere molestar a los demócratas en un litigio hasta el día de las elecciones, para lo que faltan 18 meses. O, según sugieren algunos, tal vez busque incitar a los demócratas de la Cámara a que lo acusen, sabiendo que el proceso morirá en el Senado y que posiblemente aumentará sus posibilidades el próximo año.

Pero incluso si se trata sólo de una treta legal, los esfuerzos de Trump para sofocar la supervisión del Congreso son parte de un esfuerzo mucho más amplio por parte de su administración para evitar el escrutinio y la responsabilidad independientes.

La Administración Trump ha ocultado metódicamente información al Congreso, los medios de comunicación y el público. Hay menos reuniones informativas, menos revelaciones de rutina de las agencias gubernamentales, menos comunicados en virtud de la Ley de Libertad de Información.

Su Casa Blanca eliminó sus registros de visitantes de la vista del público, por lo que los ciudadanos no pueden saber cuándo entran los cabilderos por la puerta. Los jefes de sus agencias reguladoras han sido atrapados, una y otra vez, ocultando sus reuniones con magnates corporativos.

Trump detuvo la denuncia de ataques con aviones no tripulados de la CIA contra presuntos terroristas. El Pentágono dejó de reportar cuántas armas nucleares tiene Estados Unidos.

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, ha realizado sólo dos reuniones informativas este año; algo que alguna vez fue cotidiano. Los Departamentos de Estado y de Defensa casi han renunciado a sesiones informativas periódicas sobre política exterior, operaciones militares en todo el mundo y el gasto de cientos de miles de millones de dólares de los contribuyentes.

Los reporteros todavía buscan información, pero sus solicitudes a menudo son ignoradas. (revise la frase “la Casa Blanca no respondió” en Google y verá a lo que me refiero).

Trump habla directamente con los reporteros más a menudo que los presidentes anteriores, pero generalmente en sesiones breves e improvisadas que puede interrumpir a voluntad. Y él transmite sus pensamientos en Twitter, sin restricciones por los hechos.

Pero la verborrea no es lo mismo que la transparencia. Los comentarios de Trump a los reporteros son en su mayoría un monólogo, una manera conveniente de que el presidente se exprese, no una oportunidad para un interrogatorio más amplio.

Nada de esto es nuevo, Trump comenzó su campaña de 2016 alegando falsamente que no podía divulgar sus declaraciones de impuestos porque estaba bajo una auditoría. Ninguna regla le prohíbe publicarlas, habiendo sido auditadas o no.

Antes de su toma de posesión, dijo que estaba entregando el control de su negocio a sus hijos, pero se negó a liberar los acuerdos de confianza que rigen el convenio.

En sus primeros dos años en el cargo, un Congreso obediente, liderado por republicanos en ambas cámaras, hizo poco para que rindiera cuentas. Ahora que los demócratas están tratando de hacer precisamente eso, él está haciendo todo lo posible para protegerse a sí mismo: obstruyendo, entablando demandas y tratando de reescribir las reglas.

¿El presidente más transparente de la historia? No está ni siquiera cerca.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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