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El mundo nunca ha sufrido un huracán de Categoría 6, pero ese día podría estar cerca

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Mientras un feroz huracán azota el sur de Florida, los funcionarios del agua rebajan desesperadamente los canales en anticipación a los cuatro pies de lluvia.

A toda la población al este de Dixie Highway se le ordenó evacuar, por temor a una amenazante marejada ciclónica.

Los meteorólogos debaten si la tormenta generará los vientos de 200 mph necesarios para alcanzar la Categoría 6.

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Este es el escenario para los huracanes en un mundo más cálido, un tema de malvada complejidad e investigación científica considerable, mientras los expertos tratan de desentrañar los efectos del cambio climático de las influencias de los ciclos naturales.

Algunos cambios -como la desaceleración del movimiento de avance de los huracanes y el empeoramiento de las marejadas debido al aumento del nivel del mar -están sucediendo actualmente. Es posible que otros impactos, como el aumento de su fuerza, ya hayan comenzado, pero son difíciles de detectar, teniendo en cuenta todas las otras fuerzas climáticas que operan.

Sin embargo, hay una mayor certeza en los últimos años. Entre las conclusiones, se sabe que los huracanes serán más húmedos. Es probable que se muevan más despacio, deteniéndose en cualquier área que atraviesen. Y aunque existe un debate sobre si habrá más o menos de ellos, la mayoría de los investigadores creen que serán más fuertes.

“Existe un acuerdo casi unánime de que los huracanes producirán más lluvia en un clima más cálido”, aseguró Adam Sobel, profesor de física aplicada en la Universidad de Columbia y director de la Iniciativa sobre Tiempo y Clima Extremo, de la entidad educativa.

“Existe un acuerdo de que habrá un mayor riesgo de inundación costera, como mínimo debido al aumento del nivel del mar. La mayoría de las personas cree que los huracanes serán, en promedio, más fuertes. Hay más debate sobre si ya podemos detectar eso”.

Nadie sabe qué tan fuertes podrían ser, alimentados por agua oceánica más cálida. Timothy Hall, científico principal del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, señaló que las velocidades máximas del viento, de hasta 230 mph, podrían ocurrir antes de fin de siglo si las tendencias actuales de calentamiento global continúan. Esa sería la fuerza de un tornado F-4, que puede levantar automóviles y lanzarlos por el aire (aunque los tornados, debido a sus rápidos cambios de dirección del viento, se consideran más destructivos).

¿Significa eso que la gama de cinco categorías de huracanes debería expandirse para incluir una sexta posición e incluso una séptima?

La escala de viento de huracanes Saffir-Simpson, desarrollada a principios de la década de 1970, clasifica a los huracanes desde la Categoría 1 -vientos de 74-95 mph- a Categoría 5 -de 157 mph o más-.

Como cada categoría abarca un rango de velocidades, una vez que el viento alcance los 190 o 200 mph el patrón puede requerir otra categoría. La temporada pasada hubo dos huracanes de Categoría 5, Irma y María; el primero de ellos llegó a los 180 mph. Y en 2015, frente a la costa del Pacífico de México, el huracán Patricia logró una extraña velocidad sostenida del viento, de 215 mph.

“Si tuviéramos el doble de eventos de Categoría 5 -en algún momento, varias décadas después-, si esa parece ser la nueva norma, entonces sí, deberíamos contar con más particiones en la parte superior de la escala”, consideró Hall. “En ese punto, una Categoría 6 sería una medida razonable”.

Muchos científicos y pronosticadores no están particularmente interesados en las categorías, ya que estas capturan solo la velocidad del viento y no los otros peligros que representan los huracanes.

“Hemos tratado de dirigir el enfoque hacia los peligros individuales, que incluyen mareas de tempestad, viento, lluvia, tornados y corrientes de resaca, en lugar de la categoría particular de la tormenta, que solo proporciona información sobre el peligro del viento”, señaló Dennis Feltgen, portavoz del Centro Nacional de Huracanes. “La Categoría 5 en la escala de Saffir-Simpson ya captura el ‘daño catastrófico’ del viento, por lo cual no está claro si se necesitaría otro rango, incluso si las tormentas comenzaran a ser más fuertes”.

Entre las predicciones más sólidas se estima que las tormentas se moverán más lentamente. De hecho, esto ya ha sucedido. Un nuevo estudio en la revista Nature detectó que los ciclones tropicales han disminuido su velocidad de avance en un 10% desde 1949, y muchos científicos esperan que esta tendencia continúe.

Esto no significa que los vientos de un huracán se desacelerarán, sino que es más probable que el huracán permanezca en un área, como ocurrió con Harvey en 2017. Este se estableció en la zona de Houston e hizo caer más de cuatro pies de lluvia en algunas áreas, inundando miles de casas.

Además de moverse más despacio, se espera que los futuros huracanes contengan mucha más lluvia. Un estudio realizado por científicos en el Centro Nacional de Investigación Atmosférica, en 2018, analizó cómo 20 huracanes en el Atlántico cambiarían si ocurrieran a fines de siglo, considerando la proyección promedio del calentamiento global. El aire caliente puede contener más agua que el frío, por lo cual nadie se queja de la humedad cuando está fresco. El estudio encontró que los huracanes generarían un promedio de un 24% más de lluvia, un aumento que garantiza tormentas con inundaciones catastróficas.

La producción de cantidades espeluznantes de lluvia muestra otra forma en la cual Harvey es una ventana hacia el futuro. Un estudio, que analizó la cantidad de agua que Harvey habría producido si se hubiera formado en la década de 1950, descubrió que el calentamiento global había incrementado su precipitación hasta en un 38%.

Otros científicos ven a Harvey menos como un síntoma del cambio climático que como una indicación de lo que podemos esperar en el futuro.

“Ya sea que hablemos de un cambio en la cantidad de tormentas o un aumento en los fenómenos más intensos, los cambios que probablemente provengan del calentamiento global seguramente no serán detectables hasta dentro de 50 años”, expuso Brian Soden, profesor de ciencias atmosféricas en la Escuela Rosenstiel de Ciencias Marinas y Atmosféricas de la Universidad de Miami.

El agua cálida del océano proporciona el combustible para los huracanes, pero un mundo más caliente no necesariamente generaría más episodios de ellos. Si bien muchos científicos durante un buen tiempo pensaron que un aumento de las temperaturas produciría más tormentas, finalmente comenzaron a centrarse en factores que podrían reprimir la formación de huracanes.

Muchos modelos para climas futuros muestran un aumento en la cizalladura del viento, las corrientes cruzadas de gran altura que destruyen los incipientes ciclones tropicales. Y muestran menos de la inestabilidad atmosférica necesaria para la generación de tormentas eléctricas. Pero ahora el pensamiento está volviendo hacia atrás.

“Solíamos pensar hace 20 años que en un clima más cálido habría más huracanes”, recordó Sobel, de Columbia. “Entonces, los modelos de computadora mejoraron. La mayoría de ellos comenzó a mostrar menos huracanes, no más. Nadie sabía por qué. Y algunos de los modelos empezaron a evidenciar aumentos con el calentamiento. Así que, creo, volvemos a no tenerlo claro”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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