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El funeral del presidente Bush marca el paso de la ‘Generación más grande’

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Los dignatarios y los líderes electos que ayudaron a guiar los temas mundiales durante el último medio siglo se reunieron el 5 de diciembre para celebrar la vida y el legado de George H.W. Bush, el último presidente de la llamada ‘Generación más grande’ que creció durante la Depresión y ganó la Segunda Guerra Mundial.

El funeral de Estado para el 41 presidente de Estados Unidos marca la primera vez que todos los presidentes vivos de Estados Unidos (Donald Trump, Barack Obama, George W. Bush, Bill Clinton y Jimmy Carter) se reunen desde que Trump tomó posesión en enero de 2017, luego de una amarga campaña en la que criticó a casi todos ellos.

Todas las primeras damas que viven, excepto Rosalynn Carter, asistieron al servicio a las 11 a.m. en la Catedral Nacional de Washington.

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Trump asistió al funeral, pero no se le pidió que hablara. Es el primer presidente en funciones que no participa en el programa de oradores, ya que el presidente Nixon no logró rendir tributo a Lyndon B. Johnson en 1973.

Aunque Trump criticaba a menudo al mayor de los Bush, así como a sus hijos George W. y Jeb, la familia deliberadamente evitó usar el funeral para hacer una declaración política en su contra. Trump fue excluido del servicio conmemorativo del ex senador John McCain en la misma catedral en septiembre.

Desde la muerte de Bush el 30 de noviembre, a la edad de 94 años, en su casa de Houston, Trump ha colmado de condolencias a su familia y ha ofrecido homenajes a su servicio público.

El martes 4 de diciembre por la tarde, Trump y la primera dama Melania Trump intercambiaron abrazos con la familia Bush en Blair House, la sede oficial de invitados del presidente. Trump les ha otorgado el uso de Air Force One, como se conoce al avión cuando el presidente está a bordo, para transportar el ataúd.

A pesar de esos esfuerzos, las comparaciones entre el severo nacionalismo de “America First” de Trump y el llamado de Bush por una “América más amable y gentil”, inevitablemente han dominado algunas de las noticias.

El ex presidente fue recordado por su hijo George, el presidente número 43, junto con el ex primer ministro canadiense Brian Mulroney, Alan Simpson, un ex senador de Wyoming y Jon Meacham, un historiador que escribió “Destiny and Power: The American Odyssey of George Herbert Walker Bush”.

Mulroney se hizo amigo de Bush cuando negociaron el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, uno de los muchos aspectos del legado de Bush que Trump ha criticado.

El ataúd de Bush permaneció en la Rotonda en el Capitolio de Estados Unidos desde la noche del lunes 3.

Después de una ceremonia con la llegada oficial de miembros del Congreso, las líneas se extendieron durante más de tres horas este martes, mientras los miembros del público se empujaban para rendir su respetos a un líder aristócrata conocido por su ética y decencia.

Entre los dolientes se encontraba Bob Dole, el ex rival político de Bush, de 95 años de edad. Herido en la Segunda Guerra Mundial, Dole luchó por levantarse de su silla de ruedas y rendir tributo a Bush, un piloto de la Marina que fue derribado sobre el Pacífico durante la guerra.

Además de competir en las primarias presidenciales republicanas de 1988, Bush y Dole ayudaron a reconstruir y definir el sistema republicano, especialmente después de que Nixon se vio obligado a renunciar en 1974 en medio del escándalo de Watergate.

Bush se desempeñó como vicepresidente del presidente Reagan durante dos mandatos, y luego como presidente de 1989 a 1993.

Dirigió a Estados Unidos a la guerra para expulsar a las tropas iraquíes de Kuwait, y ayudó a guiar la disolución pacífica de la Unión Soviética y la reunificación de Alemania después de que cayó el muro de Berlín, cuando la Guerra Fría finalmente llegó a su fin.

Pero la hábil mano de Bush en asuntos exteriores fracasó en casa, donde vio que su popularidad se desplomaba a medida que la economía se deterioraba. Perdió después de servir un período frente a Bill Clinton, un demócrata, pero la popularidad de Bush creció a medida que pasaban las décadas y sus logros se hicieron más claros.

Los restos de Bush salieron del Capitolio a las 10 a.m. del 5 de diciembre y fueron conducidos a la Catedral Nacional, una iglesia icónica de estilo neogótico. Como presidente, el mayor de los Bush asistió a una ceremonia para marcar la finalización de la catedral después de 83 años de construcción, aunque el trabajo decorativo continuó.

El funeral duró unos 90 minutos y contó con lecturas de tres de sus nietos: Ashley Bush, Lauren Bush y Jenna Bush Hager.

El ataúd se enviará a Houston para un segundo funeral el jueves 6 antes de que Bush sea enterrado en College Station, sede de la Biblioteca y Museo Presidencial George Bush en la Universidad de Texas A&M.

El programa para el servicio de la Catedral Nacional estuvo compuesto de bandas militares y cantantes, e incluyó selecciones de los compositores estadounidenses Aaron Copland y John Williams, entre otros.

Bush, cuyos amigos cercanos y familiares a veces lo llamaban “41” para marcar el orden en la procesión presidencial, ayudó a planear los detalles del funeral, que al igual que otros funerales presidenciales fue cuidadosamente coreografiado años antes de su muerte.

“A 41 no le gustó la idea de un programa de toda la semana”, dijo Chris Begala, miembro del equipo de medios de Bush. “Te sorprendería la cantidad de veces que él diría: ¿Realmente crees que la gente vendrá?”

Begala comentó que Bush había bromeado diciendo que deseaba establecer el récord del funeral presidencial más corto de la historia.
“Eso no va a ser concedido”, dijo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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