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El documental de Netflix, ‘Homecoming’, captura a Beyoncé en su mayor esplendor

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Beyoncé podría haber tocado sus éxitos en el Festival de Música y Arte del Valle de Coachella 2018, pero en aquel entonces, ella no lo hizo.

En cambio, la artista optó por conceptualizar un espectáculo que rindiera homenaje a la cultura negra y defendió, e incluso desafió, a sus admiradores negros. La creación del concierto fue cuidadosamente capturada para “Homecoming”, una película que Beyoncé dirigió y produjo para Netflix y que ya comenzó a transmitirse.

Lo que hizo que la presentación de Beyoncé en Coachella fuera tan radical fue su misión de celebrar el arte negro que durante mucho tiempo ha influido en la cultura popular, a pesar de que sus creadores, especialmente las mujeres, no siempre han recibido el reconocimiento de los estadounidenses blancos.

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Para una intérprete cuya celebridad ha trascendido cada vez más su música, pararse en el escenario de uno de los más importantes festivales de música y actuar siendo tan específica fue muy audaz. Su actuación podría haber sido divisiva si no hubiera sido un evento tan festivo.

En “Homecoming”, la intérprete deja al descubierto la agotadora planificación y los ensayos que se llevaron a cabo para montar el ambicioso set. Puede que no hayas estado en Beychella, pero seguro que has oído hablar de él.

La película de casi 2½ horas es una repetición de la exquisita coreografía y visualmente grandiosa actuación desde docenas de perspectivas; es la forma en que ella pretendía que se viera, explicaron los ejecutivos de Netflix antes de una proyección privada, al mismo tiempo que proporciona una inusual mirada a su entorno personal que tan cuidadosamente ha mantenido fuera del ojo público. Tanto un documental de concierto tradicional como el manifiesto de una artista superestrella que ya no está sujeta a las convenciones, la película muestra sus actuaciones de Coachella a través de un mosaico de material de ensayo, vídeos caseros, piezas de archivo y voz en off.

“Era importante que presentara nuestra cultura”, dice Beyoncé sobre imágenes granulosas del grupo de bailarines, cantantes y músicos negros que ella reclutó.

Es un golpe inteligente a la blancura inherente de un festival que esperó casi 10 años antes de que un artista negro encabezara su cartelera y dejara pasar otros 10 antes de que una mujer negra encabezara el cartel. “Ain’t that ’bout a bitch” dijo Beyoncé en el escenario.

La actuación fue explícitamente un homenaje a la experiencia espiritual y a la rica cultura de las celebraciones de bienvenida en colegios y universidades históricamente negras, y el espectáculo de Beyoncé, vestida con una sudadera deportiva con la insignia de su propia hermandad, colocada encima de una pirámide llena de tambores, orquestas y bailarines, fue un ícono instantáneo. Los primeros 15 minutos de “Homecoming” son una experiencia de concierto, en la apertura, ella mezcló dos de sus mayores éxitos, “Crazy in Love” y “Formation”, con el himno nacional negro, “Lift Ev’ry Voice and Sing”.

Luego retrocedemos a casi un año antes de que estuviera lista para presentarse, poco después de dar a luz a sus gemelos, un embarazo que estuvo lleno de complicaciones y donde se vio en la necesidad de posponer su aparición de Coachella por un año.

Ha sido generosa con las grabaciones entre bastidores a lo largo de su carrera y realizó un documental sobre su vida y su carrera para HBO en 2013, pero no es frecuente que nos deje ver los momentos en los que se siente insegura o inestable. La vemos fallar en perfeccionar una rutina y eliminar otras que no puede ejecutar.

Beyoncé está en su punto más vulnerable cuando hace exigentes malabarismos para poder construir un espectáculo de esta escala con la maternidad, pero la tensión en la película proviene de su compromiso con la perfección en su oficio. Cada decisión artística es tomada por ella, y sólo por ella, y no es que sea una sorpresa, especialmente para aquellos que recuerdan el famoso clip de ella detallando a un director de iluminación por qué un tono particular de azul nunca funcionaría para la piel negra.

Casi cada momento de los ocho meses de ensayo fue capturado en la película, desde los primeros y agotadores entrenamientos y ensayos hasta la selección de los cientos de bailarines y músicos que aparecieron con ella, la creación de los vestuarios, la supervisión del espectáculo y el recorrido entre los tres escenarios de sonido.

Es mucho más acción de lo que quisiera ver cualquiera que sólo estuviera interesado en el concierto, pero es una mirada reveladora y de celebración a la declaración más audaz que Beyoncé ha hecho hasta ahora.

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