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El 9/11 sigue matando a los agentes del FBI. ‘Es como si Bin Laden llegara desde la tumba’

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El agente del FBI, Dave LeValley, conducía a su trabajo en Manhattan cuando vio el primer avión que se estrelló contra el World Trade Center en una brillante mañana de septiembre, hace 17 años.

Rápidamente estacionó su auto y corrió a ese sitio, buscando evidencia y ayudando a los sobrevivientes mientras esquivaba escombros y cuerpos caídos.

Cuando la primera torre se derrumbó, se cubrió en una bodega, escapando del desastre. Lo que no pudo superar fue la nube tóxica de polvo.

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“Lo vimos un par de horas después, y parecía un muñeco de nieve, cubierto de pies a cabeza”, dijo Gregory W. Ehrie, un compañero agente del FBI que pasó varias semanas con LeValley excavando en los escombros.

LeValley, quien se unió al FBI en 1996 y ascendió para dirigir la oficina de Atlanta, fue diagnosticado con leucemia linfocítica crónica, en 2008.

Murió en mayo de 2018, a los 53 años, de un tipo diferente de cáncer que se había convertido en metástasis en su cerebro. Funcionarios del FBI y expertos en salud dicen que ambos tipos de cáncer fueron probablemente causados por los vapores cancerígenos y polvo aspirados después de los ataques del 11 de septiembre.

En total, 15 agentes del FBI han muerto como consecuencia de cánceres relacionados con la exposición a tóxicos durante la investigación y la limpieza de ese lugar, dice la agencia gubernamental. Tres de ellos, incluido LeValley, han muerto desde marzo; una oleada de muertes que ha reabierto los traumas de los peores ataques terroristas en la historia de EE.UU., y también ha suscitado nuevas ansiedades.

“Es como si Bin Laden todavía estuviera saliendo de la tumba”, dijo el agente del FBI Thomas O’Connor, quien es presidente de la Asociación de Agentes de esa institución gubernamental, un grupo de servicio y defensa para agentes activos y ex agentes. “Nos afecta a todos seriamente. La gente está muriendo, otros están enfermos. Los que todavía no están enfermos se preguntan: ¿ese dolor de cabeza es cáncer? ¿Podría ser cáncer ese dolor en la cadera?”

Las muertes de los 15 agentes, que el FBI dice que ocurrieron en el desempeño de sus funciones, son solo una pequeña parte de una tragedia mucho más grande. Más de 7,500 trabajadores que respondieron a esa emergencia, trabajadores de limpieza y voluntarios en los tres sitios de accidentes del 11 de septiembre, han sido diagnosticados con diversas formas de cáncer, según el Programa de Salud World Trade Center, administrado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU.

Los funcionarios de la ciudad de Nueva York dicen que más de 300 bomberos y policías ya han sucumbido a cánceres y otras enfermedades relacionadas con los ataques.

Junto a la policía y los bomberos, agentes del FBI peinaron los escombros en busca de víctimas y pistas en los sitios del accidente: el World Trade Center, el Pentágono y un campo en Shanksville, Pensilvania. Decenas de agentes también pasaron turnos de 12 horas clasificando escombros en almacenes y en el área de Fresh Kills, en Staten Island.

La mayoría no usaba equipo de seguridad apropiado porque las agencias no sabían el peligro que representaba la quema de combustible para aviones y otros materiales peligrosos, según O’Connor, quien encabeza la asociación de agentes del FBI. “Más de una docena de agentes y exagentes que acudieron a los sitios del accidente ahora tienen cáncer”, agregó.

La organización de O’Connor ha instado a los agentes a inscribirse en el programa federal de salud, que proporciona supervisión médica y tratamiento a más de 71,000 ex trabajadores de emergencia y 16,000 sobrevivientes.

El director del FBI, Christopher Wray, elogió a los tres agentes que fallecieron este 2018, y dijo que sus muertes le han afectado profundamente a él y a su agencia.

“Me rompe el corazón ver a más víctimas, que eso es lo que son. De una forma diferente son víctimas de los ataques del 11 de septiembre”, dijo Wray en un comunicado, y agregó que habló con LeValley y otro agente, Brian Crews, antes de que murieran.

“Lo que realmente salta a la vista sobre estos tres agentes es cuán fieles al servicio eran”, dijo Wray. “Eran personas extraordinarias”.

El FBI y la asociación de agentes están tratando con el Departamento de Trabajo para que las muertes y enfermedades de los agentes que respondieron al 11 de septiembre sean clasificadas como resultado del desempeño de sus funciones. Esa designación haría que las familias de las víctimas fueran elegibles para recibir más beneficios federales de los que el FBI proporciona.

Hasta el momento, el Departamento de Trabajo ha determinado que cinco muertes de agentes del FBI fueron causadas por su exposición a las toxinas del 11 de septiembre, según el grupo de agentes. El FBI y la asociación buscan la misma designación y beneficios para los otros 10 que murieron.

Un portavoz del Departamento de Trabajo declinó comentar sobre casos específicos y citó las pautas de la agencia.

Los médicos y expertos advierten que se necesita más investigación para establecer vínculos concluyentes entre enfermedades específicas y la exposición a sitios del 11 de septiembre. Varios estudios, incluidos dos publicados en el Journal of the American Medical Assn., en 2018, han concluido que los equipos de emergencia y otros trabajadores de rescate en el World Trade Center enfrentaban un mayor riesgo de contraer cáncer.

“Ahora estamos viendo una nueva ola de cánceres”, dijo el Dr. Michael Crane, que dirige un centro de tratamiento y monitoreo financiado por el programa federal de salud en Mount Sinai Health System en Nueva York. “La mayoría [de los primeros en responder] simplemente se precipitó allí y no estaban protegidos de las toxinas en el aire o la nube de polvo. Literalmente estuvieron ingiriendo y respirando este material. Había carcinógenos en el aire”.

El agente del FBI Scott McDonough inhaló esas toxinas durante semanas. Un miembro de una tripulación de helicópteros del FBI, fue enviado a Nueva York y pasó varias semanas en un helicóptero tomando fotos de primeros planos de los escombros.

“Volamos a través del polvo”, dijo. “Se te quedó pegado. En la nariz. En los pulmones”.

Fue a un médico en 2016, después de que vio sangre en su materia fecal. En unas semanas, se sometió a una cirugía por cáncer de recto, que el programa de salud federal determinó que estaba relacionado con su trabajo del 11 de septiembre. Desde entonces, dijo McDonough, ha estado libre de cáncer. Él está alentando a sus colegas para que los evalúen.

“Tienes que hacer esto”, dijo, “por tu familia”.

Los familiares de los agentes caídos describieron duras batallas médicas, pruebas dolorosas y difíciles transiciones familiares a medida que los agentes del FBI dedicados a investigar el terrorismo de repente se convirtieron en sus víctimas ocultas.

Robert Roth se estableció en Quantico, Virginia, el 11 de septiembre y condujo directamente al Pentágono cuando escuchó las noticias. Pasó días montando equipos de búsqueda y reuniendo pruebas, dijo Tresa Roth, su esposa.

Cuando llegó a casa, Roth se quejó de un sabor metálico en la boca y un ardor en la nariz. Pero a medida que pasaban los meses se olvidó de los ataques. Era un atleta, se mantuvo en forma corriendo y levantando pesas y era conocido por evitar la comida chatarra.
“Era el loco de la salud de la oficina”, dijo. “Solo comía proteínas y vegetales”.

Mientras corría con sus hijos en 2006, Roth sintió dolor en la cadera izquierda, recordó su esposa. Como el dolor no desaparecía, un médico ordenó pruebas que revelaron que el padre de cinco niños padecía una forma grave de mieloma múltiple. Él murió 18 meses después.

“Hay una pesadumbre en el FBI, especialmente ahora”, comentó Roth, haciendo referencia a la proliferación de casos de cáncer. “Tantos agentes lo tienen, que otros se preguntan cuándo será su turno”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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