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Debate sobre ‘Medicare para todos’ debería enfocarse en la gente, no en los costos

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‘Medicare para todos’ recibió una inyección de adrenalina hace unos días, cuando el senador Bernie Sanders, de Vermont, quien quiere ser presidente, volvió a presentar la legislación, destinada a brindar cobertura médica a todos los estadounidenses y a sacar a las aseguradoras privadas del negocio.

Como de costumbre, los conservadores respondieron malinterpretando y mintiendo abiertamente sobre la propuesta y enmarcando el debate en una pregunta equivocada: ¿Cómo pagará por ello?.

Ese es un tema importante, sin duda. Pero no es como debería iniciar esta cuestión. Una pregunta más apropiada sería: ¿A cuántas personas cubriría?.

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El hecho de que aquellos que formulan las políticas en Estados Unidos no utilice esto como la premisa básica de la reforma de la atención médica es la razón por la cual decenas de millones de personas no cuentan con seguro, además de pagar más por los cuidados médicos que cualquiera de sus pares económicos.

“Un debate productivo se centraría en los pros y los contras de cualquier propuesta, versus las alternativas”, afirmó Martin Gaynor, economista experto en salud de la Universidad Carnegie Mellon.

“Las tácticas de miedo y las frases publicitarias, como llamar a las propuestas de pagador único ‘una estatización’, o decir que el sistema actual es una ‘atrocidad moral’”, nos alejan de descubrir la mejor manera de reformar nuestro sistema de salud”, afirmó. “Hay concesiones y decisiones difíciles y no sirve de nada simular que hay respuestas sencillas”.

El más reciente proyecto de Sanders establecería la cobertura universal al abrir el sistema de seguro de Medicare a todos. Esto ampliaría los beneficios actuales, incluida la atención prolongada en el hogar. También prohibiría que los planes privados compitan con el programa del gobierno.

Hay una serie de disposiciones en la legislación que, a mi entender, le quitan posibilidad de éxito. El mayor problema es su rechazo total de las aseguradoras privadas.

Si bien eso podría ser satisfactorio a nivel kármico -una especie de reembolso por todos los reclamos rechazados y los actos de codicia- descarta los beneficios potenciales de la competencia. Sabemos, por el ejemplo, de otros países desarrollados, que las aseguradoras privadas pueden reforzar y complementar un programa estatal de seguros.

“Los modelos internacionales más exitosos adoptan un enfoque de fusión”, consideró Dana Goldman, directora del Centro Schaeffer de Política y Economía de la Salud de USC. “Singapur, por ejemplo, tiene excelentes resultados a un costo razonable”, argumentó. “Si bien el Ministerio de Salud tiene la responsabilidad general por el gasto total, el sector privado brinda el servicio”.

Me inclino por lo que se conoce en los círculos de atención médica como el modelo Bismarck de pagador único (en honor al canciller prusiano Otto von Bismarck, quien originó la idea en 1883). Este es el sistema utilizado por Alemania, Francia y Japón.

Bajo este enfoque, los fondos son recolectados por el gobierno, y las aseguradoras privadas fuertemente reguladas compiten ofreciendo una cobertura más asequible para los jóvenes, o beneficios adicionales para quienes están dispuestos a pagar más. Esto no estaría muy lejos de los planes Medicare Advantage, que ahora forman parte del sistema de EE.UU.

Más allá de estar de acuerdo o no con esa propuesta, lo importante es que comienza con un objetivo de cobertura universal. Cualquiera con un enfoque alternativo tendría que seguir esa misma dirección.

La Casa Blanca y los republicanos del Congreso inmediatamente atacaron el plan de Sanders y lo tildaron de poco realista, irrazonable y francamente antiestadounidense, pero una vez más no ofrecieron propuestas propias para ampliar la cobertura o abordar esta disfunción, que resulta en costos altísimos.

“El autoproclamado senador socialista, Bernie Sanders, propone una absorción total de la asistencia médica por parte del gobierno, que realmente perjudicaría a los adultos mayores, eliminaría el seguro de salud privado para 180 millones de estadounidenses y paralizaría nuestra economía y a las generaciones futuras con una deuda sin precedentes”, expuso la Casa Blanca en un comunicado.

Seema Verma, jefe de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid, amplió las tácticas de miedo al declarar en Fox News que “con la estatización, tal como podemos ver -en otros países- vamos a tener largos tiempos de espera y racionamiento del cuidado médico”.

En primer lugar, ‘Medicare para todos’ no sería una “estatización” de la atención médica por parte del gobierno. Sería un programa de seguros manejado por el estado, destinado a reducir los costos de cobertura al distribuir el riesgo a toda la población.

Segundo, los tiempos de racionamiento y espera para procedimientos opcionales que se ven en Canadá y en otros lugares no necesariamente tienen que ser importados por Estados Unidos. Podemos aprender de los ejemplos de otros y diseñar nuestro propio sistema en consecuencia.

Como lo propuse en el pasado, podríamos establecer una especie de Reserva Federal de atención médica, un cuerpo de expertos independientes que supervisaría la macroeconomía de los tratamientos y garantizaría un mercado más eficiente y efectivo, dijo Verma.

Los republicanos rutinariamente se enfocan en la mayor debilidad de todos los planes de ‘Medicare para todos’, la escasez de detalles sobre cómo se financiarán. Citan estimaciones de que el plan de Sanders podría costarle al gobierno federal $32 billones de dólares durante la primera década.

Eso suena aterrador, incluso para los votantes conservadores que felizmente aumentarían la deuda nacional en billones de dólares para reducir los impuestos de las corporaciones y los ricos. Es, sin embargo, una maniobra para distraer.

Las estimaciones de costos de pagador único, por lo general, no reflejan el hecho de que los gastos actuales en salud -que superan los $3 billones al año- se incorporarán al nuevo sistema, por lo cual no hablamos de $32 billones en gastos nuevos.

Muchos economistas predicen que el gasto general en salud disminuirá gradualmente con un sistema de pagador único, a medida que se incremente la eficiencia y se reduzcan los gastos burocráticos.

Los impuestos de la gente aumentarían con ‘Medicare para todos’, según los conservadores. Es verdad, los contribuyentes financian los programas gubernamentales.

Lo que los críticos siempre olvidan mencionar es que los impuestos más altos reemplazarían los casi $11.000 que cada estadounidense paga actualmente en primas, copagos y deducibles promedio.

La realidad es que, según la mayoría de las estimaciones, la gente en última instancia tributaría menos de lo que ahora paga por la cobertura anual y los costos de tratamiento.

“Se suele hablar sobre cuántos miles de millones adicionales gastará el gobierno, pero no se le compara con cuánto menos gastarían los individuos y los empleadores en primas”, consideró Matthew Lewis, profesor asociado de economía de la Universidad de Clemson. “A menudo discuten cuánto deberían subir los impuestos para financiar esto, pero no cómo esto se compara con la disminución en el gasto en primas, o el incremento en el salario que las personas obtendrían para compensar el hecho de no recibir más atención patrocinada por el empleador”, explicó.

La reforma del sistema de salud de Estados Unidos requiere una discusión madura y la voluntad de actuar en el mejor interés del pueblo. Lo que no se necesita es el miedo y las falsedades flagrantes.

El plan de ‘Medicare para todos’, de Sanders, no es perfecto. Tampoco la mayoría de las otras propuestas presentadas por los candidatos demócratas. Pero al menos lo están intentando, y eso es mejor que catalogarse como “el partido de la atención médica” y luego hacer todo lo posible para arruinar las cosas.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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