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De una vez por todas: el reemplazo hormonal es bueno para las mujeres

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A lo largo de su vieja historia, la terapia de reemplazo hormonal (TRH) para mujeres en la menopausia ha sido el Jekyll y el Hyde de los medicamentos. Ha pasado de salvadora a villana, de cura milagrosa para cada queja femenina a envenenamiento.

Y cuando, en 2002, la Iniciativa de Salud de la Mujer, financiada con mil millones de dólares por los Institutos Nacionales de la Salud, anunció en voz alta que las mujeres que apelaban a la TRH tenían un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama, su función como “salvadora” prácticamente desapareció. Otras graves consecuencias alegadas incluyen enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, demencia e incluso “mortalidad por todas las causas”.

Comprensiblemente, millones de mujeres entraron en pánico, junto con gran parte de la clase dirigente médica, y abandonaron por completo la opción de la terapia hormonal (el estrógeno se administra directamente a las mujeres que han tenido histerectomías y, como TRH, en combinación con progesterona a las que tienen útero).

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La buena noticia sobre el estrógeno se ha perdido: concretamente, más de 70 años de hallazgos de estudios en animales, en humanos, estudios de observación y análisis controlados aleatorios, demuestran los beneficios del estrógeno.

Más notablemente, la investigación demuestra el fracaso de la hipótesis aceptada de que el estrógeno causa cáncer de mama. De hecho, el estrógeno se ha usado con éxito como tratamiento para las mujeres con la enfermedad y, sorprendentemente, a menudo se puede administrar de manera segura a la mayoría de las pacientes que han padecido cáncer de mama.

La enfermedad cardíaca, no el cáncer, es la principal causa de muerte para las mujeres en cada década de sus vidas (incluso es la principal causa de deceso para las sobrevivientes de cáncer de mama). La terapia de reemplazo hormonal puede disminuir ese riesgo entre un 30% y un 50%. También puede reducir a la mitad el riesgo de fractura osteoporósica de la cadera, un beneficio crucial porque la misma cantidad de mujeres mayores mueren anualmente después de romperse una cadera como de cáncer de mama. Y numerosos estudios en animales y humanos indican que el estrógeno es la única intervención que previene o reduce el riesgo de enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia en las mujeres.

La TRH es el tratamiento más eficaz para los síntomas bien conocidos de la menopausia, como sofocos, sudores nocturnos, insomnio, sequedad vaginal y pérdida del deseo sexual, y también para los síntomas menos familiares: palpitaciones, dolor de articulaciones y músculos, dolores de cabeza, problemas de vejiga y depresión. Olvídese de la cimicifuga y el árbol casto; no son mejores que los placebos.

Finalmente, debido a los beneficios del estrógeno para el corazón, el cerebro y los huesos, las mujeres en terapia de reemplazo hormonal viven, en promedio, varios años más que las que no lo toman. Esta es una de las razones por las que la Sociedad Estadounidense sobre la Menopausia y otros 30 grupos internacionales concluyeron que “no hay datos que respalden la interrupción de rutina [de la TRH] en mujeres de 65 años”.

Estos hallazgos, replicados durante mucho tiempo, surgen de una amplia variedad de estudios que, en conjunto, crean un mosaico persuasivo. No obstante, algunos investigadores creen que no importa cuántos estudios podamos citar si son de observación —aquellos en los que los participantes no son asignados al azar a un grupo de intervención y otro de placebo—.

Argumentan que casi nunca debe confiarse en tal investigación “no científica” como orientación clínica, al menos no si hay un ensayo controlado aleatorio al qué recurrir. Es por eso que muchos médicos y algunos grupos de salud, como la Fuerza de Tareas de Servicios Preventivos de Estados Unidos, han basado sus directrices sobre la TRH casi exclusivamente en la Iniciativa de Salud de la Mujer (WHI, por sus siglas en inglés), controlada y aleatoria.

Hay dos respuestas a este argumento: los estudios de observación no siempre son malos y los ensayos controlados aleatorios no siempre son buenos o imparciales.

Considere primero que el mayor riesgo de cáncer de mama que supuestamente descubrió la WHI —y que causó la interrupción prematura del estudio— no fue estadísticamente significativo. En posteriores reanálisis, había desaparecido por completo. Esta noticia no llegó a los titulares.

La muestra del estudio ni siquiera era representativa de mujeres sanas en la menopausia. La edad promedio de las participantes fue de 63 años, sin embargo, los investigadores generalizaron sus conclusiones para incluir a quienes ingresan a la menopausia en sus 50 años (así es como podrían afirmar que el estrógeno ni siquiera alivia los síntomas de la menopausia. ¡La mayoría de las mujeres en su muestra estaban muy lejos de tener síntomas de menopausia!).

Casi la mitad de las participantes eran o habían sido fumadoras, más de un tercio habían sido tratadas por hipertensión y el 70% tenían sobrepeso u obesidad grave.

La WHI afirmó que el reemplazo hormonal aumentaba el riesgo de problemas cardíacos, pero la letra pequeña revelaba que el riesgo se presentaba solo entre las mayores de 70 años. Los investigadores revisaron sus hallazgos cinco años después de la publicación inicial y llegaron a la conclusión de que las mujeres que habían iniciado la TRH en los primeros 10 años posteriores a su menopausia redujeron el riesgo de enfermedad arterial coronaria. Esta noticia tampoco llegó a los títulos.

No sugerimos que todas las mujeres deban tomar hormonas, o que se beneficiarán si lo hacen. Somos conscientes de que todos los medicamentos conllevan riesgos. Ninguno de nosotros tiene vínculos financieros con la industria farmacéutica. Simplemente estamos convencidos de que los riesgos menores de la TRH para algunas mujeres son superados ampliamente por sus principales beneficios, para la mayoría de ellas.

La decisión de cada mujer y el consejo de cada médico deben tomarse con la mejor evidencia científica disponible, y la forma en que los resultados de la Iniciativa de Salud de la Mujer fueron malinterpretados y mal comunicados, no brindó esa evidencia. Por el contrario, sus investigadores generaron temores que no estaban justificados —de hecho, estaban totalmente equivocados—.

Desafortunadamente, sus afirmaciones erróneas de hace 17 años continúan reverberando. Nuestra propia conclusión no es que las hormonas harán que las mujeres sean “femeninas para siempre”, simplemente más saludables, por más tiempo.

El Dr. Avrum Bluming, oncólogo, y Carol Tavris, psicóloga social, son los autores de “Estrogen Matters” (La importancia del estrógeno).

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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