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‘Cuando mostré mi traje de bikini en Miss América no fue degradante, fue empoderador’

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La semana pasada, la organización Miss America, de 97 años de antigüedad, eliminó la palabra “concurso” de su nombre y abandonó la competencia de trajes de baño, adoptando la opinión de que tales eventos degradan a las mujeres. Pero no fue así como yo lo experimenté.

Atrás del escenario en el Boardwalk Hall en Atlantic City, y antes del segmento de trajes de baño el espacio parecía una clase de Pilates. Las otras finalistas de Miss America estaban haciendo sentadillas, manteniendo una posición como si estuvieran sentadas con su espalda en la pared y saltando y flexionándose como un último esfuerzo para acentuar su tono muscular.

Yo estaba parada vistiendo mi bikini negro que me patrocinaron, hecho a la medida y con mis tacones altos, preparándome mentalmente para la pasarela en donde desfilaría por 15 segundos en la televisión nacional.

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Nuestros bikinis provocaron la atención y alboroto de la gente. Comprobé tres veces que mis copas cubrieran lo que era necesario.

Tiré de la parte inferior de mi traje de baño para asegurarme de que el pegamento trasero funcionara, en realidad un spray antideslizante utilizado en las raquetas de tenis llamado Firm Grip. Para aplicarlo, las finalistas se alineaban para que una voluntaria pudiera rociarlo en nuestra piel desnuda y luego colocar los bordes de la parte inferior de nuestro traje de baño en la posición perfecta. Tuvimos que esperar a que se secara.

No queriendo simplemente estar parada allí, hice algunos ejercicios de levantamiento de piernas. Vi a una concursante hacer una sentadilla como levantadora de pesas, y se dio cuenta de que se le había desprendido la parte baja de su bikini. Entonces sostuvo sus palmas en ambas mejillas para recalentar el adhesivo, haciéndolo lo suficientemente adherente para volver a pegarse.

El ejercicio de último minuto combinado con las luces calientes del escenario nos dio un brillo rosado, a pesar de que nuestras caras estaban cubiertas con capas de maquillaje, corrector y colorete de resistencia industrial.

El “aplauso” a Lady Gaga estalló en los altavoces que tenían el tamaño de una nevera en el escenario. El bajo hizo temblar el piso. La resonante voz del maestro de ceremonias haciendo eco de cada nombre en Boardwalk Hall, provocaban que las multitudes de cada estado estallaran en vítores, hizo que la escena pareciera como de “The Hunger Games”. Una por una, cada concursante desapareció de nuestra pequeña comunidad de CrossFit.

Cuando fue mi turno, subí al escenario en mi postura cuidadosamente coreografiada: un pie levantado y una cadera empujada hacia afuera para darle a mi cuerpo una favorecedora silueta en forma de S. Oí los pasos del operador de steadicam y sonreí e hice contacto visual con su cámara.

Mientras caminaba hacia la audiencia, recé para que no me cayera. La bailarina que hay en mí enfocaba mi cuerpo en la mecánica de la caminata: hunde la barriguita, baja los hombros, estira la rodilla, sonríe a los jueces, guiña un ojo a la cámara, coloca las manos en la cintura, ahora déjalas caer a los lados.

No había anticipado el intenso frío que iba a tener en el escenario del auditorio por el aire acondicionado. Compartir el mismo espacio con los fanáticos y jueces hizo que toda la distancia desapareciera.

Mi corazón acelerado pareció calmarse a medida que me invadía una calma. Años de ansiedad, tanto temer y desear este momento se evaporaron. La tensión en mi mandíbula se derritió, reemplazada por una genuina sonrisa. No me sentía confiada, sino imparable. En un instante, todo se acabó.

Salir en bikini antes de que la multitud vitoreara mi nombre me dio una fuerza que nunca creí tener. Sé que nunca más podré tener esa sensación.

Miss America había estado bajo presión durante años para poner fin a la tradición del traje de baño, que es tan antiguo como el certamen mismo. Los concursos de belleza se consideran sexistas hoy en día, por lo que Miss America optó por innovar en lugar de morir.

Entiendo la razón. Al igual que los productos de consumo, los rituales culturales siempre están evolucionando. Para sobrevivir, los concursos deben comportarse como empresas y reaccionar ante un nuevo mercado de mujeres con necesidades diferentes.

Aún así, abandonar la categoría de trajes de baño es una pérdida para el concurso. Envió un poderoso mensaje: que la belleza y el cerebro no son mutuamente excluyentes y que puede ser feminista y hacer alarde de su cuerpo.

Permitir que las concursantes se pusieran el bikini era intrínsecamente feminista porque las mujeres tomaban esa decisión por sí mismas. Las futuras participantes serán forzadas a una nueva forma de sexismo, una que emerge de la narrativa feminista popular de hoy. Puede estar impulsado por ideas contemporáneas, pero disfraza las mismas barreras familiares y juicios que rodean las decisiones de las mujeres.

A los críticos les encanta censurar los desfiles porque dicen, tienen como cosificar a la mujer y degradarla. Pero si preguntas a concursantes como yo. Te diremos que estábamos enseñando nuestro cuerpo porque queríamos.

* Crystal Lee fue Miss California y primera finalista en Miss America 2014. Ella cofundó una startup tecnológica, LifeSite, y ahora es anfitriona de “This is SF”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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