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Estos billetes falsos eran promocionados en la web oscura con brillantes calificaciones

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Cuando el agente del Servicio Secreto Matthew Britsch comenzó a buscar a los principales falsificadores en los secretos mercados de la red oscura (dark web), actuó como cualquier consumidor inteligente en eBay: comenzó a examinar las reseñas.

Britsch supo que había dado en el clavo cuando encontró a ‘Billmaker’, el apodo en línea de un falsificador anónimo que prometía un billete de $100 de alta calidad y con garantía de devolución de dinero. Incluso tenía una base de seguidores leales que elogiaban su trabajo y su servicio al cliente, con decenas de críticas positivas.

“Muy buena calidad, y envío rápido”, decía uno de ellos.

“Todos funcionaron sin problema alguno”, escribía otro, en aprobación. “¡BILLETES LIMPIOS Y NUEVOS!”, recomendaba un tercero.

“Billmaker era un hombre de cinco estrellas”, remarcó Britsch. “Quería que esas reseñas de cinco estrellas lo ayudaran a vender más billetes. Ese era claramente su objetivo”.

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El agente hizo clic en “comprar” y, en septiembre de 2017, adquirió cuatro billetes falsos de $100 por $120 en bitcoin, la criptomoneda en línea. Las falsificaciones llegaron a tiempo y eran tan buenas como prometían.

Un análisis realizado por expertos del Servicio Secreto vinculó los billetes falsos con otros miles que se habían inyectado en el mercado, por un valor nominal total de $4.1 millones. Eso hizo de Billmaker el falsificador doméstico más prolífico del país.

La compra de Britsch desató una investigación de nueve meses en los rincones más recónditos de la web oscura, donde los delincuentes cibernéticos utilizan mercados en línea para comprar y vender de forma anónima productos que van desde armas de fuego y drogas ilegales, hasta documentos falsos y autos robados.

“Todo está ahí, a la venta”, remarcó Glen M. Kessler, el agente especial a cargo de los cinco agentes de la oficina en Savannah del Servicio Secreto en Savannah. “Abiertamente. Pero aunque proporciona anonimato a los delincuentes, también lo hace para las autoridades. No pueden saber a quién le están vendiendo. Y así fuimos a pescarlos”.

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El Servicio Secreto, que es bien conocido por proteger a los presidentes, se formó en 1865 para luchar contra una epidemia de falsificación que estrangulaba la economía de Estados Unidos.

Hoy en día, los billetes falsos en Estados Unidos son solo una pequeña fracción de la moneda en circulación. Aun así, el Servicio Secreto realizó más de 1,580 arrestos relacionados con falsificaciones en el último año fiscal, incautando $204 millones en estos billetes apócrifos. Los bancos y minoristas recaudaron $107 millones adicionales.

Antes una tarea dominada por los artesanos que acuñaban billetes verdes falsos cuidadosamente en grandes impresoras offset, los falsificadores domésticos ahora suelen confiar en computadoras, escáneres e impresoras láser. Y algunos usan la web oscura para vender sus falsificaciones de alta calidad en línea.

La red troncal de la web oscura es un sistema llamado Onion Router, conocido como Tor, una red de software y conexiones en línea que enmascara a quienes lo usan. Tor atrajo a usuarios criminales y legítimos, por ejemplo, disidentes políticos en el extranjero, que buscan evitar la vigilancia del gobierno.

En 2017, Kessler convirtió una sala de suministros de oficina en un centro para investigaciones de falsificación de la web oscura. Tenía dos reglas: los objetivos tenían que ser jugadores de verdad —”No el tipo que imprime $2,000 en una impresora a inyección de tinta, en casa”, remarcó Kessler— y vivir en Estados Unidos.

“Pensamos que sería demasiado difícil atrapar a los que operan en América del Sur o en el extranjero”, expuso.

Los agentes utilizaron las reseñas de los clientes como guía y rápidamente se encontraron con Billmaker. Además de la garantía respaldada por bitcoin, Billmaker ofrecía el seguimiento gratuito de sus paquetes a través del servicio postal de EE.UU.

Eso era un error. Los agentes del Servicio Secreto pudieron rastrear el envío de Billmaker a Britsch desde el área de Oklahoma City, una pista de partida crucial.

Cuando llegó el sobre rojo y azul, quedaron impresionados. Las falsificaciones —reproducciones de billetes de $100 eliminados en 2013 en pos de una moneda más difícil de falsificar— habían sido impresos en equipos láser de alta calidad y en papel especial. Los apócrifos billetes tenían una tira de seguridad falsa bastante digna. Incluso parecían reales al tacto.

En un mes, gracias al análisis realizado por expertos del Servicio Secreto en Washington, los agentes sabían que estaban persiguiendo a Daniel Johnson, un notorio falsificador que había estado imprimiendo y haciendo circular billetes falsos desde, al menos, 2015. Su última dirección conocida estaba cerca de la ciudad de Oklahoma.

Johnson, de 34 años, también era considerado peligroso. Era un entusiasta de las armas de fuego y miembro del movimiento “prepper”, activistas que almacenan alimentos, municiones y otros suministros porque creen que es probable que ocurra una guerra nuclear u otra catástrofe.

Johnson había cumplido tres años en una prisión federal por vender copias piratas de Microsoft Office. Pero fue arrestado nuevamente en febrero de 2016 por cargos de falsificación.

Liberado bajo fianza, rechazó un acuerdo de culpabilidad, y desapareció. En febrero de 2017, un gran jurado federal lo acusó por falsificación y cultivo de marihuana.

Johnson estaba tan enojado con el sistema de justicia que su abogado, M. Michael Arnett, temió que pudiera recurrir a la violencia si lo arrestaban. Arnett consultó a expertos en ética legal antes de enviar una advertencia a los fiscales federales.

“Me preocupaba que no se lo llevaran vivo si trataban de arrestarlo, y que ese costo sea peor si no se los advertía”, afirmó el letrado.

Con ese peligro en mente, los agentes de Savannah volvieron a la web oscura en octubre de 2017, para comprar más billetes falsos. Pero el mercado había desaparecido. El rastro en línea de Billmaker se había enfriado.

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Marissa Elliott, una estudiante universitaria y bartender en Norman, Oklahoma, conoció a Johnson cuando éste se sentó en su bar, en junio de 2017, y ella captó sus “grandes ojos azules”, clavados en ella.

Alto y musculoso, también era callado y reservado. Ni siquiera le dijo su nombre. Pero la camarera verificó su licencia de conducir antes de servirle una cerveza y vio que era Ross Moore, de 36 años, de Florida.

Fue la primera de muchas mentiras.

Pronto comenzaron a salir. Celebraron su falso cumpleaños en julio y se mudaron en febrero de 2018 a un cobertizo reconvertido en Noble, a unas 30 millas al sur de la ciudad de Oklahoma. La pequeña casa estaba escondida entre densos bosques.

Artista talentoso, Johnson hacía a mano retratos de familiares y amigos. Inicialmente dijo que trabajaba en tecnología de la información y que había asistido a la universidad, donde se había especializado en psicología. Elliott encontró un diploma de Harvard y una tarjeta de identificación en un cajón; ella no supo que eran falsos.

Johnson nunca usaba tarjetas de crédito ni escribía cheques. Le explicó a Elliott que confiaba en el dinero en efectivo porque era inversor en un negocio de marihuana que tenía prohibido usar bancos.

También le dijo que se había divorciado, lo cual era cierto, y que una foto de una niña en un protector de pantalla de su computadora era de su sobrina, lo cual era mentira; la pequeña era su hija.

A medida que pasaban los meses, Johnson sufría pesadillas frecuentes y pasaba tiempo en extraños sitios web de conspiración. Elliott creía que su estrés se debía a un trabajo secreto que, según él, había hecho para el gobierno.

“Me dijo que había visto cosas horribles”, afirmó ella.

Cuando iban a una cabaña donde Johnson se preparaba para la desaparición de la sociedad, él insistía en que la chica pusiera su teléfono celular en una bolsa de Faraday —una bolsa blindada que bloquea las señales electrónicas— para que no pudieran ser rastreados.

A fines de la primavera de 2018, compró boletos para que Elliott y su madre pudieran tomar unas vacaciones en Tailandia. Ambos hablaban diariamente por teléfono, pero una mañana de mayo, él parecía distante y distraído.

“Era como si tuviera prisa por llegar a algún lugar”, comentó la mujer.

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El Servicio Secreto se estaba acercando.

Después de desaparecer, Billmaker repentinamente apareció en otros mercados de la web oscura. En enero de 2018, los agentes le compraron cuatro billetes falsos de $100; lo hicieron de nuevo en abril.

Trabajando con agentes en la ciudad de Oklahoma, el escuadrón de Savannah redujo su búsqueda a alrededor de Norman, a unas 20 millas de distancia.

Los inspectores postales de Estados Unidos estudiaron los números de rastreo de Johnson y examinaron docenas de paquetes de correo. Descubrieron que había hecho sus envíos desde buzones azules frente al estacionamiento del Departamento de Policía de Norman.

Después de varias semanas de vigilancia, los agentes federales determinaron que Johnson conducía una camioneta Ford F-250 negra. El vehículo estaba registrado a nombre de Ross Moore, de Florida, una persona real que había denunciado el robo de su identidad. Johnson había comprado la camioneta por $58,000 en efectivo.

Los agentes lo rastrearon hasta un apartamento en Norman, donde probablemente recogía el correo y los suministros; una casa en el suburbio de Yukon, en la ciudad de Oklahoma, que era su principal planta de falsificación; y su casa aislada en Noble.

Mientras salía de su camino de grava en Noble, el 17 de mayo de 2018, un convoy de 10 patrulleros de oficiales federales y locales liderados por el Servicio de Alguaciles de EE.UU. lo cercó; las sirenas sonaron.

Johnson se desvió hacia la cuneta, saltó y comenzó a disparar un rifle AR-15. La batalla armada se prolongó durante casi un minuto antes de que Johnson muriera. Ningún agente resultó herido.

Al requisar la casa de Yukon, los agentes encontraron alrededor de $300,000 en billetes falsos de $100, alineados y colgados para secarse en filas ordenadas.

Los agentes también incautaron varias computadoras protegidas por encriptación, que el Servicio Secreto no logró descifrar.

“Hay tantas preguntas que me hubiera gustado hacerle”, reconoció Wesley Gillespie, un agente del Servicio Secreto que persiguió a Johnson durante un año. “¿Cómo aprendió a hacer esto tan bien? ¿Quién le enseñó? ¿Dónde están las bitcoins?”

Los investigadores podrían tener una pista. Cuando registraron el cuerpo de Johnson, encontraron una unidad de disco de computadora, atascada en una funda de tobillo. El dispositivo contenía 50 capturas de pantalla, con mensajes de texto.

Los agentes sospechan que es una clave digital para desbloquear un bitcoin o computadora. Aun así, admiten que nunca podrán descifrar la oscura red de secretos del falsificador.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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