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Cómo una niñez difícil ayudó a crear a Zlatan Ibrahimovic, el dios del fútbol

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Hay una historia de la infancia de Zlatan Ibrahimovic que explica en gran medida cómo un chico delgado y torpe se convertiría en uno de los mejores jugadores de fútbol de su generación.

Ibrahimovic creció en la pobreza, siendo uno de cinco hermanos que vivían en un peligroso complejo de viviendas en el centro de Malmo, la tercera ciudad más grande de Suecia. Hablaba con un ceceo, estaba cohibido por su gran nariz e iba a clases principalmente por los almuerzos gratuitos.

Cuando la escuela contrató a una maestra especial para que trabajara con él, la humillación adicional fue más de lo que pudo soportar.

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Así que, cuando la mujer fue a verlo jugar al fútbol una tarde, Ibrahimovic arrojó un tiro de larga distancia justo por su cabeza. Unos días más tarde, la maestra se dio por vencida, sin embargo, él había aprendido una lección: el mundo podía ser un lugar frío y cruel, pero con un balón de fútbol a sus pies, Ibrahimovic podía hacer que ese mundo se doblegara a su voluntad.

“Quería enfrentarme a todos y mostrarles a quienes dudaban de mí quién era yo realmente”, escribió en su autobiografía I Am Zlatan, “y no imaginaba a uno solo que pudiera detenerme”.

Pocos han logrado eso en las más de dos décadas desde entonces. Ibrahimovic se presentó ante las Ligas Mayores de Fútbol (MLS, por sus siglas en inglés) a prinicpios de abril de 2018, cuando se levantó cojeando del banquillo de los Galaxy para anotar el gol del empate del partido, en un sorprendente ataque de 40 yardas, y luego concretar el triunfo con un cabezazo en tiempo de descuento, marcando el mayor regreso en la historia de la liga.

Hubiera sido una actuación improbable de no haberlo hecho antes; marcar un gol en su debut con otros cuatro equipos. En 20 temporadas, el jugador ganó 33 campeonatos, incluidos 11 títulos en cuatro de las principales ligas de Europa, y cosechó decenas de millones de dólares en el camino.

Sin embargo, aún sigue intentando ganarse a los escépticos y desafía a algunos a que traten de detenerlo.

“En muchos jugadores a veces se ve que, cuando han tenido éxito, es que han sido rechazados”, afirmó Warren Barton, un exdefensor de la Premier League inglesa y jugador de la selección de Inglaterra, que ahora es analista de fútbol para Fox Sports. “Algo de eso es una motivación para Zlatan. Él [toma] eso a nivel personal y [crea] la imagen que tiene de sí mismo. Ese tipo de cosas que ocurren en la vida cuando eres chico, las usas como incentivo para seguir adelante”.

Ibrahimovic, quien vestirá por segunda vez la camiseta del Galaxy el domingo 15 de abril, claramente está motivado. Y a los 36, menos de un año después de una lesión en la rodilla que habría terminado con muchas carreras, sigue desafiando las convenciones.

Habiendo conquistado la mayor parte de Europa, el futbolista se trasladó Estados Unidos para conquistar las colonias. Después de haber ganado millones en el continente, según las noticias rechazó una oferta de $100 millones por parte de un equipo chino -cuyo nombre no fue revelado-, por un contrato de dos años y $3 millones para el Galaxy.

Para asegurarse de que nadie cuestionará su compromiso, llegó al sur de California con su compañera de muchos años, Helena Seger, una empresaria 11 años mayor que él, y los dos hijos de la pareja, Max, de 11 años, y Vincent, de 10. Incluso el perro de la familia, un bulldog marrón y blanco llamado Trustor, tuvo su propio asiento en el jet corporativo Bombardier, durante el vuelo de 10 horas desde Inglaterra.

“No estoy aquí sólo por un partido. Estoy aquí por la temporada”, aseguró Ibrahimovic, quien durante su conferencia de prensa de presentación aceptó preguntas en inglés, español, sueco e italiano.

“Sé lo que tengo que hacer para funcionar. He jugado 700, 800 partidos. Tengo casi 500 goles. Tengo más goles marcados que la cantidad de partidos jugados por muchos futbolistas. Creo que sé lo que estoy haciendo. Solo tengo que seguir haciéndolo”, dijo el jugador.

Ibrahimovic nació en Suecia, de padres inmigrantes de la ex Yugoslavia. Su madre trabajaba haciendo limpieza y su padre era conserje; ambos se divorciaron antes del segundo cumpleaños del pequeño. Como resultado, el niño y sus hermanos se mudaban con frecuencia entre los pequeños apartamentos de sus padres; rara vez pasaban más de un año en un solo lugar.

Cuando estalló una sangrienta guerra civil en su país, el padre de Ibrahimovic, Sefik, se volvió cada vez más introvertido; pasaba la mayoría de las noches bebiendo y escuchando música de su patria fracturada. El refrigerador a menudo no contenía nada más que cerveza, y los niños debían arreglárselas por sí mismos. En más de una ocasión intervinieron los servicios sociales.

Ibrahimovic ha dado pocas entrevistas reveladoras, pero discute su infancia abierta y extensamente en su autobiografía. “Mi papá nunca estaba ahí”, afirmó. “Me ocupé de mí mismo. Quizás fue doloroso; realmente no puedo decirlo”.

Si no hubiera encontrado el fútbol, reconoció Ibrahimovic, hubiera terminado en prisión. De pequeño era un ladrón talentoso; había aprendido a forzar cerraduras y robar bicicletas. Una vez, sin saberlo, robó la bicicleta de un cartero, y con ella las cartas y los paquetes del vecindario. En otra ocasión huyó con la bicicleta de su entrenador, desde el vestuario de su equipo. “Me divertía robar cosas”, dijo.

Sin embargo, lo que Ibrahimovic realmente anhelaba era el reconocimiento y el respeto que encontró en los polvorientos campos de juego del complejo Rosengard, donde creció. El área era una mezcla de bosnios, serbios, somalíes, turcos y polacos, inmigrantes que -al igual que Ibrahimovic- vivían al margen de la sociedad y nunca se adaptaron.

El campo de fútbol se convirtió en su campo de entrenamiento, y los estruendosos juegos duraban hasta bien entrada la noche. Al igual que en las canchas de baloncesto de Brooklyn, Filadelfia y Chicago, ganar no era suficiente; había que jugar con estilo y garbo. Los trucos y los movimientos a menudo eran más importantes que los goles; así es como se llamaba la atención.

Así, Ibrahimovic copiaba a los llamativos jugadores brasileños -como Romario y su ídolo, el incomparable Ronaldo- y comenzó a dormir con un balón de fútbol escondido junto a su almohada.

Ese talento para el espectáculo definió después su carrera, pero a medida que ascendía lentamente en el ranking de fútbol juvenil en Suecia, chocaba con el concepto del juego en equipo. Como resultado, varios entrenadores lo enviaron a casa más de una vez, mientras que en otras ocasiones los padres de sus compañeros redactaron peticiones exigiendo que lo expulsaran del club.

Nada de eso funcionó; Ibrahimovic era demasiado bueno. Y eso condujo a otro rasgo que lo acompañó a lo largo de su carrera: cada vez que cuestionaban su habilidad o valor, respondía con una jactancia exagerada, pero luego salía al campo a respaldarlo.

“Siempre traté de jugar así de arrogante”, afirmó. ”Es algo que mantengo desde que era pequeño. No podía mostrar ninguna debilidad”.

No es sorprendente que su otro ídolo deportivo sea Muhammad Ali.

“Cuando experimentas momentos en los que la gente ha dudado de ti, o se han burlado de ti o han sido malos contigo, vas por caminos diferentes”, expuso Alexi Lalas, exestrella de la Copa del Mundo y gerente general del Galaxy. “Desarrollas un gran deseo de demostrar que los otros están equivocados, pero también de demostrarte a ti mismo que eso no es lo que eres. Él sabe lo que es y lo que puede hacer. Y siente la responsabilidad de estar a la altura de ello”.

La bravuconada y la exageración son parte de eso. El jugador registró su nombre de pila, se comparó repetidas veces con Dios y, después de que Suecia no pudo clasificarse para el último Mundial, Ibrahimovic desvió su decepción al decir que el torneo no valía la pena si él no jugaba.

“No puedo evitar reír”, dijo una vez, “ante lo perfecto que soy”.

Sin embargo, a pesar de todas las bravuconadas en público, en los vestuarios del Galaxy, donde ocupa el antiguo armario de la esquina de Landon Donovan, Ibrahimovic encaja silenciosamente. “Es un gran tipo”, expresó el mediocampista Baggio Husidic. “Dentro del grupo es un bromista. Es realmente acogedor con los muchachos jóvenes e interactúa con los niños de la academia que aparecen”.

“Todavía no hemos entendido que está aquí. Miro hacia arriba y digo: ‘Oh, Zlatan está en nuestro vestuario’. Es algo loco”, comentó Husidic.

Su jactancia ha tenido, además, otro propósito más que acaparar los titulares. Aunque los alardes tienen humor, a menudo aumentan las expectativas, lo cual obliga a Ibrahimovic a trabajar más y esforzarse para superarlos.

“Tiene un impulso fuerte y comprende el personaje que interpreta, la personalidad que es”, afirmó Lalas. “Eso no significa necesariamente que no sea genuino y auténtico. Pero sí entiende cómo manipularlo y usarlo para su beneficio. Entonces, lo más importante de toda la ecuación es que comprende que tiene la habilidad innata de estar a la altura y brindar esos momentos, en lugar de simplemente hablar de ellos”.

Barton agregó: “Probablemente, solo él y [Cristiano] Ronaldo puedan respaldarlo. Hablan con mucha confianza de lo que hacen”.

También predican con el ejemplo.

Veinticuatro horas después de su primera conferencia de prensa en el Galaxy, en la cual respondió varias preguntas sobre si era demasiado viejo y estaba débil para ayudar al equipo, Ibrahimovic ingresó al campo del StubHub Center como sustituto en el segundo tiempo, y rápidamente puso su sello en un partido que muchos ya consideran el más memorable de la historia de la MLS.

En cuestión de minutos, sus momentos culminantes destellaban en los teléfonos móviles, pantallas de computadoras y televisores de todo el mundo, consolidando aún más la leyenda.

En Singapur, un marinero estadounidense llamado Francisco Gómez entró en un bar de karaoke con la camiseta azul oscuro del Galaxy, y fue abordado por un extraño que le susurró una sola palabra: “Ibrahimovic”. En México, un turista canadiense y funcionario de la MLS llamado Sean Dennison miraba hacia una TV en silencio que repetía los goles una y otra vez.

En Londres, los simpatizantes del Chelsea se apretujaron en un vagón de tren, asombrados ante un video de YouTube, mientras que en Arabia Saudita un fan de Ibrahimovic llamado Muhammed retuiteó los goles seis veces.

En tanto, en Suecia, una antigua maestra, quizás todavía con una herida en la cabeza, podrá haberse maravillado también.

“No se puede hacer algo brillante a menos que te atrevas a brillar”, afirmó el entrenador del Galaxy, Sigi Schmid. “Ibrahimovic es la definición perfecta de un chico que siempre se atreve a ser brillante. Y si haces eso, logras unas cuantas cosas”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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