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Cómo la película ‘Boyz n the Hood’ formó a un niño de barrio

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“Boyz n the Hood” no fue la primera película de John Singleton que vi en los cines -esa distinción va a “Poetic Justice” de 1993- pero es la que más se ha quedado conmigo. Pasé gran parte de mi infancia temiendo la sombría estadística que abrió la película.

En la apertura de la película, en forma de un mensaje que aparece en la pantalla antes de que comience la acción se lee: “Uno de cada 21 hombres negros estadounidenses será asesinado en su vida. La mayoría morirá a manos de otro hombre negro”.

Singleton, quien falleció el pasado lunes a la edad de 51 años, después de un derrame cerebral, tenía apenas 23 años cuando escribió y dirigió “Boyz n the Hood”, la película de 1991 que lo convirtió en el más joven y el primer director negro nominado para un Oscar, y acuñó su condición de visionario en el cine negro.

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El director, productor y guionista fue empujado por la brutalidad de una estadística que amenazaba a los jóvenes negros como él en este país, cuyas realidades apenas se representaban fuera de la música rap antes de que Singleton, recién salido del programa de cine de la USC, filmara el drama sobre un grupo de adolescentes negros de South Central.

La película, protagonizada por Ice Cube, Cuba Gooding Jr., Morris Chestnut, Laurence Fishburne, Nia Long, Regina King y Angela Bassett, estaba basada en las experiencias de Singleton que creció en South Central durante la década de 1980, un momento en el que los jóvenes negros en Los Ángeles tenían seis veces más probabilidades de morir que sus compañeros blancos, una cifra amplificada en South Central, donde la tasa de homicidios era más de tres veces la tasa per cápita de Los Ángeles.

Ese tipo de verdad nada agradable, y el trauma que trae a los que la enfrentan de frente, es lo que distinguía “Boyz n the Hood” y vincula gran parte del trabajo de Singleton, desde películas como “Higher Learning” y “Baby Boy” hasta su FX serie “Snowfall”.

En las casi tres décadas transcurridas desde su lanzamiento, “Boyz n the Hood” continúa clasificándose entre las películas esenciales en el canon de historias surgidas de las oscuras realidades de la vida en la marginalidad de la ciudad.

Ver la película siendo un joven negro se sentía como un rito de vida.

Con su drama de 1991, “Boyz N the Hood”, el director John Singleton se convirtió en el primer cineasta afroamericano nominado a un Oscar como director. Murió por las complicaciones causadas de un derrame cerebral que sufrió el 17 de abril.

En la narrativa, “Boyz n the Hood” es una advertencia sobre los horrores que enfrentan los jóvenes negros en los barrios devastados por pandillas, drogas y violencia.

Los raperos ya habían estado proporcionando mensajes de testigos oculares de los barrios de donde provenían (el título de la película viene directamente de un hit de Eazy-E que apareció en un álbum de la NWA), pero el éxito de taquilla del debut de Singleton generó un subgénero completo de películas de “hip-hop” lideradas por negros, mientras los estudios cinematográficos se beneficiaban de un mercado juvenil para el realismo callejero que las comunidades apenas mostraban fuera de la cobertura de las noticias.

Sin “Boyz n the Hood” no habría “Juice”, “Menace II Society”, “Above the Rim”, “Fresh”, “South Central” o “Friday”.

Sin embargo, fue la exploración de Singleton de la virilidad, la amistad, el optimismo y la responsabilidad lo que hizo que la película fuera un éxito para este joven negro que crecía en una comunidad de clase media baja en Cincinnati.

Para entonces ya sabía muy bien las implicaciones de tomar la decisión o la acción equivocada al crecer en un vecindario donde los traficantes y pandilleros se convierten en padres sustitutos y hermanos mayores.

“Miré a niños ingresar a grupos de pandillas y luchar para sobrevivir. Dominé el arte de saber qué barrios y edificios de viviendas nunca pisar. Puedo recordar fácilmente cuando corría a toda velocidad de las balas que salpicaban indiscriminadamente provenientes de un IROC-Z Camaro rojo y la cara del hombre que me apuntó con una pistola en la escuela preparatoria está siempre grabada en mi cabeza”.

Hay un dicho que se me quedó en la mente de un anciano negro en mi familia o de mi comunidad: “el día que naciste, había una caja de pino y una celda de prisión construida con tu nombre”.

Me imagino que Singleton escuchó esas palabras a una edad muy temprana en su vida. Seguramente durante algún tipo de conversación sobre la vida siendo negros y que han escuchado durante décadas las amenazas que les esperan.

Su compromiso de mostrar la realidad de lo que se siente estar constantemente atormentado por pensamientos de mortalidad y el trauma de llevar una vida rodeado de conflicto, para mí, eso es lo que hizo que “Boyz n the Hood” causara tanto impacto.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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