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‘Big Little Lies’ esta temporada es menos blanca, pero aún falla en la cuestión racial

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Advertencia: este artículo contiene detalles del episodio del domingo de “Big Little Lies”.

Nadie sabe qué es lo que le preocupa a Bonnie Carlson. Una de las infames “Cinco de Monterey” de la serie “Big Little Lies” -un grupo de mujeres ricas que intentan ocultar los detalles de su participación en el asesinato de uno de sus esposos en una gala escolar para recaudar fondos-, la culposa Bonnie (Zoë Kravitz), se ha retirado desde el incidente, alejándose de sus amigos y familiares. Su esposo, Nathan, teme estar perdiéndola. Su amiga Madeline se pregunta si está consumiendo drogas. Otros en su círculo están desconcertados y preocupados.

Pero la madre de Bonnie, Elizabeth, quien llega inesperadamente de visita en el episodio del domingo, brinda sin rodeos la raíz del problema: Bonnie es una mujer negra y vive en una comunidad blanca que no la aprecia ni la respeta.

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La escena entre Bonnie y su madre es uno de los momentos más sorprendentes de la nueva temporada de “Big Little Lies”. Mientras que el drama ganador de premios Emmy, liderado por Reese Witherspoon, Nicole Kidman, Shailene Woodley y Laura Dern, obtuvo una gran repercusión tanto de los críticos como de la audiencia en su primera temporada, algunos observadores notaron que la serie, con su elenco predominantemente blanco y un entorno suburbano de clase media alta, evitaba claramente mencionar la etnia de Bonnie.

Otros argumentaban que el personaje de Kravitz, una instructora de yoga con trenzas y tatuajes, a menudo estaba marginada de la acción principal y era menos definida que sus contrapartes blancas; su hija, Skye (Chloe Coleman), tampoco aparecía tanto en la serie como los niños del resto del elenco. La única otra persona de color con un rol significativo en la primera temporada fue la detective Adrienne Quinlan (Merrin Dungey), investigadora principal de la muerte de Perry Wright (Alexander Skarsgard), el marido abusivo de Celeste Wright, interpretada por Kidman.

La casi total ausencia de diversidad incluso pareció frustrar a Kravitz, quien declaró en una entrevista para Rolling Stone el año pasado que había intentado que los productores lidiaran con las diferencias culturales de los personajes. “No funcionó”, le dijo a la revista. “La gente tiene miedo de tocar esos temas. [Pero] si estamos haciendo arte y tratando de analizar la condición humana, hagámoslo”.

No está claro si el creador de la serie, David E. Kelley, o la extensa lista de productores ejecutivos, que incluye a Witherspoon y Kidman, están respondiendo conscientemente a esas críticas en la segunda temporada. Pero es evidente que, a juzgar por los tres episodios disponibles para revisión, hay mucho más ‘sabor’ en “Big Little Lies” esta vez. Además de los comentarios de Elizabeth y el refuerzo de la trama de Bonnie, el elenco cuenta con más artistas de color.

Sin embargo, si bien las declaraciones de Elizabeth y una presencia minoritaria más visible pueden provocar una apreciación momentánea de quienes queremos un poco más de actualidad en nuestros programas de entretenimiento, este ‘despertar’ es sólo superficial.

Por ejemplo, si bien Elizabeth hace una observación válida sobre el hecho de que Bonnie es tratada como una extraña, su credibilidad se diluye y, al parecer, es rechazada por su hija a raíz de que tenía (o tiene) un problema con la bebida y puede no haber sido la madre ideal para ella (Elizabeth también tiene un lado new age con los cristales, algo que sólo crea más dudas acerca de su juicio en la mente del espectador). Bonnie inmediatamente ignora las preocupaciones de su madre, una indicación de que el programa puede avanzar sin explorar mucho más el tema. Al final del episodio, el mismo personaje, molesto con su madre después de una tensa cena, le pide que se vaya, aunque Elizabeth se queda de todos modos, un gesto que pone en primer plano la complicada relación entre ambas y minimiza la cuestión de la raza.

Queda por verse si este último tema volverá a aparecer; por ahora, su manejo no es satisfactorio. Introducido por un personaje negro que no es parte clave de la serie, y que es mostrado por los guionistas como poco digno de confianza desde el principio, el dilema racial de Bonnie, como una mujer de color rodeada de blancos, es despachado sin rodeos, tanto en comparación con su propia culpa, como con la ambición, el adulterio, el abuso doméstico y otros problemas que enfrentan sus amigas y vecinas.

La temporada 2 también presenta al primer personaje masculino negro de la serie, Michael Perkins (interpretado por Mo McRae), el nuevo maestro de segundo grado de la primaria Otter Bay, donde los niños de las ‘Cinco de Monterrey’ van a la escuela. Pero Perkins, quien llega a la escena sin introducción y con sólo unas pocas líneas, es hasta ahora una figura unidimensional, cuya función principal es actuar como un objetivo sumiso para las estrafalarias diatribas parentales de Renata Klein (Dern).

La primaria Otter Bay también tiene una nueva subdirectora asiático-estadounidense, Lisa Coolidge, interpretada por Eliza Shin. Coolidge es presentada a Madeline Mackenzie (Witherspoon) por el director, Warren Nippal (P.J. Bryne), en el primer episodio de la temporada, que tiene lugar el primer día de clases. Madeline saluda, luego vuelve su atención a Nippal. Coolidge apenas aparece en los dos episodios siguientes. Mientras tanto, la serie encuentra tiempo para que Jane Chapman (Woodley) baile sola en la playa, y para que Tori (Sarah Sokolovic), la esposa del ex amante de Madeline, luzca sus nuevos pechos con implantes en el supermercado.

Si quienes dirigen la escuela primaria consideraran que contar con un personal más diverso beneficiaría al cuerpo estudiantil -casi enteramente blanco-, ello sería un margen interesante para la serie: es probable que Perkins sea el primer hombre negro que la mayoría de esos niños haya encontrado. Así, habría lecciones aprendidas para ambos lados.

En cambio, el enfoque de la segunda temporada hacia la cuestión racial se parece más a ‘marcar la casilla’.

¿Finalmente se reconoce la etnia de Bonnie? Marcado.¿Incorporar algunas caras oscuras a la mezcla? Hecho. ¿Mejorar la banda sonora con clásicos de Motown y R&B, para lograr una vibra de “Big Chill”? Marcado. ¿Volver a como era todo antes de esto? ¡Marcado, marcado y marcado!

Quizás hubiera sido mejor que la serie deje enterrada su cabeza en las blancas arenas.

La raza sigue siendo uno de los temas más acalorados y divisivos en el país. Aunque podría ser admirable para Kelley y las blancas filas de productores y escritores de la serie, tal como confirmó un publicista de HBO, inyectar más diversidad en los procedimientos, tratar el tema tan superficialmente, sin ninguna sensibilidad o comprensión, es más que un intento erróneo de relevancia: es ofensivo.

“Big Little Lies” no es la primera serie de HBO que tiene dificultades para lidiar con la raza. “Girls”, creada por Lena Dunham, fue criticada en su primera temporada por ignorar la diversidad de la ciudad de Nueva York. “Game of Thrones”, también, mantuvo el tema casi ausente en sus papeles protagonistas, incluso entre los principales contendientes al Trono de Hierro. Algunos fanáticos se quejaron cuando Daenerys Targaryen liberó esclavos de piel oscura para que la ayudaran en su búsqueda del poder.

Como Zeba Blay, redactora principal de cultura del Huffington Post, señaló en un ensayo donde elogió la primera temporada, “Tal vez para Kravitz, el hecho de que nunca se mencione la raza de su personaje es refrescante en una industria que alguna vez la rechazó para un papel en “Batman” porque los directores no querían “hacer una versión urbana”. Para otros, es un enfoque no racista y tedioso de la diversidad”.

No hay duda de que “Big Little Lies”, con su elenco atractivo y estelar, es irresistible, y la incorporación de Meryl Steep esta temporada, como la extraña y doliente madre de Perry, hace de la serie un producto obligado. Por eso es tan decepcionante su intento fallido de tratar progresivamente la cuestión racial: al abordar las diferencias culturales de sus personajes no blancos sin intuición o delicadeza, al menos hasta ahora, el tema simplemente se convierte en una distracción.

El resto de la temporada puede probar que estoy equivocado. Pero me temo que me sentiré más como Elizabeth, que le dice a su hija: “Hay algo en el aire... y no me gusta”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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