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Aumenta la población de desamparados en L.A, pero no tan rápido como el número que está muriendo

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Un número récord de personas sin hogar mueren en todo el condado de Los Ángeles, en bancos de autobuses, laderas, vías de ferrocarril y aceras.

Sólo el año pasado, 918 personas perecieron y en los últimos cinco años, las muertes aumentaron un 76%, una tasa que supera el crecimiento de la población desamparada, según un análisis de los datos del forense del condado realizado por Kaiser Health News.

Hasta ahora, los funcionarios y expertos en salud no han podido identificar una sola causa del incremento, pero afirman que el aumento del abuso de sustancias podría ser una de las principales razones.

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El agravamiento también refleja una agudización en el número de personas que carecen de hogar a nivel crónico y que normalmente no hacen uso de los refugios, lo cual significa que un mayor número de ellos viven por más tiempo en las calles, con graves problemas de salud física y conductual, señalan.

“Es una combinación de personas que viven mucho tiempo en situaciones poco saludables y que tienen múltiples problemas de salud”, detalló Michael Cousineau, profesor de la Escuela de Medicina Keck, de la USC. “Hay más complicaciones y una de ellas es una alta tasa de mortalidad. Es una tragedia”.

El año pasado, casi 53.000 personas quedaron sin vivienda en el condado de L.A y la mayoría de ellas no acudía a refugios, según un recuento puntual de residentes sin hogar. Se trata de un aumento de alrededor del 39% desde 2014.

La población sin hogar también creció en todo el país, aunque no hay un recuento nacional de desamparados fallecidos.

El Departamento Forense del Condado de Los Ángeles considera a alguien como desamparado cuando no tiene una residencia establecida, o si el cuerpo fue encontrado en un campamento, refugio u otro lugar que sugiera la falta de vivienda.

Según estos criterios, el forense informó que hubo 3.612 personas sin hogar fallecidas en el condado de L.A entre 2014 y 2018.

Una mirada detallada a los datos revela una imagen compleja de dónde y cómo mueren los desamparados. Un tercio de ellos falleció en hospitales, pero perecieron en mayor número a la intemperie, en callejones, estacionamientos, cauces de ríos y en rampas de autopistas.

Las muertes de hombres sin hogar superaron a las de las mujeres en iguales condiciones, pero el porcentaje de mujeres fallecidas aumentó más rápido que el de los varones. Aunque los afroamericanos representan menos de una décima parte de la población del condado, son casi un cuarto de los desamparados fallecidos.

“Tenemos que tomar medidas ahora mismo”, remarcó el reverendo Andy Bales, CEO de Union Rescue Mission, un refugio para personas sin hogar el barrio bajo de L.A. “De lo contrario, el año que viene superarán el millar”.

Según el análisis de la oficina del forense, las drogas y el alcohol desempeñaron un papel directo en al menos un cuarto de las muertes de desamparados en los últimos cinco años. Es probable que las sustancias también contribuyan a muchos más decesos, incluidos aquellos vinculados con problemas hepáticos y cardíacos.

La determinación de la causa de muerte del forense “no necesariamente revela la historia completa”, consideró Brian Elias, jefe de investigaciones forenses del condado, quien calificó el aumento como “alarmante”.

Una persona sin hogar puede contraer una infección además de una enfermedad crónica y aunado a un trastorno por abuso de sustancias, todo ello, en conjunto, puede llevar a un mal resultado, “al conjugar esos factores están jugando con fuego”, describió Coley King, médico de Venice Family Clinic.

Raymond Thill tenía sólo 46 años cuando murió, el año pasado, de lo que su esposa, Sherry Thill, definió como ‘complicaciones relacionadas con el alcoholismo’. La pareja había estado sin hogar durante muchos años antes de mudarse a un pequeño apartamento en el sur de Los Ángeles, poco antes del fallecimiento.

Thill narró que su esposo a menudo bebía vodka durante el día y que había estado internado varias veces debido a problemas de hígado y otras complicaciones de salud. Él había intentado rehabilitarse y ella intentaba quitarle el alcohol. Nada funcionaba. “Estaba obsesionado”, dijo ella. “Así que me encargué de cuidarlo”.

Al final, relató Thill, la cirrosis dejó a su esposo con ictericia, hinchado e incapaz de retener los alimentos.

King atendió a Raymond Thill antes de su muerte y está convencido de que habría vivido más si hubiera salido antes de las calles.

“Esto no debería ocurrir”, especialmente cuando muchas muertes pueden evitarse con un mejor acceso a la atención médica y la vivienda, agregó David Snow, profesor de sociología en la Universidad de California en Irvine. “Si vives en la calle, no tienes la atención que necesitas”.

Según el análisis de los datos, los desamparados en el condado de Los Ángeles murieron de muchas de las mismas enfermedades que la población general: afecciones cardíacas y pulmonares, cáncer, diabetes e infecciones. Pero lo hicieron a una edad mucho más joven, explicó el Dr. Paul Gregerson, quien atiende a residentes sin hogar como director médico para las clínicas del Instituto JWCH, en el área de Los Ángeles.

Un estilo de vida estresante, la falta de alimentos saludables y la exposición constante al clima contribuyen a un fallecimiento temprano, dijo. La edad promedio en que murieron las personas sin hogar en el condado de Los Ángeles fue de 48 años para las mujeres y 51 para los hombres.

En general, en California, la esperanza de vida fue de 83 para las mujeres y de 79 para los hombres en 2016 -de las mejores de la nación en cuanto a longevidad-.

“En una situación de desamparo, el cuerpo envejece más rápido por vivir a la intemperie”, explicó Gregerson.

Durante un período de cinco años en el condado de L.A., según el análisis, también hubo un aumento en las muertes de adultos jóvenes sin hogar; por ejemplo, los decesos de adultos menores de 45 años aumentaron a más del doble.

Los datos no detallan si tenían enfermedades mentales, una condición que, según Elías, de la oficina forense, podría ser un factor contribuyente en algunos de los fallecimientos.

Stephen Rosenstein, de 59 años, estaba cruzando la calle en el barrio angelino de Panorama City, una noche el año pasado, cuando un automóvil lo atropelló y lo mató, contó su hermana, Cindy García. Había pasado años yendo de las calles a los refugios y a los hogares de pensión y cuidados. A Rosenstein le habían diagnosticado esquizofrenia y depresión maníaca, precisó su hermana, y con frecuencia se resistía a la ayuda, un comportamiento que ella atribuía a su enfermedad mental. “La mayoría de la gente desea tener un techo sobre su cabeza”, dijo. “Él sólo peleaba”.

La causa de deceso de Rosenstein fue catalogada como “lesiones traumáticas”. Las muertes por trauma o violencia son comunes entre los desamparados identificados en los datos del forense: al menos 800 personas fallecieron por traumatismos, y de ellas, aproximadamente 200 fueron baleadas o apuñaladas. “Están expuestos a que la mala suerte haga de las suyas”, afirmó King.

Anna Gorman y Harriet Blair Rowan reportan para Kaiser Health News, un servicio nacional de noticias sobre políticas de salud y un programa editorial independiente de Kaiser Family Foundation. hrowan@kff.org

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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