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Antes de la llegada de la caravana, a los solicitantes de asilo se les prohíbe la entrada en los puentes limítrofes

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Los migrantes que llegan a la frontera de EE.UU. para buscar asilo están sujetos a tácticas que, según los defensores de los derechos de inmigración, están pensadas para expulsarlos, violando sus derechos según la ley federal.

Las tácticas incluyen forzarlos a esperar indefinidamente en la frontera, o enviarlos de regreso a México para sumarse a una larga lista con demoras que mantienen los funcionarios de inmigración mexicanos.

La administración Trump indicó que tales medidas son necesarias porque no puede hacer frente a un gran aumento en el número de solicitantes de asilo, muchos de ellos originarios de América Central. En 2017, los tribunales de inmigración estadounidenses tramitaron 120,000 pedidos, un incremento del 400 por ciento desde 2013.

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Pero los defensores de los inmigrantes sostienen que el gobierno está violando la Ley de Inmigración y Nacionalidad de Estados Unidos, que establece que cualquier extranjero que llegue al país tiene derecho a pedir el beneficio.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos “está violando la ley y rechazando a los solicitantes de asilo en los puentes de Texas”, afirmó Shaw Drake, un abogado del Centro de Derechos Fronterizos de ACLU de Texas, con sede en El Paso.

El letrado considera que obligar a los inmigrantes a unirse a una larga lista de espera equivale a rechazarlos. “Prohibirles la entrada y darles instrucciones amorfas es ilegal”, expresó.

Es probable que el tema llegue a un punto crítico cuando una caravana de varios miles de centroamericanos que actualmente se dirigen al norte, a través de México, llegue a la frontera de Estados Unidos.

Se espera que muchos de ellos soliciten asilo, condición que puede pedirse por temor a la persecución debido a la raza, la religión, la nacionalidad, el grupo social o la opinión política.

Trump, quien prometió cerrar la frontera, consideró en una entrevista con la presentadora de televisión y radio Laura Ingraham que Estados Unidos permitirá a los migrantes presentar solicitudes de asilo, pero que estos se verán obligados a vivir en “tiendas de campaña” mientras esperan las sentencias judiciales, un proceso que puede llevar años.

“No vamos a construir estructuras y gastar todo eso; cientos de millones de dólares”, afirmó Trump. “Vamos a disponer tiendas de campaña. Van a ser muy agradables, y ellos van a esperar y si no consiguen asilo, se irán… A menudo no obtienen asilo”.

A finales de octubre, después de que 20 inmigrantes de Cuba, Honduras, México y Rusia llegaron al puente fronterizo en El Paso, los oficiales estadounidenses desplegados en medio del puente —la “línea limítrofe”— les dijeron que esperaran. Y así lo hicieron, algunos durante días, en el frío y la lluvia. Otros se quedaron en un refugio cercano.

“Esperaremos y veremos qué ocurre; día y noche, porque no tengo a dónde ir”, aseguró Alexander Narzilloev, de 35 años, quien estaba con su esposa e hijos, de tres y seis años.

Narzilloev tenía un negocio de materiales para la construcción en Moscú, pero huyó de allí después de que la mafia local lo extorsionara y recibiera amenazas de muerte, entre ellas la de un hombre que lo llamó y le dijo que sabía dónde asistía su hijo al jardín de infantes, comentó él.

La familia originalmente se había dirigido al cruce en Calexico, California, donde los oficiales les dijeron que no tenían espacio. Después de esperar una semana y gastar lo que les quedaba de sus ahorros —$8,000— en un hotel, Narzilloev y su familia tomaron un autobús a Ciudad Juárez, México, con la esperanza de ingresar por El Paso.

“Escuché en las noticias que Trump pidió cerrar todas las fronteras. ¿Ya ha ocurrido?”, preguntó. “Eso se supone que es para los ilegales. Nosotros somos legales”.

Varios demócratas de la Cámara de Representantes enviaron una carta a la secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, solicitando información sobre por qué y cómo se rechazaba a los solicitantes de asilo.

El senador Tom Udall, un demócrata de Nuevo México, emitió una declaración en la que pidió “el procesamiento justo y ordenado de los solicitantes”. “Cualquier intento de negar a estas familias e individuos su derecho a pedir refugio es incorrecto”, consideró.

La administración Trump ha intentado una variedad de enfoques para disuadir a las personas de llegar a Estados Unidos, la más polémica fue la política de “tolerancia cero”, mediante la cual se acusaba penalmente a cada adulto migrante que cruzaba la frontera sin autorización y se separaba a los padres de sus hijos.

La iniciativa resultó en la separación de 2,654 niños y generó una indignación generalizada antes de que Trump la cancelara, en junio pasado.

El gobierno todavía busca detener a las familias por tiempo indefinido y lucha contra los defensores de los inmigrantes con la esperanza de anular una orden de un juez federal que data de 1997, que exige que los menores permanezcan detenidos por no más de 20 días. Los fiscales federales también han luchado para restringir la definición de asilo político.

Pero el gobierno está desconcertado por lo que Kevin McAleenan, comisionado de Aduanas y Protección Fronteriza, llama la “brecha de asilo”: la incapacidad de impedir que las personas realicen reclamos falsos de asilo y vivan legalmente en Estados Unidos durante años, mientras avanzan sus casos.

Los defensores de los inmigrantes dicen que las nuevas tácticas en la frontera tienen como objetivo desalentar los pedidos de este beneficio.

ACLU de Texas señaló que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, la mayor agencia federal del orden, cuyo personal y presupuesto se duplicaron en los últimos 20 años, procesó a 1,1 millones de personas menos en la frontera sur en 2017, en comparación con la cifra registrada en 2000.

En lugar de ampliar la capacidad para procesar a los solicitantes de asilo en los cruces fronterizos, los funcionarios los obligaron a esperar. El método varía de un cruce a otro.

En El Paso, los oficiales de aduanas le han dicho a los inmigrantes que regresen en pocas horas, o simplemente “más tarde”. El cruce de San Ysidro, en San Diego, usa un proceso llamado “dosificación”, en el cual los solicitantes debieron hacer citas a través de funcionarios de inmigración mexicanos.

En una demanda colectiva federal presentada en 2017 y que aún está pendiente, el grupo Al Otro Lado —con sede en Los Ángeles y Tijuana— y otras instituciones de defensa argumentaron en nombre de más de una docena de inmigrantes que la política viola el derecho internacional y el derecho al debido proceso.

La Oficina del Inspector General en el Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. informó recientemente que la práctica de la dosificación puede haber aumentado los cruces fronterizos ilegales.

Durante una visita a San Ysidro, a finales de octubre, McAleenan elogió la práctica y consideró que es probable que se amplíe a otros cruces si hay un “aumento significativo en las llegadas” en los próximos días.

El proceso no equivale a rechazar a los inmigrantes, afirmó, porque “pueden permanecer en línea si lo desean”.

“Si alguien llega y tiene un caso, proporcionamos acceso”, dijo, y agregó que algunos oficiales han sido investigados, disciplinados y reentrenados después de rechazar a los solicitantes de asilo. Otras acusaciones fueron infundadas, remarcó.

Los trabajadores del Hope Border Institute, sin fines de lucro, visitan los puentes de El Paso para documentar los casos de solicitantes rechazados.

El 24 de octubre encontraron a Pedro Morales, de 21 años, y a su novia, Janet Macola, de 19. Ambos huyeron de Cuba luego de que las autoridades les impidieran abrir un salón de belleza y amenazaran con meter preso a Morales. Ahora buscan obtener asilo.

Una familia de cuatro integrantes, provenientes del estado de Guerrero, en el sur de México, afirmó que su área se convirtió en un pueblo fantasma controlado por un alcalde aliado con el crimen organizado, y que estaban demasiado asustados para ser citados en este artículo por sus nombres.

La pareja cubana y la familia mexicana se acercaron a los oficiales estadounidenses en el centro del puente; a ellos se les dijo lo mismo: “Está lleno en este momento”.

Los solicitantes permanecieron allí. “¿Qué otra cosa podemos hacer?”, preguntó la madre mexicana.

Sin dinero ni opciones, sólo restaba esperar.

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