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Advertencia: Leer esto en un teléfono inteligente puede causar ansiedad, según los investigadores

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La maestra de biología de la escuela preparatoria, Kelly Chavis, sabía que los teléfonos inteligentes eran una distracción en su clase. Pero ni siquiera sus estudiantes se dieron cuenta del costo psicológico de sus dispositivos hasta que un experimento en clase se empezó a difundir en las redes sociales.

Durante un período de clase, los estudiantes usaron una pizarra para contar, en tiempo real, cada Snapchat, Instagram, texto, llamada u otra notificación que llegaba. Se les dijo a los estudiantes que no respondieran para evitar generar respuestas... y notificaciones adicionales.

Los maestros de todo el país han realizado experimentos similares.

“Una niña, sólo durante una hora, recibió cerca de 150 notificaciones de Snapchat. ¡150!”, dijo Chavis, quien imparte cursos de nivel de honores en Rock Hill Schools en Carolina del Sur.

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Ella está entre un número creciente de maestros, padres, profesionales médicos e investigadores convencidos de que los teléfonos inteligentes ahora desempeñan un papel importante en la creciente ansiedad de los estudiantes -una tendencia tan generalizada que un boletín de la Asociación Nacional de Educación etiquetó la ansiedad como un “tsunami de salud mental”.

Las pruebas, los horarios repletos de actividades extracurriculares y los factores de estrés perpetuos, como la pobreza, pueden afectar a los estudiantes. Pero la investigación ahora apunta a las redes sociales impulsadas por teléfonos inteligentes como uno de los mayores detonadores del estrés. Después de todo, ahí es donde las cartas de aceptación de la universidad llenan Instagram, todos saben a dónde van a ir en las vacaciones de primavera, y las fallas atléticas y los momentos sociales incómodos que pueden vivir en las redes para siempre.

Jean Twenge, profesor de psicología en la Universidad Estatal de San Diego que ha estudiado el tema, dijo que no fue una coincidencia que los problemas de salud mental de los jóvenes hayan aumentado con la cantidad de teléfonos. “Lo que muchos adolescentes me dijeron es que los mensajes de redes sociales y sus celulares se sienten como si fueran obligatorios”, dijo, lo que lleva a una pérdida de sueño y de interacciones cara a cara, necesarias para su bienestar mental.

El año pasado, un editorial en la revista de la Academia Americana de Pediatría recomendó que los médicos les preguntaran a los pacientes adolescentes sobre su uso de las redes sociales como parte de la evaluación de rutina, junto con preguntas más tradicionales sobre la vida en el hogar, las actividades sexuales y drogas.

“El uso aberrante y / o excesivo de las redes sociales puede contribuir al desarrollo de trastornos de la salud mental en adolescentes en riesgo, como sentimientos de aislamiento, síntomas depresivos y ansiedad”, escribieron tres investigadores en la revista Pediatrics.

Los investigadores aún están discutiendo si los celulares impulsan la depresión de los estudiantes o esta impulsa el uso del teléfono. Pero el 70% de los adolescentes considera que la ansiedad y la depresión son problemas importantes entre sus compañeros, según un informe del Centro de Investigación Pew de febrero.

Casi el 60% de los padres dijeron que les preocupaba la influencia de las redes sociales en la salud física y mental de sus hijos en la encuesta Stress in America de la American Psychological Assn.

Las escuelas están empezando a reaccionar. Muchos distritos ahora contratan empresas externas para monitorear las publicaciones de los medios sociales de los estudiantes en busca de signos de angustia. Otros invitan a instructores de yoga y perros para enseñar incluso a los niños más pequeños a evitar que la tecnología les ponga al límite.

En abril, la escuela preparatoria del área de Belfast en Maine, organizó un día de eventos sin teléfono, el cual sirvió para subrayar el impulso de la tecnología cuando menos del 20% de los estudiantes y del personal participaron.

Mientras tanto, los estudiantes y los padres están llenando los auditorios escolares para la proyección de documentales como “LIKE” y “Angst”, que exploran las redes sociales, la tecnología y la ansiedad. Movimientos como “Away for the Day” y “Wait Until 8th” desalientan el uso de teléfonos celulares en la escuela secundaria.

Cuando obtuvo un teléfono inteligente por primera vez en el séptimo grado, todos los textos en el muro, mensajes y gustos llevaron el nivel de ansiedad de Nia Coates a “probablemente un 10”, dijo. Ahora que es estudiante de secundaria, la adolescente de Buffalo ha descubierto cómo manejar las distracciones.

Se desconectará completamente de sus cuentas de Snapchat, Instagram y Twitter, y eliminará una aplicación por completo por un tiempo. “Entre más años cumplo, más me doy cuenta de que realmente no importa, así que no es tan estresante”, dijo Coates, recordando que en el pasado publicaba algo y lo eliminaba de inmediato por temor a ser criticada.

La ansiedad se ha convertido en el obstáculo más importante para el aprendizaje entre los estudiantes de preparatoria de Chris Doyle en Avon Old Farms School en Connecticut. Doyle, quien ha sido maestro durante 30 años, es testigo de un profundo cambio hacia la autoevaluación constante que asocia con las redes sociales.

“Ese tipo de conciencia de las vidas de otras personas, incluso lo que solía ser considerado como la vida privada de otras personas, es un poco hiperactivo en este momento”, dijo Doyle. “Y no creo que la mayoría de la gente se sienta bien, porque nadie es perfecto y la mayoría de los niños se sienten imperfectos”.

Algunos estudiantes simplemente parecen abrumados por las notificaciones de las redes sociales durante el día escolar. “Se convierte en una ansiedad: ‘Es como si al no responder, pensaran que se están perdiendo de algo ahora’”, dijo Elizabeth Utterback, una maestra de secundaria de Troy, Mo.

Los estudiantes de primer año son particularmente susceptibles, dijo. Su propio experimento de conteo en clase obtuvo 80 notificaciones entre 20 estudiantes en menos de 30 minutos.

“Enseñar límites a una edad más temprana podría ayudar. Deirdre Birmingham, de Montclair, N.J, firmó una campaña llamada “Wait Until 8th” porque no creía que su hijo de 10 años, amante de los videojuegos, estuviera listo para manejar un teléfono inteligente.

La idea, que tuvo su inicio en Texas hace dos años, es disminuir la presión de los compañeros de ser el único niño que no tiene teléfono al reclutar a padres de compañeros de clase para que acepten esperar hasta al menos el octavo grado. Hasta ahora, casi 20.000 personas se han inscrito, dijo el fundador Brooke Shannon.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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