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Acabar con la transmisión del VIH para 2030 es posible, pero es un reto intimidante

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Kaiser Health News

Al destacar que la ciencia ha “convertido un sueño en algo alcanzable”, el presidente Donald Trump se comprometió en su discurso sobre el Estado de la Unión a eliminar la transmisión del VIH dentro de 10 años.

“Hemos logrado avances increíbles, increíbles”, dijo Trump el martes 5 de febrero. “Juntos, derrotaremos el SIDA en América y más allá”.

Es un objetivo que los defensores de la salud pública han perseguido por largo tiempo. Pero incluso teniendo en cuenta los avances vitales que se han logrado en las terapias con medicamentos y la supresión del virus durante casi 40 años, no es una tarea fácil.

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“La razón por la que tenemos una epidemia de SIDA no es solo por la falta de medicamentos”, dijo el doctor Kenneth Mayer, director de investigación médica del centro de salud LGTB Fenway Institute, en Boston. “Hay muchos factores sociales, estructurales, de comportamiento individual que pueden impactar en por qué las personas se infectan, cómo los portadores se involucran en la atención y pueden impactar o afectar a las que tienen un alto riesgo de contraer el VIH”.

Ocho condados en el norte y el sur de California están entre los que se centrará la nueva iniciativa federal. El área metropolitana de Los Ángeles tuvo el segundo número más alto de infecciones de VIH diagnosticadas a fines de 2016, según un informe de fines de 2018 de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Sin embargo, en relación con el tamaño de su población, el área de L.A. no estaba en la parte superior de la lista.

El secretario de Salud y Servicios Humanos (HHS), Alex Azar, quien proporcionó detalles de la iniciativa después del anuncio de Trump, dijo que la administración se enfocará en zonas críticas, para brindarles a los grupos locales más recursos, usar datos para rastrear la propagación de la enfermedad y crear grupos de trabajo locales para reforzar la prevención y el tratamiento.

Ni Azar ni otros funcionarios federales que hablaron con la prensa ofrecieron estimaciones de los costos de este programa.

Azar dijo que el plan busca reducir las nuevas infecciones en un 75 por ciento en los próximos cinco años y en un 90 por ciento en la próxima década.

Ese objetivo se basa en el uso creciente de medicamentos que vuelven al virus indetectable, a niveles tan bajos que puede no transmitirse durante las relaciones sexuales. PrEP (Profilaxis pre Exposición), una píldora disponible para personas seronegativas pero que pueden estar en riesgo de infectarse, reduce el peligro de contraer el virus en un 97 por ciento, dijo Azar.

“Esta no es la epidemia de VIH de la década de 1990”, dijo Terrance Moore, director ejecutivo de NASTAD, una organización sin fines de lucro que representa a funcionarios que administran los programas de VIH y hepatitis. “Tenemos las herramientas para acabar con esta epidemia”.

Los hombres homosexuales y bisexuales representaron dos tercios de los casi 40,000 nuevos casos de VIH en 2017, pero en la epidemia actual, la gran diferencia la hace la geografía. Los semilleros de VIH del país ya no están ubicados solo en las áreas costeras metropolitanas. En 2017, más de la mitad de los casos nuevos se diagnosticaron en los estados del sur.

El HHS dijo que centrará sus esfuerzos en el corazón de la epidemia: 48 condados en 19 estados; el Distrito de Columbia; San Juan, en Puerto Rico; y áreas rurales en siete estados, muchos de los cuales están en el sur.

La nueva iniciativa federal ampliaría el acceso a PrEP en las clínicas de salud comunitarias para pacientes de bajos ingresos, y referiría rápidamente a cualquier nuevo paciente de VIH para atención especializada.

Los medicamentos solos no son la respuesta. Los legisladores deben tener la voluntad política para avanzar con políticas basadas en la ciencia, dijo Moore. Los programas existentes no proporcionan suficiente infraestructura para lograr este objetivo, agregó.

“No se puede estar atacando y socavando simultáneamente las necesidades de estas comunidades, mientras se afirma que se quiere apoyarlas y poner fin a la epidemia de SIDA”, dijo Scott Schoettes, director de proyectos de VIH para el grupo de defensa LGTB Lambda Legal.

La administración Trump ha seguido políticas que pueden obstaculizar la meta del presidente. Y los esfuerzos en el sur enfrentan desafíos adicionales, como niveles más altos de pobreza, dificultad para brindar atención médica en áreas rurales y una histórica tensión racial.

“No creo que estas cosas sean cosas que no podamos superar”, dijo Greg Millett, vicepresidente y director de políticas públicas de la fundación de investigación del VIH amfAR. “Pero también creo que tenemos que ser muy claros acerca de cuáles son los obstáculos y comenzar a pensar ahora de manera innovadora sobre cómo podremos evitarlos”.

Estos son algunos de los desafíos que los expertos dijeron que el plan del presidente podría enfrentar.

Seguro de salud

La cobertura juega un papel crucial para mantener sanos a los pacientes con VIH.

El seguro integral ayuda a los pacientes a acceder a medicamentos costosos, necesarios para mantener el virus bajo control, y a pruebas vitales para verificar los niveles de virus y los recuentos de glóbulos blancos, indicadores clave de la salud de la persona seropositiva. Los pacientes con VIH también suelen ser susceptibles a las infecciones porque el virus compromete el sistema inmunológico. Y tienden a tener tasas más altas de trastornos de salud mental, lo que podría afectar su capacidad para mantenerse en el tratamiento.

La Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio (ACA) amplió la cobertura para miles de pacientes con VIH, garantizando que no se discriminara a personas con condiciones preexistentes, pero muchos funcionarios republicanos aún están pidiendo la derogación de la ley.

Además, la expansión de Medicaid bajo ACA llevó a un aumento sustancial en el número de personas con SIDA que obtuvieron esa cobertura, según Kaiser Family Foundation. Pero muchos estados, especialmente en el sur, no han ampliado Medicaid. (Kaiser Health News es un programa editorial independiente de la fundación.)

En diciembre, un juez federal en Texas dictaminó que ACA era inconstitucional en una demanda presentada por un grupo de estados conservadores, y apoyada por el presidente.

“Si no se les va a proveer atención a través de ACA”, dijo Schoettes, “entonces debe haber algo que sea tan completo en términos de poder obtener atención para las personas.

Vivienda

Aunque el gobierno federal brinda asistencia de vivienda para personas con VIH, todavía no satisface por completo la necesidad.

Las personas sin hogar o que tienen una vivienda no estable tienen menos acceso a medicamentos contra el VIH y por ende resultados de tratamiento más deficientes.

Un estudio de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) encontró que entre las personas que viven con VIH en ciertas áreas urbanas empobrecidas en todo el país, cuanto más bajos son los ingresos del hogar, mayor es la tasa de VIH en el área.

El gobierno federal brinda asistencia a través de un programa llamado Housing Opportunities for Persons with AIDS, conocido como HOPWA. En 2016, HOPWA cambió su fórmula de financiamiento para asignar mejor sus recursos a las áreas del sur más afectadas por el VIH.

Sin embargo, algunos de estos programas HOPWA tienen listas de espera que pueden extenderse por años. La nación también está experimentando una escasez de viviendas asequibles, lo que limita aún más las opciones para las personas de bajos ingresos que viven con VIH y para sus familias.

Estigma y desconfianza

Expertos continúan citando el estigma como un obstáculo clave para el tratamiento. De acuerdo con los CDC, 26 estados tienen leyes que penalizan a un paciente de VIH por exponer a alguien al virus, entre ellos 19 que requieren que las personas que saben que son portadoras notifiquen a sus parejas sexuales y 12 que exigen divulgar el estatus a personas con las que se comparten jeringas.

Los problemas se extienden a médicos y personal médico. Un estudio de 2016 halló un estigma generalizado contra los pacientes con VIH entre el personal de atención médica en Alabama y Mississippi, especialmente entre blancos y hombres.

Gina Brown, gerente de participación comunitaria de la Southern AIDS Coalition, en parte culpa a la cultura del sur, donde las creencias religiosas a menudo chocan con la cultura gay, por perpetuar estos conflictos. “Todavía estamos en el país del cinturón de la Biblia, donde la religión juega un papel muy importante en la forma en que hablamos de sexo o no hablamos de sexo”, dijo.

Pero las políticas federales, como la prohibición del gobierno de Trump de que hombres y mujeres transexuales sirvan en el ejército, también cumplen su rol.

Los funcionarios federales reconocieron estas dificultades y afirmaron que el programa no discriminará en contra de pacientes transgénero.

Además, las comunidades minoritarias han sido golpeadas fuerte por la epidemia de VIH, en parte por la desconfianza por el sistema de salud debido a abusos históricos como el ensayo Tuskegee sobre sífilis, dijo Mayer.

Uso de drogas inyectables

El flagelo de la adicción ha matado a decenas de miles de personas en todo el país, ha propagado la hepatitis C y ahora está llevando a picos en la transmisión del VIH, ya que los usuarios de drogas comparten agujas. En 2015, el condado de Scott, en Indiana, intentó combatir un brote de VIH alimentado por el uso de opioides inyectados que infectó a 215 personas. El uso de drogas también se ha relacionado con múltiples áreas con más casos de VIH en Massachusetts y Kentucky.

El HHS informó que los usuarios de drogas inyectables representaron 1 de cada 10 nuevos casos de VIH en 2016.

La expansión de los programas de intercambio de jeringas en todo el país podría minimizar este problema, según expertos.

“Desafortunadamente, en los Estados Unidos no hemos hecho un trabajo tan bueno como otros países occidentales para asegurarnos de que esos programas estén ampliamente disponibles para los estadounidenses que los necesitan”, dijo Millett.

Los CDC y el HHS consideran que los programas de intercambio de jeringas son intervenciones efectivas, pero algunas ciudades, como Charleston, West Virginia, que implementaron los programas ahora los han cerrado debido a quejas de los vecindarios, inquietudes de financiamiento y oposición de los ciudadanos que se oponen a proporcionar equipos de inyección.

Los fondos federales se pueden usar para apoyar esta intervención, pero estos dólares no pueden ir directamente a comprar jeringas.

Esta historia fue producida por Kaiser Health News, un programa editorial independiente de la Kaiser Family Foundation.

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