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Bill y Melinda Gates creen que hay un ‘caso nacionalista para el globalismo’

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Bill Gates pasó los últimos cinco años trabajando junto con su esposa, Melinda, en la Fundación Bill y Melinda Gates, vertiendo el mar de efectivo ganado en el mercado del software de computadoras de escritorio en proyectos que mejoran la salud de los más pobres del mundo.

Junto con Warren Buffett, Gates persuadió a 186 de sus compañeros multimillonarios a firmar el Compromiso de Donación, afirmando su intención de ceder a causas benéficas —durante sus vidas o al menos en su testamento—, la mitad de su riqueza acumulada. Pero aún los supera a todos en lo que se refiere a donaciones, habiendo desembolsado más de $45 mil millones a través de su fundación, para repartir vacunas y generar iniciativas para combatir la tuberculosis, el VIH y la malaria.

Cada año, los Gates publican una carta para reflexionar sobre el trabajo de su organización y centrar la atención en los temas que les interesan. En 2018, los multimillonarios se hicieron preguntas difíciles, como por qué no dan más dentro de EE.UU. (respuesta: porque un dólar gastado en países pobres tiene un impacto mayor que en el mundo desarrollado), y si es justo que tengan tanto poder (no).

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Desde entonces, el mundo ha visto el desmoronamiento de los ideales globalistas de fronteras abiertas y libre comercio ante las guerras comerciales y las políticas reaccionarias contra los inmigrantes. Entonces, tal vez no sea sorprendente que la carta de este año se centre en lo que impactó a la pareja en 2018.

Algunas sorpresas siguen siendo sobre la salud global: las pruebas de ADN hogareñas pueden advertir sobre partos prematuros, y los teléfonos móviles dar poder a las mujeres pobres. Otras llegan más lejos. “Hay un caso nacionalista para el globalismo”, escriben, argumentando que la ayuda externa de Estados Unidos ayuda a garantizar la estabilidad y a reducir crisis de salud que generan migraciones masivas.

“Los datos pueden ser sexistas” es otra sorpresa —basada en el descubrimiento de Melinda— de que es difícil encontrar buena información sobre la mayoría de los aspectos de la vida de las mujeres en todo el mundo.

The Times habló con la pareja a fines de enero.

Su comentario sobre que el globalismo es bueno para las naciones suena bastante claro. ¿Están decepcionados con el gobierno estadounidense en la actualidad?

Melinda: Ciertamente, la propuesta que surgió de la administración en la primera ronda del presupuesto fue decepcionante para nosotros, sumamente decepcionante. Pero la buena noticia es que el Congreso realmente dispone del dinero, y el Congreso conoce la importancia de la ayuda extranjera.

Es menos del 1% del presupuesto del gobierno de EE.UU., pero si se invierte en personas de todo el mundo habrá paz y prosperidad, y no habrá ébola y otras enfermedades que cruzan las fronteras.

Muchas otras personas adineradas interactúan con el gobierno financiando a los políticos que apoyan su visión, o eligen postularse para un cargo ellos mismos, como Howard Schultz y Michael Bloomberg, por ejemplo. ¿Ven eso como un buen uso del dinero? ¿No hay retorno de la inversión en presionar la enorme maquinaria gubernamental hacia causas en las que creen?

Bill: Nuestra experiencia en todos los asuntos gubernamentales es bastante específica; hacemos visitas, nos reunimos con científicos, nos reunimos in situ con héroes de la salud global y en el trabajo de educación de Estados Unidos que hacemos.

Entonces, en esas dos áreas tenemos opiniones; por ejemplo, cómo hacer que las becas Pell sean más efectivas para la educación y gastar los dólares de la investigación de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), donde Estados Unidos es muy generoso con las enfermedades de los pobres.

Mucho de eso implica reunirse con los comités del Congreso que trabajan en esos temas. Así que hablamos, y para que nuestro dinero sea realmente efectivo, hemos tenido que centrarnos en lo que elegimos como prioridades.

La composición y disposición de los comités del Congreso pueden verse potencialmente influenciadas por una cantidad relativamente pequeña de dinero, cuando se trata de contribuciones de financiamiento de campaña. ¿Han considerado imponerse para cambiar el equilibrio de poder y facilitar su trabajo?

Bill: Si crees que la educación es fantástica en los estados administrados por un partido y pésima en los estados manejados por el otro, entonces podrías decir ‘Guau, alguien parece tener la respuesta. Asegurémonos de que el otro partido escuche al respecto; los votantes deberían saber eso’.

Pero estos son problemas complejos, sobre cómo inventar nuevas vacunas; o en la educación, dónde incluir un mejor plan de estudios. Hay mucho que aprender, que no se reduce a ‘Un partido tiene la solución y el otro no’.

En la carta hablan de financiar la investigación sobre un nuevo tipo de inodoro, y han hablado en el pasado acerca de que la filantropía debe colarse en las brechas dejadas por las fuerzas del mercado y del gobierno. ¿Por qué algo como un inodoro requiere de una intervención filantrópica?

Bill: El problema complejo es que en los países de ingresos altos y en los de ingresos medios hubo una gran inversión en sistemas de cloacas. Si lo haces temprano, los números pueden ser razonables. Pero en muchas ciudades, especialmente en las partes pobres de ellas, la solución de alcantarillado nunca va a suceder, porque el costo sería demasiado alto.

Así que estamos tratando de impulsar un producto, que es un inodoro sanitario sin alcantarillado. Ya hemos gastado unos cientos de millones y pensamos que, si invertimos unos cientos de millones más en investigación y desarrollo (I+D), podemos hacerlo muy barato. Es una especie de categoría nueva que no surgirá sin un capital de riesgo que muestre que es posible.

Melinda: La fundación se centra en las desigualdades, las brechas que existen en la sociedad, y muchas veces porque estos problemas, como nos recuerda Warren Buffet, son difíciles y las sociedades los han dejado de lado. La estructura capitalista no necesariamente persigue algunos de estos inconvenientes, por lo tanto, vemos dónde la filantropía puede ser una ventaja catalítica.

Ambos están en medio de una segunda carrera exitosa, y aparentemente feliz, fuera del mundo de la tecnología. El año pasado, las empresas de tecnología y sus líderes fueron atacados por cuestiones de privacidad de datos, monopolio, empleo y por su influencia en la sociedad en general. ¿Le recomendarían a estos CEO de alto perfil un cambio a la filantropía?

Bill: Bueno, cada uno decidirá qué es lo que funciona para ellos y para su compañía. Y no me atrevería a decir que es la primera vez que se critica a los directores ejecutivos de empresas tecnológicas. Pero estoy de acuerdo en que ello está en un nivel más amplio y más fuerte que antes. Esto se debe en parte a que la tecnología es tan exitosa en términos de cómo las personas se comunican y reciben noticias y organizan las cosas, por lo cual es más importante para la sociedad asegurarse de que todo funcione bien.

Melinda: Todo lo que decimos a otras personas que tienen grandes recursos o riqueza es: Estamos disfrutando mucho al hacer esto, y cuando estén listos, pensamos que ustedes también lo disfrutarán. No solo se trata de su dinero, se trata del tiempo, la energía, el intelecto que se pone en esto, que puede usarse para cambiar los problemas del mundo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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