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Champagne, tacos y vacaciones: los empleados de Dollar Shave Club celebran su adquisición por $1,000 millones

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Alex Janckila, un ingeniero de software en Dollar Shave Club, lucía algo un poco inusual para un empleado de una compañía de rasuradoras: una barba incipiente. “Había ‘happy hour’ cada hora”, afirma Janckila con una tímida sonrisa, mientras en su mano llevaba una botella grande de agua con electrolitos. “Estuve feliz por 24 horas”, dice.

Janckila, quien comenzó a trabajar en la empresa hace 11 meses, no era el único que sonreía el jueves pasado. Para los empleados de Dollar Shave Club, esta semana marca el cumplimiento de un sueño que muchas compañías iniciales anhelan, pero pocas logran: un pago de mil millones de dólares.

Unilever, el gigante de productos de consumo con sede en Londres, afirmó el martes que adquiriría el sitio de comercio electrónico y suscripciones, que envía por correo navajas asequibles a los consumidores cada mes.

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Aunque Dollar Shave Club se negó a revelar los detalles financieros, inversionistas de capital de riesgo señalaron que probablemente hay docenas de nuevos millonarios trabajando en la sede de la empresa, ubicada en Marina del Rey.

Muchos empleados señalaron que apenas estaban absorbiendo la impactante noticia. Otros varios trabajaban tranquilamente en sus computadoras portátiles sobre los sofás de cuero color marrón, en la oficina de planta abierta, quizás obedeciendo al letrero de neón rosado colgado en la pared, que dice ‘vuelve al trabajo’. En el lugar había sobras de celebraciones: una mesa con una enorme botella de whisky, y botellas sin abrir de champagne Perrier Jouet junto a varias computadoras.

El fundador y presidente ejecutivo de la compañía, Michael Dubin, obtendrá alrededor de $90 millones, señalan los reportes. Otro buen trozo de los ingresos -entre el 50% y el 80%- será para las firmas de capital de riesgo que proporcionaron cerca de $160 millones en respaldo desde el lanzamiento de la compañía, en 2011, según expertos.

Con esa lógica en mente, los ejecutivos y otros empleados podrían compartir entre $100 y $400 millones. En las empresas iniciales, la alta dirección a menudo consigue entre un 1% y 3% de las acciones, y el porcentaje cae precipitadamente para el resto. Los empleados más nuevos y los de rango más bajo en la organización podrían obtener unos cuantos miles de dólares ya sea en pagos en efectivo o en acciones de la compañía compradora. El tratamiento de las acciones no adquiridas -que sólo se pueden vender después de un cierto número de años- puede variar ampliamente dependiendo la cantidad del trato general.

Los expertos del mundo de las empresas start-up dicen que muchos de los 190 empleados de Dollar Shave Club tendrán nuevas vidas; muchos de ellos de la noche a la mañana.

Greg Bettinelli, socio de Upfront Ventures, fue director de marketing en el sitio Hautelook, con sede en Los Ángeles, cuando éste fue adquirido por Nordstrom en 2011 por cerca de $270 millones en acciones. Luego del anuncio de la venta, Bettinelli cuenta que fue bombardeado con llamadas y correos electrónicos, algunos de amigos y familiares, para felicitar, y muchos de administradores de riqueza y asesores de inversión, dispuestos a ofrecer sus servicios. “Eso depende de qué nivel tienes en la organización”, afirmó. “Si eres parte de la alta dirección, entonces empiezas a entender mejor los impuestos. Allí comprendes por qué la gente se vuelve republicana”.

Bettinelli relató que despilfarró jugando al golf en un bonito complejo en Oregón, algo que siempre había querido hacer. Algunos trabajadores de Hautelook compraron autos nuevos y tomaron vacaciones de lujo. A diferencia de Wall Street, las personas en el mundo de la tecnología tienden a alejarse de la riqueza llamativa, comentó.

Después de todo, se trata de una industria de gente con sudaderas, no con Rolex. “Súbitamente, te das cuenta de que puedes tener todo lo que deseas”, afirmó Bettinelli. “Te puedes quedar en un buen hotel y tener un mejor auto, y no miras los precios en el menú del restaurante”.

Algunos en Dollar Shave Club han elegido formas más personales para el festejo. Arvind Mishra, vicepresidente de producto, señaló que planea comprarse un Space Warp, una construcción de una montaña rusa que había tenido cuando era niño. Sus padres botaron su antiguo kit, dijo, y siempre había querido comprar otro (un equipo antiguo cuesta cerca de $125 en Amazon). “¡Maldita sea, ahora me compraré otro!”, declaró Arvind con una sonrisa.

La mayoría de los empleados recibieron la noticia de la venta en reuniones de equipos que se realizaron simultáneamente, a las 10 a.m. del martes pasado. Se organizó una fiesta, esa misma tarde, con un camión de tacos, y prácticamente todo el mundo celebró después del trabajo en Brig, un bar de Venice que está considerado un viejo lugar de reunión de la empresa, ubicada a pocas cuadras de distancia.

Janet Song, directora de atención al cliente, aseguró que supo de la venta varias semanas antes de anunciarlo a su equipo. Cuando se enteró, sintió a la vez sorpresa y ansiedad. “Hubo algunas palabrotas y espacios en blanco”, dijo. “Muchas caras nerviosas”.

Después de asegurar que sus empleos estaban a salvo, Song hizo que su equipo regrese a sus labores. Pero eso no duró mucho. “Pensé: ‘Intentemos ser normales’”, dijo, entre risas. Hasta que “el departamento de marketing trajo cerveza”.

Ken Mirch, director de servicios para miembros, aprovechó la buena noticia y le pidió a Song una semana extra de licencia para su viaje de bodas. Mirch, quien comenzó a trabajar allí en 2012, viajará a Hawái la semana próxima. “Apenas me dijo que sí, empecé a hacer planes”, cuenta. “Nada es reembolsable”.

Para otros, como Mirch, de 27 años, y para Cassie Jasso, de 26, Dollar Shave Club fue su primer trabajo después de la universidad. Jasso, quien estudió periodismo en USC, comenzó a empacar pedidos de Dollar Shave Club en 2012 porque necesitaba dinero. Ahora, como subgerente de relaciones públicas, Jasso cuenta que se sorprendió de trabajar en una empresa tan exitosa, especialmente cuando ella nunca había esperado trabajar en una start-up por mucho tiempo. “Comencé a llorar”, dijo. “Estaba abrumada”.

Por su parte, Dubin manifestó que aún no ha procesado por completo la noticia. Para celebrar, espera persuadir a una estación local de TV para que lo dejen participar como meteorólogo invitado. “Es surrealista”, agregó. “Es un momento especial. Un hito en nuestro camino”.

Los fundadores que han pasado por una adquisición señalan que es difícil describir la satisfacción de crear y dar forma a una idea, desde su concepción hasta su éxito. Nikao Yang, cofundador de AdColony, con sede en L.A., aseguró que hubo un gran sentimiento de validación cuando la plataforma de anuncios de video fue comprada por $350 millones, en 2014. Después de todo, dijo, cerca de nueve de cada 10 start-ups fallan, y muchas menos entran a las grandes ligas. “Es como un nacimiento, o como andar en bicicleta por primera vez”, aseguró. “Uno no sabe realmente cómo se siente, hasta que sucede”.

Si desea leer la nota en inglés haga clic aquí.

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