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Exempleada demanda a Big 5 por obligarla a vender un arma a un hombre que la amenazó

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Él era un cliente que quería comprar un arma. Ella era la gerente de la tienda, quien se negó a efectuar la venta cuando vio el comportamiento errático, amenazante y potencialmente peligroso del hombre.

La tensa interacción entre ambos, en una tienda Big 5 Sporting Goods de Downey, requirió la intervención de la policía.

Después de que representantes de la compañía rechazaran los argumentos de la mujer y entregaran el arma al cliente, Delilah Ríos renunció. En una demanda presentada esta semana, la exempleada alegó un despido injustificado y violación de las leyes laborales, entre otros reclamos.

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“Ella temía por su seguridad y sentía que el dinero era más importante para Big 5 Corporation que la seguridad pública o de los empleados”, establecen los documentos. “Sentía que no podía trabajar en una empresa donde se vería obligada a entregar armas de fuego a personas que no deben portarlas”.

Un portavoz de la empresa, con sede en El Segundo, no respondió a un pedido de comentarios de este medio. En su demanda, Ríos señaló que el problema comenzó el 21 de enero de 2015, cuando ayudaba a un hombre de mediana edad que quería comprar un arma. El cliente había pasado la prueba de seguridad recientemente implementada, pero ingresó en la ‘zona restringida’ de la tienda cuando se procesaba su pago, recuperó su identificación, su tarjeta de crédito y se marchó.

Dos días después, regresó y dijo que quería “cualquier arma vieja”, y seleccionó una escopeta de calibre 12. Para llenar el formulario federal que documenta la venta pidió la ayuda de un amigo. Cuando Ríos le dijo que, según la ley, él debía completar el documento -y no otra persona-, el cliente se puso nervioso. Más tarde, la acusó de venderle el arma equivocada y volvió al día siguiente para seleccionar otro modelo.

Después del período obligatorio de espera, de 10 días, volvió a la tienda en la noche del 4 de febrero de ese año, pero Ríos contó que el lugar estaba lleno de gente -ella estaba trabajando en la caja registradora para reemplazar a otro empleado- y que no tuvo tiempo para entregarle otra arma.

“Pagué por ella y me la darás”, le dijo el cliente, según la demanda. Poco después, se marchó cuando la exempleada amenazó con llamar a la policía.

Más tarde, esa misma noche, encontró municiones no utilizadas en el piso, en el mismo pasillo donde el hombre había estado merodeando, aunque no era munición vendida por Big 5. Allí fue cuando se preocupó de que el cliente estuviera cargando munición propia para el arma que quería comprar.

Ríos informó el incidente a la dirección corporativa y, en contra de su opinión, la respuesta de un supervisor fue que llamara al cliente y le preguntara si las municiones eran suyas. Al día siguiente, el hombre volvió, se enfureció y comenzó a gritar cuando vio a la empleada.

“Tú otra vez. Odio a la gente como tú. Personas como tú no deberían existir”, le dijo, conforme la demanda. “Espero que te despidan”.

Ríos temió y le dijo que no le entregaría el arma. Le ofreció un reembolso, pero el hombre se negó a abandonar la tienda. Dos supervisores cuestionaron por qué la empleada no quiso entregar el arma; otro gerente que ese día no estaba en la tienda se presentó en el lugar, con la policía presente, y le entregó la pistola al cliente junto con una orden de compra por 25 dólares.

Después de ese día, Ríos reportó el incidente a Recursos Humanos y pidió trabajar en otra tienda. Su petición fue denegada y, por ello, renunció. Conforme la demanda, la mujer había trabajado ocho años para la empresa.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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