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Tiempos difíciles para los terapeutas: cómo tratar a sus pacientes que hablan de Trump

Terapeutas como la Dr. Arlene Drake, que practica en West L.A., dicen que muchos de sus pacientes están hablando del Presidente Trump, lo que representa un reto para un grupo de profesionales que fueron entrenados para no exponer sus propias creencias políticas.

Terapeutas como la Dr. Arlene Drake, que practica en West L.A., dicen que muchos de sus pacientes están hablando del Presidente Trump, lo que representa un reto para un grupo de profesionales que fueron entrenados para no exponer sus propias creencias políticas.

(Francine Orr / Los Angeles Times)
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En sus 35 años como terapeuta, Arlene Drake nunca ha oído a tantos pacientes hablar del mismo tema. Semana tras semana, muchos se quejan de ataques de pánico e insomnio a causa del presidente Trump. Otros están demasiado ansiosos para concentrarse en el trabajo. El intenso miedo de una mujer se transformó en dolor físico. “Es una pesadilla”, dice la especialista, quien atiende en West L.A.

Drake fue entrenada para no revelar sus creencias personales, pero ahora concuerda con sus pacientes cuando éstos señalan que no apoyan a Trump. “Si esto fuese una sesión más; si no fuera algo tan importante, tan malvado, no lo haría”, explica. “Pero debo defender lo que represento, y eso a veces toca la política”.

A nivel nacional, los terapeutas sostienen que están abrumados por los fuertes sentimientos provocados por una de las figuras que más divisiones ha creado en la historia política moderna. Algunos pacientes que apoyan al nuevo mandatario se sienten aislados porque no pueden compartir por quién han votado en sus lugares de trabajo, o en su casa, por miedo a ser acosados, o considerados xenófobos o misóginos. Como tienen pocas personas con quien hablar libremente, recurren a foros en línea y a sus terapeutas.

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Sincerarse sobre el hecho de haber votado por Trump ya ha alimentado conflictos entre familias y amigos. Un terapeuta intercedió en un caso en el cual un hijo adulto amenazaba con cortar su relación con sus padres, quienes habían votado por el actual presidente. Muchos profesionales de la salud mental, como Drake, han abandonado la neutralidad, mientras que otros luchan por mantenerla.

A ambos lados del pasillo político, los terapeutas luchan para ayudar a los pacientes afectados por un tema de importancia nacional, sobre el cual tienen poco control. “Esto es tan monumental porque ya salió de la normalidad”, afirmó Randi Gottlieb, especialista que dirige la sede de Los Ángeles de la Asociación de Terapeutas de Matrimonio y Familia de California. “Está poniendo dudas acerca de cómo atendemos, cuál es la mejor manera de apoyar a la gente a quien cuidamos. Estamos comenzando a considerar esto; realmente no tenemos buenas respuestas”.

Los terapeutas sostienen que la última vez que tantas personas acudieron a los consultorios para hablar del mismo tema fue después de los ataques del 11 de Septiembre. Trump ha sido un tema de discusión durante meses, incluso para aquellos que consultan a estos especialistas por temas aparentemente no relacionados, como problemas de relaciones o desórdenes alimentarios. “Un niño de 10 años en mi consulta me habló de este tipo de problemas”, afirmó Paul Puri, psiquiatra de Brentwood.

Durante el verano, William Doherty, profesor de la Universidad de Minessota y terapeuta en St. Paul, publicó un manifiesto en línea donde declaró a Trump una amenaza particular para la salud mental del país. Más de 3,800 terapeutas lo acompañaron con su firma. Doherty escribió que la campaña de Trump había creado una alienación generalizada y miedo entre los estadounidenses, y estaba normalizando comportamientos que los terapeutas luchan por corregir, como “la tendencia a culpar a otras personas en nuestras vidas por los propios temores e inseguridades”, sostuvo, y “una hipermasculinidad que es antiética para la vida y las relaciones saludables”.

Estas cuestiones no han desaparecido ahora que Trump es presidente, remarcó Doherty, quien formó un grupo el mes pasado, llamado Terapeutas Ciudadanos para la Democracia, que considera los temas planteados por el actual gobierno. Los especialistas en salud mental no acostumbran a aconsejar a los pacientes acerca de cómo manejar este tipo de ‘estrés público’, ya que tradicionalmente la psicoterapia se limita a la vida privada y la psicología, sostuvo.

Entre las preguntas sin respuesta para los terapeutas se encuentran: ¿Pueden validar los sentimientos de los pacientes sin hablar demasiado de política? ¿Cuál es la mejor manera de apoyar y actuar sobre sus valores personales? ¿Cómo pueden ayudar a las personas a lidiar con algo tan generalizado e impredecible? “Estamos luchando con ello porque nunca lo hemos hecho antes, y ahora estamos obligados a hacerlo”, remarcó Doherty.

Los profesionales de la salud mental también han debatido si es posible diagnosticar al propio Trump. Aunque algunos lo han hecho públicamente, un estándar ético conocido como la Regla de Goldwater evita que los psiquiatras diagnostiquen a figuras públicas sin evaluarlas personalmente.

En 1964, más de 1,000 psiquiatras afirmaron en una encuesta de una revista que el candidato presidencial de entonces por el partido republicano, Barry Goldwater, era psicológicamente incapaz de ser presidente. Fue un paso en falso de la ética profesional, que podría haber erosionado la confianza en este campo, escribió María A. Oquendo, directora de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, en un comunicado emitido el año pasado para recordar a sus miembros cumplir con la norma.

En la reunión más reciente de la asociación, en el condado de L.A. el mes pasado, los terapeutas también discutieron cómo hablar acerca de Trump, especialmente con pacientes cuyas creencias políticas pueden diferir de la propia. La sesión se convirtió en una discusión de una hora de duración, que Hillary Goldsher, una terapeuta de la junta, calificó como “emocional, desafiante y difícil”.

Pero Goldsher, quien atiende en Beverly Hills, afirmó que, aunque comprende el deseo de los especialistas de condenar a Trump, cree que ello podría aislar a algunos pacientes. La experta considera que los pacientes deben sentirse libres de juicios, por lo tanto redirecciona la conversación si le preguntan por quién votó. “Uno se inscribe en la noción de que su objetivo como terapeuta es mantener un espacio seguro, más allá de las creencias propias”, explicó.

Los pacientes que se sienten abrumados por la nueva administración deben establecer límites estrictos para el consumo de noticias, señaló Allen Wagner, terapeuta del área de Mid-Wilshire, quien describe su enfoque como “centrado en las soluciones”. Wagner le dice a la gente que borren sus aplicaciones de Twitter y Facebook del teléfono, para no sentirse constantemente tentadas a revisarlas. También ha animado a otros a convertir su ira o frustración en acción, asistiendo a mítines o contactando a sus representantes en el Congreso. Una de sus pacientes escribió cartas de agradecimiento al expresidente Obama, junto con sus hijos. “Les hace sentir que no es algo que están viendo, como un caos absoluto, y que hay algún nivel de control”, afirmó. “Quizás no cambia la narrativa generalizada, pero les hace sentir auténticos con sí mismos”.

De muchas maneras, la elección ha sido más desafiante para sus pacientes conservadores, quienes sienten que no pueden hablar libremente con sus cónyuges, familiares o amigos respecto de su voto por Trump, remarcó Wagner. Muchos se sienten automáticamente catalogados como racistas, o son acusados de haber elegido a un nuevo Hitler, sostuvo. Ante esa situación, muchas personas se amparan en grupos de Facebook para expresar sus sentimientos. “Se ha convertido en algo casi irracional en términos de gente enojada y las etiquetas que nos ponemos unos a otros”, afirmó. “Yo comprendo a las personas de ambos lados”.

Robert Puff, un psicólogo de Newport Beach, relató que muchos de sus pacientes conservadores estaban molestos por la manera en que Trump fue retratado por los medios de comunicación durante la campaña y temían ante una posible presidencia de Hillary Clinton, especialmente después de lo que consideraban “ocho años de opresión con Obama”, comentó.

Por ello, Puff se concentró en las maneras en que cada paciente podía aumentar la felicidad dentro de su propia vida, más allá del paisaje político. Ahora, sus consultantes conservadores están mayormente aliviados de que Trump esté en el poder, indicó. “Están contentos con lo que está haciendo”, dijo.

Amy-Lee Goodman, una sobreviviente de violación que vive en Boston, sintió un quebranto emocional después de ver, el año pasado, el video donde Trump se refería, de forma vulgar, a tomar a las mujeres por la entrepierna. A medida que el entonces candidato negaba las acusaciones de agresión posteriores, Goodman se sentía más molesta, lo cual aumentó aún más luego de la elección. “Simplemente debía apagar las noticias”, relató la mujer, de 29 años. “Lo sentía como algo personal, un ataque hacia mí, como si todo este país hubiera dicho que lo que me ocurrió no importaba, que lo que ocurre con tantas otras mujeres no importa”.

Julia Hochstadt, terapeuta de Goodman, remarcó que muchos sobrevivientes de violencia sexual revivieron los eventos traumáticos y tuvieron ataques de pánico a raíz de las acusaciones contra Trump durante la campaña. Muchos vieron que su peor temor -no ser creídos- ocurría en el escenario nacional, dijo.

Todavía ahora, muchos de los pacientes de Hochstadt hablan habitualmente de Trump, y ella debe ser muy cuidadosa para no abrumarse con el tema. La terapeuta pasa menos tiempo en Facebook y viendo las noticias. También ha evitado los recientes episodios del thriller político “Homeland”, uno de sus programas de TV preferidos, porque le resulta una ficción demasiado pesada para la época. “Hay cada vez menos sitios donde uno no escuche a la gente hablar de estas cosas”, remarcó. “Tengo que buscar siempre lugares donde yo misma no hable de ello, donde no escuche al respecto”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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