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Opinión: Si los republicanos pierden la Casa de Representantes, Trump será destituido

Foto de archivo.

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(BRENDAN SMIALOWSKI / AFP/Getty Images)
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Las elecciones intermedias de 1998 fueron un debacle para los republicanos, particularmente para el entonces presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich.

Desde la era de la reconstrucción, ningún presidente había visto a su partido ganar escaños en la Cámara en una elección intermedia, después de seis años dentro de su presidencia. Gingrich, que hizo de las elecciones un referéndum sobre el proceso de destitución del presidente Clinton, renunció a su cargo después de que perdió.

Claramente, los votantes le habían enviado la señal de: “No lo hagas”.

La Casa Blanca pensó que había esquivado un tiro de los republicanos. Pero una mañana, durante el Día de Acción de Gracias, el entonces jefe de personal de la Casa Blanca, John Podesta, estaba corriendo en el parque Rock Creek de Washington cuando pensó: los líderes del Partido Republicano “no van a dejar que sus miembros salgan bien librados. Ellos van a insistir e insistir hasta que se vote por la destitución”.

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Si 218 miembros de la Cámara piensan que es correcto -o simplemente es de su interés político- acusar al presidente, puede ser acusado.

Correspondió a Podesta decirle al personal de la Casa Blanca que todavía celebraba los resultados de las elecciones que estas no significaban nada, que la presión para acusar al presidente en la Cámara Baja seguiría sin descansar. “Esta cosa está manipulada”, anunció En una reunión con su personal el lunes por la mañana, Podesta dijo: “Vamos a perder”.

La Casa Blanca del presidente Trump podría usar un John Podesta por ahora. Porque nadie parece haberles dicho que los demócratas están tan comprometidos en acusar a Trump como los republicanos lo estaban para destituir a Clinton. La diferencia, por supuesto, es que los demócratas no controlan la Cámara de Representantes - todavía.

Si fueran mayoría la situación fuera otra y, como señaló recientemente Byron York del periódico Washington Examiner, los procesos de destitución ya estarían en marcha. Y si los demócratas retoman la Cámara en el 2018, no le importará a la mayoría de los miembros si el país apoya el juicio político, porque los votantes que lo eligieron -y los donantes que los apoyaron- estarán a favor de ello.

Personalmente, creo que sería una locura acusar al presidente considerando lo que sabemos hasta ahora. Pero eso no tiene sentido. A pesar de la frase “altos crímenes y delitos menores”, los criterios de destitución tienen poco que ver con el derecho penal y todo con la política. Si 218 miembros de la Cámara piensan que es correcto -o simplemente es de su interés político- acusar al presidente, puede ser acusado. Si dos tercios del Senado deciden retirar al presidente de su cargo también es una decisión totalmente política. Aunque esto sigue siendo poco real dada la probable composición del Senado después de las próximas elecciones.

Entonces, ¿quién sabe? Dado que Trump responde a la crítica y a la presión política, querría apostar que el tweeter-en-jefe sería un un personaje celebre restringido durante una prueba de acusación. Muchos de sus problemas actuales son el resultado directo por dejar que su ego o frustraciones personales lo superen. ¿Cuáles serían los problemas nuevos cuando se enfrentara a una destitución? ¿Qué podría decir bajo juramento al consejo especial? Clinton, recuerda, fue acusado y destituido de su libertad porque había hecho declaraciones falsas bajo juramento.

Nancy Pelosi, líder de la minoría de la Cámara de Representantes, ha lanzado advertencias contra el hecho de utilizar las elecciones intermedias como referéndum para la destitución. Pero eso es una estrategia electoral, no es un plan para cuando ella sea la líder de la Cámara de Representantes. Y aunque ella se niegue desde el primer día a realizar directamente audiencias de acusación, una Casa de Representantes controlada por los demócratas seguiría siendo una pesadilla para la Casa Blanca. Esto quiere decir que cualquier esperanza de aprobar una agenda conservadora moriría instantáneamente. Peor aún, una vez dada la facultad de citar documentos y obligar a los testimonios de los miembros de la administración, la política interna hobbesiana de la Casa Blanca actual parecerá un picnic de una empresa privada.

En resumen, la única esperanza para la presidencia de Trump es que el Partido Republicano mantenga el control de la Cámara de Representantes.

Según varios informes, el Partido Republicano piensa que puede ganar otra vez si sigue acusando a los medios de comunicación en 2018. No importa que tan patético se escuche, pero esto podría funcionar. Aunque lo dudo. Una mejor estrategia es trabajar y hacer realidad las cosas que prometió.

Y la única manera de que esto suceda es que ambas cámaras del Congreso se unan para actuar. Votar los proyectos de ley fuera de la Cámara de Representantes puede ser suficiente para justificar una fiesta en el Rose Garden, pero haría poco para influir en los votantes a los que se les ha dicho durante años que el Partido Republicano necesita el control de las tres ramas del poder para hacer grandes cosas. Trump no estará en la boleta electoral en 2018, pero su presidencia estará en el equilibrio.

Jgoldberg@latimescolumnists.com

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

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