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¿Sacerdotes católicos casados?; en Estados Unidos hay unos 120 padres con pareja

Experts say as many as 120 Catholic priests in the U.S. are married. (March 13, 2017)

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El papa Francisco volvió a estar en los títulos de las noticias internacionales al sugerir que está abierto a la idea de ordenar a hombres casados como una forma de paliar la escasez de sacerdotes en áreas remotas.

Algunos levantaron sus cejas y tomaron nota, mientras que otros católicos se encogieron de hombros, señalando que ya hay caminos -aunque estrechos- para que los hombres casados ingresen al sacerdocio en la Iglesia Católica Romana.

Según algunos expertos en el tema, en los EE.UU. existen unos 120 sacerdotes católicos casados. Mayormente, esto se debe a un cambio de política hecho por Juan Pablo II en 1980, que ofreció una vía para que los curas episcopales casados continuaran su ministerio después de convertirse al catolicismo.

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Bajo la provisión pastoral, el padre Paul Sullins, un exsacerdote episcopal, fue ordenado en la Iglesia Católica en 2002 después de haberse convertido cuatro años antes.

Cada diócesis tiene hasta dos sacerdotes casados activos, según la Oficina de Provisión Pastoral, que facilita la política del Vaticano. La restricción se produjo hace varios años, después de que una cifra considerable de diócesis patrocinaran a cuatro o cinco candidatos, algo que generó la preocupación de que pudiera parecer un cambio en la disciplina del celibato.

Como hombre casado y padre de tres hijos ya adultos, Sullins sostiene que sus feligreses en la iglesia St. Mark the Evangelist Catholic Church, en Hyattsville, Maryland, se sienten más cómodos cuando tienen que contarle problemas maritales. Él y su esposa muchas veces asesoran parejas de forma conjunta. “Si tengo dificultades en mi vocación, puedo llegar a casa y tengo siempre un consejo sabio, alguien que me dará una sugerencia honesta”, manifestó.

Casi una década después de que Sullins se convirtiera al catolicismo, el Vaticano revisó la política para aplicarla a otras denominaciones con raíces anglicanas, no sólo a la Iglesia Episcopal, con dos millones de miembros, que en los últimos años ha sido sacudida por las divisiones sobre la doctrina y el papel de gays y lesbianas en la vida religiosa.

Algunas congregaciones insatisfechas se alinearon con los obispos anglicanos en el extranjero, y otros trataron de dejar el anglicanismo por completo. En 2012, el papa Benedicto XVI estableció el Ordinariato Personal de la Cátedra de San Pedro para aquellos grupos de anglicanos en los EE.UU. que buscan entrar en plena comunión con la Iglesia Católica.

Muchos sacerdotes católicos casados que viven en el país son antiguos religiosos episcopales. Sin embargo, hay otro camino posible para que los casados se desempeñen como sacerdotes en la Iglesia Católica. Las iglesias católicas orientales han permitido la ordenación de hombres casados durante siglos.

En 2014, Francisco silenciosamente levantó una prohibición de 114 años de antigüedad a los sacerdotes católicos orientales casados que se desempeñan fuera de su país natal, abriendo así las puertas para que ejerzan en los EE.UU., según el libro de Sullins, “Keeping the Vow: The Untold Story of Married Catholic Priests” (Manteniendo los votos: la historia secreta de los sacerdotes católicos casados).

Las recientes declaraciones del papa se produjeron durante una entrevista publicada el pasado jueves en el diario alemán Die Zeit, en la cual se le preguntó al pontífice acerca de crear incentivos para atraer a hombres jóvenes a la iglesia. “El celibato opcional no es la solución”, afirmó Francisco, descartando así una sugerencia de permitir que los curas ya ordenados contraigan matrimonio.

El periodista preguntó a continuación: “¿Y qué hay de los viri probati, aquellos hombres casados que pueden ser ordenados como diáconos por su vida ejemplar, según los estándares católicos?”

“Debemos pensar si los viri probati son una posibilidad”, respondió el papa. “Luego tenemos que determinar qué tareas podrían tomar, por ejemplo, en comunidades remotas”.

La frase viri probati, en latín, se refiere a hombres probados de fe ejemplar. A menudo de mediana edad, éstos suelen estar casados, pero a veces son viudos o célibes, según el padre Allan Deck, un sacerdote católico y profesor universitario de Loyola Marymount. “En la mayoría de los casos, cuando se usa la denominación viri probati uno se refiere a buenos hombres casados, que tienen familia”, explicó.

Según cifras del Vaticano, entre 1964 y 2004, unos 69,063 hombres abandonaron el sacerdocio en todo el mundo, escribió Sullins. Miles renunciaron porque querían casarse. Pero algunos lamentaron sus decisiones, y a 11,213 se les permitió regresar al servicio sacerdotal. Eso incluyó a viudos y a hombres con matrimonios anulados.

El número de sacerdotes católicos en los EE.UU. cayó más de un 30% desde 1965, cuando la cifra era de 58,632, según el Center for Applied Research in the Apostolate. En 2016, el número era de 37,192.

Sin embargo, Latinoamérica tiene la mayor escasez de curas. En Brasil, donde reside la población católica más grande del mundo, el año pasado había más de 10,000 católicos por cada sacerdote, precisó Sullins. En los EE.UU., la cifra es de 1,800 católicos por cada cura, agregó.

Sullins tiene una interpretación diferente de las declaraciones del pontífice al diario alemán; él cree que Francisco indicó que una solución a esta falta de sacerdotes reside en el Canon 517, que permite que los diáconos, que pueden casarse, supervisen las parroquias allí donde sea necesario.

En cambio, otros señalaron que el papa Francisco dio luz verde a una disposición para considerar la ordenación de hombres casados en 2014, cuando se reunió con Erwin Krautler, el obispo de Xingu, en la selva brasileña. Krautler se quejó de que en su diócesis, que contaba con 70,000 fieles, sólo tenía 27 curas.

“No lo haría de forma unilateral”, afirmó Deck acerca de la posibilidad de ordenar hombres casados. “Él propondría que los obispos se reúnan y lo discutan”.

Contar con hombres casados entre las filas de sacerdotes católicos presenta ciertas ventajas y también desventajas, evaluó Sullins. Los curas casados, remarcó, son menos móviles que los célibes y, por lo tanto, más difíciles de trasladar, algo que ocurre cada cinco a siete años. “Reasignar a un sacerdote casado es más complejo”, aseveró, ya que éstos pueden tener hijos en edad escolar o ser propietarios de sus hogares. Los hijos de los curas casados en los EE.UU. oscilan entre los 19 y los 37 años. “Estamos más profundamente involucrados en nuestra comunidad; sería difícil para nosotros levantar todo y trasladarnos”.

Sullins, quien ejerció como pastor asociado en la misma iglesia desde que fue ordenado, presenció la rotación de cuatro sacerdotes titulares en su parroquia. Para él, tener un cónyuge provee una orientación adicional y un estímulo para ejercer mejor como clérigo. Por ejemplo, comentó, si recibe una llamada en mitad de la noche, su esposa lo alienta a levantarse y asistir donde sea necesario, mientras que un sacerdote célibe puede tentarse a seguir durmiendo. “Todas nuestras esposas sabían que iban a casarse con un hombre de fe”, aseguró. “Un hombre casado tiene un recordatorio constante: ‘Oye, cariño, eres un sacerdote. Levántate y haz tu deber’. Nuestras mujeres nos animan a ser mejores”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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