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Por qué nos pronunciamos contra Trump

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¿Por qué ahora? Esa pregunta surgió repetidamente, tanto de partidarios del presidente como de sus críticos, luego de que lanzáramos nuestra serie de seis artículos editoriales acerca del cuadragésimo quinto mandatario.

La respuesta es simple. Aunque estamos a solo 11 semanas del inicio de su presidencia, hay buenas razones para creer que, en lugar de crecer en el puesto, Trump seguirá siendo el hombre que fue en la campaña electoral: impulsivo, mentiroso, narcisista, ignorante de los límites del poder presidencial y, lamentablemente, sin preparación para manejarlo. En lugar de esperar que la opinión pública se habitúe a las mentiras, a la socavación de las instituciones democráticas, la demagogia y la fanfarronería, decidimos exponer detalladamente nuestras preocupaciones.

El consejo editorial de LA Times es un grupo de nueve hombres y mujeres que funciona como una redacción independiente dentro del periódico, metafóricamente separado del resto de los periodistas. A diferencia de los reporteros de noticias, cuyo trabajo es escribir objetivamente y desapasionadamente sobre los hechos, nuestro trabajo es escribir opiniones.

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En las semanas posteriores a las elecciones, hablamos de hacer una serie de editoriales sobre los cambios que Trump proponía, entre ellos su decisión de deportar a muchos más inmigrantes indocumentados sin antecedentes criminales, su repudio de la ciencia climática generalmente aceptada y su rechazo de la Ley de Cuidado de Salud Asequible. Uno de nuestros colegas, sin embargo, remarcó algo que nos hizo volver a considerarlo: aunque estábamos muy en desacuerdo con muchas de las propuestas, eso no era lo que hacía del mandatario alguien tan singularmente peligroso.

Es el hombre mismo, su carácter y temperamento, lo que lo distingue de sus predecesores. Así que, en cambio, decidimos escribir acerca de cómo la personalidad errática, impulsiva, narcisista de Trump se manifiesta en sus acciones, de una manera que representa una amenaza para nuestra democracia.

También nos cuestionamos el tono. Fuimos muy críticos de Trump durante la campaña; dijimos que se trataba de alguien “absolutamente incapaz de ocupar la presidencia” y que, de resultar elegido, esperábamos una “catástrofe”. En los días posteriores a su sorprendente victoria sobre Hillary Clinton, sin embargo, escribimos que esperábamos que encuentre la forma de triunfar, “porque queremos que este país florezca”.

Eso sigue siendo cierto hoy en día. No obstante, tenemos cada vez más dudas de que Trump llevará a cabo cualquier iniciativa responsable para reformar la política de inmigración, hacer crecer la economía, mejorar la asistencia sanitaria o alcanzar otros objetivos compartidos. Las elecciones de su gabinete y las propuestas presupuestarias muestran que está más interesado en desmantelar agencias y programas federales que en mejorar la efectividad de estos.

Entonces, ¿hemos saltado demasiado pronto? ¿Sería mejor compilar un año completo de negligentes tuits presidenciales y actos impulsivos? ¿No sería más persuasivo nuestro argumento acerca de la guerra de Trump contra las instituciones si esperásemos hasta que el mandatario desafíe un fallo judicial? ¿Y qué ocurriría si recuperara el autocontrol y moderara sus proposiciones más imprudentes y despiadadas?

Decidimos seguir adelante porque el futuro de la nación está en juego. Estos editoriales establecieron un punto de referencia para ayudar a medir la actuación del presidente durante el resto de su mandato, especialmente su veracidad, su relación con la prensa y cómo frena su impulsividad e imprudencia.

Dividimos las entregas entre seis redactores editoriales, que pasaron varias semanas concibiendo, reportando y escribiendo borradores de éstas. Todo el consejo a pleno también discutió cada uno de los artículos, tanto en reuniones como vía email, a medida que cada periodista hacía circular su borrador para ayudar a perfeccionar los argumentos.

Un buen ejemplo de ese ida y vuelta es la última parte de la serie, acerca de cómo California debe luchar contra las peores políticas del primer mandatario. Algunos miembros del consejo editorial sentían firmemente que ciertos líderes estatales y locales habían reaccionado exageradamente ante las amenazas de Trump; otros no estaban de acuerdo. El proyecto de ley SB 54, llamada la ley “de estado santuario”, captura ese conflicto. Algunos de nosotros lo consideramos una iniciativa apropiada para proteger a la policía local y los agentes del sheriff de tareas vinculadas con el Servicio de Inmigración y Aduanas, lo cual dañaría potencialmente su relación con los inmigrantes de sus comunidades y amenazaría la seguridad pública. A otros les preocupaba que ciertas secciones del proyecto aún en evolución interfieran con la capacidad del ICE de hacer su trabajo.

Sólo la primera entrega de la serie fue leída por más de cuatro millones de personas en todo el mundo. Esperamos haber impulsado con ellas a pensar más profundamente sobre el presidente Trump, sobre el trabajo que está haciendo y sobre cómo encaja en nuestro sistema de gobierno. También hemos sugerido varias formas de responder a él, especialmente para los californianos, que se sienten particularmente amenazados por su retórica acerca de la inmigración sin permiso y las ciudades santuario, su deseo de abandonar la lucha contra el cambio climático y su afán de revertir incluso las implementaciones estatales exitosas de Obamacare.

Seguiremos haciendo nuestra parte y comentando cómo el presidente maneja los asuntos de estado. Eso incluye apoyarlo cuando se comporte de manera responsable -como seguimos esperando que haga-, así como criticarlo si continúa siendo tan intemperante, mezquino e inconsistente como ha sido hasta ahora. En última instancia, no sólo depende de nosotros exigir más de él día tras día, sino también de ustedes.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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