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Tres compañías trasladaron su fabricación a México, ¿por qué lo hicieron?

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Brake Parts Inc. había fabricado pinzas de freno en una fábrica en la comunidad de Chowchilla, en el Valle Central, por casi 30 años, pero un día, un ejecutivo de la compañía afirmó que tenían presiones para reducir costos ahora que sus competidores habían trasladado sus plantas de fabricación a México.

Un año atrás, los empleados recibieron las malas noticias: las operaciones se trasladaban a una instalación de Nuevo Laredo, México. Cuando la fábrica cerró, en agosto, cerca de 280 trabajadores de Brake Parts habían perdido sus empleos.

Oreo maker Mondelez International Inc., industrial bearings maker Rexnord Corp. and brake caliper maker Brake Parts Inc. all shipped jobs to Mexico to save on wages.

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El presidente electo Donald Trump ha criticado fuertemente esas pérdidas de trabajos y amenazó con “impartir consecuencias” para las compañías que trasladan su fabricación fuera del país -entre ellas, posibles aranceles para el ingreso de la mercancía a los EE.UU.

También juró no volver a comer galletas Oreo cuando Mondelez International Inc. anunció que mudaba su planta productora a México, y atacó a Rexnord Corp. por “despedir vilmente” a los trabajadores en Indianápolis como parte de un cambio de operaciones al sur de la frontera. Este mes, Trump intervino personalmente y presionó a Carrier Corp. para que dé marcha atrás con su decisión de trasladar de Indianápolis a México cientos de sus puestos de trabajo.

Sin embargo, Randy Clausen, vicepresidente de recursos humanos de la planta de Brake Parts en Illinois, afirmó que es difícil -y costoso- para las empresas pelear contra los cambios que tienen lugar en la economía global. “La fuerza de trabajo que teníamos en Chowchilla era excelente, y hubiera sido más sencillo dejarla allí”, afirmó. Pero debido a los precios más bajos ofrecidos por los competidores, la firma perdía dinero en cada par de pinzas que producía, detalló Clausen. Era como si la compañía estuviera “pegando billetes en cada producto vendido en el comercio minorista”, afirmó.

Desde que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) entre los EE.UU., México y Canadá, en 1994, el comercio con México se incrementó enormemente. Durante ese período, el pequeño superávit comercial del país con México, de cerca de $1.7 mil millones de dólares en 1993, se convirtió en un gran déficit, de $61 mil millones el año pasado.

El gobierno federal no tiene cifras del efecto del acuerdo NAFTA en el empleo. Pero el centro Economic Policy Institute estimó que, hasta 2010, el desequilibrio comercial con México había costado a los EE.UU. unos 683,000 puestos de trabajo netos, cerca del 60% de ellos en la industria manufacturera.

“Se pueden pagar salarios bajos, no está muy lejos y hay una frontera a través de la cual se puede ingresar mercancías a los EE.UU.”, señaló Martin Neil Baily, un investigador sénior del centro Brooking Institution que estudia la pérdida de empleos de manufactura. “Por ello, dadas las considerables ventajas salariales, para muchas empresas es una propuesta atractiva”.

También se han creado algunos empleos en los EE.UU., especialmente por parte de las compañías que forman parte de la cadena de suministro de las fábricas mexicanas.

Durante la campaña presidencial, Trump se comprometió a revertir la pérdida de puestos de trabajo mediante la reformulación del NAFTA y otros acuerdos comerciales, y amenazó con imponer aranceles a los bienes cuya producción se haya trasladado fuera del país. Su mensaje resonó a través de los estados del medio oeste, como Michigan, Ohio y Wisconsin, que han soportado gran parte de las pérdidas de empleos de fabricación.

El éxito de Trump en convencer a Carrier de mantener sus empleos en Indianápolis ha generado una nueva atención en el traslado de fabricación de los EE.UU. a México. El acuerdo, en el que Trump y Carrier afirmaron haber salvado unos 1,100 empleos -aunque un funcionario sindical indicó que se trata de 730 puestos-, incluyó unos $7 millones de dólares en incentivos fiscales durante 10 años.

Aquí hay un resumen de los motivos que impulsaron a tres compañías a trasladar su fabricación a México.

Rexnord Corp., Indianápolis

En octubre, Rexnord, que fabrica rodamientos industriales en una planta de Indianápolis, notificó al gremio Steelworkers Union Local 1999 que había “decidido tentativamente” mudar sus operaciones a una instalación en Monterrey, México, según un comunicado de la compañía publicado en el sitio web del sindicato.

La medida “permitirá a Rexnord operar de una forma más rentable, mientras continúa generando productos de alta calidad en un entorno competitivo, al precio adecuado para nuestros clientes”, señala el comunicado. Los expertos señalaron que las mejoras en las habilidades de los trabajadores mexicanos han posibilitado una fabricación más precisa, como la producción de rodamientos.

El presidente del sindicato, Chuck Jones, afirmó que 300 trabajadores perderán sus empleos cuando la fábrica, que funciona desde la década de 1950, cierre sus puertas a comienzos del año próximo. “Nos sentamos con la empresa e hicimos algunas propuestas para tratar de mantener los empleos aquí, pero fue en vano”, aseveró Jones. “Ellos dijeron que así ahorrarían $15.5 millones al año, y que nosotros no podíamos solucionar eso, a menos que trabajáramos a $5 la hora para mantener la fábrica abierta”.

Los empleados de Rexnord en Indianápolis ganan $25 la hora, además de beneficios, en comparación con los $3 por hora -sin beneficios- que ganan los trabajadores en México, indicó Jones. “Será devastador, sin dudas”, afirmó acerca de las pérdidas de empleos. Algunos trabajadores se enfrentarán a ejecuciones hipotecarias porque “no podrán conseguir empleos que paguen algo cercano a lo que ganan actualmente”.

Rexnord no respondió a los pedidos de comentarios.

El día después de que Trump viajó a Indianápolis para convencer a Carrier de modificar sus planes de mudanza a México, criticó a Rexnord. En Twitter, el presidente electo escribió: “Rexnord de Indiana se muda a México y despide vilmente a todos sus 300 trabajadores. Esto está ocurriendo en todo el país. ¡Ya no más!”.

Mondelez International, Chicago

Nabisco, una subsidiaria de Mondelez con sede en Illinois, fabrica las galletas Oreo en Chicago desde 1953. Pero en julio pasado, el último paquete de Oreo salió de la línea de producción de dicha fábrica.

El año último, Mondelez eligió su instalación en Salinas, México, sobre Chicago para realizar una modernización valuada en $130 millones, que incluyó cuatro nuevas líneas de fabricación de última generación para los principales productos de la empresa. Ello significó que la fuerza de trabajo de 1,200 personas en Chicago se redujera a la mitad, ya que las “nueve líneas de fabricación viejas e ineficientes” de la sede -incluidas las que fabricaban Oreo- serían trasladadas al sur de la frontera, afirmó la compañía.

“En abril del año pasado nos comprometimos con los sindicatos y hablamos con ellos. Anunciamos que haríamos una inversión en Chicago o en México”, aseguró la vocera de la empresa, Laurie M. Guzzinati. La firma podría ahorrar hasta $46 millones por año al colocar las nuevas líneas en México a raíz de los “costos fijos y variables”, remarcó Guzzinati. Las conversaciones con los sindicatos para reducir lo que la compañía llamó “una brecha de ahorro significativa” no tuvieron éxito, dijo la vocera.

En los últimos años, el mayor precio del azúcar en los EE.UU., causado por las restricciones a las importaciones y otras políticas federales que apoyan la industria nacional, se combinó con la mano de obra mexicana, más económica, para llevar a las compañías a trasladar la producción de galletas al sur de la frontera.

Con los despidos próximos, algunos empleados de Chicago tomaron trabajos en otras instalaciones de Mondelez, y otros se fueron a diferentes compañías. Cerca de 435 trabajadores fueron despedidos, y cerca de 100 se retiraron durante el verano, afirmó Guzzinati.

Anthony Jackson, de 40 años y residente de Chicago, estuvo entre los despedidos. Los trabajadores hubieran tenido que aceptar un recorte salarial del 60% para que Mondelez considere quedarse en Chicago, explicó. “No me puedes decir que pensaron seriamente que para alguien estaría bien dar el 60% de su salario y sus beneficios”, afirmó Jackson, vocero del sindicato Local 300, que agrupa a trabajadores de panadería, confitería, tabaco y molinos de granos que se desempeñaron en la fábrica por cinco años antes de los despidos, en marzo pasado.

Guzzinati señaló que la fábrica de Chicago permanece abierta y que produce otras galletas dulces y saladas, entre ellas belVita. “Nuestra panadería de Chicago sigue siendo una parte importante de nuestra red de manufactura, y seguimos haciendo galletas Oreo en tres otros sitios de los EE.UU.”, remarcó.

Mondelez ha invertido cerca de $450 millones en sus fábricas del país desde 2012. Pero Trump, quien alguna vez participó de un comercial de las populares galletas de chocolate, criticó la decisión de la firma. “Nunca volveré a comer otra Oreo en mi vida. ¡Jamás, jamás!”, aseguró en un evento de campaña en Richmond, Virginia, en 2015.

El presidente electo remarcó que planeaba hablar con los ejecutivos de la empresa para revertir su decisión. Guzzinati señaló este mes que Mondelez no ha tenido contacto alguno con la nueva administración, pero que espera trabajar con ella “para fomentar un ambiente propicio para el crecimiento económico y la prosperidad de las empresas estadounidenses, y poder así competir de forma justa en un mercado global”.

Brake Parts Inc., Chowchilla, California

Cuando los funcionarios de Chowchilla se enteraron, en 2015, que la pequeña ciudad del condado de Madera perdería a su mayor empleador ante la tentación de reducir costos en México, se esforzaron por salvar los empleos, ofreciendo incentivos a la compañía.

“La disparidad de sueldos era tan enorme que necesitaba demasiados incentivos”, afirmó el administrador de la ciudad, Brian Haddix. Después de hablar con la Oficina de Negocios y Desarrollo Económico del gobernador, y con Pacific Gas & Electric Co., la ciudad propuso un paquete valuado en $325,000 durante cinco años, que incluía una reducción del 30% en las tarifas de electricidad. “No fue suficiente”, dijo Haddix, quien afirmó comprender las dinámicas de la economía y que no culpa a Brake Parts. “Ellos han sido buenos con nuestra comunidad. Son una buena compañía”, aseguró. “Era una cuestión de balance”.

Clausen, el ejecutivo de recursos humanos de la empresa, señaló que todos los competidores de Brake Parts están en México. “No hay manera de que los empleados estadounidenses trabajen por $3.50 o $4 la hora. Esa es la realidad de la situación”, afirmó.

En los últimos años, México se ha convertido en una fuerza creciente en la fabricación de automóviles, ya que la fuerza laboral se ha vuelto más capacitada, remarcó Mark Muro, miembro de Brookings Institution, que estudió el tema. “Hay claramente un diferencial de costos, y cada vez más actividades son rentables allí. México ya no ofrece trabajo barato y no calificado; sino rentable y bastante calificado”.

La empresa ya no fabrica a nivel nacional. De sus 5,300 empleados en todo el mundo, 600 están en los EE.UU., afirmó Clausen. “Para estar en una economía de negocios que tenga sentido o sea equilibrada tuvimos que cambiar la dinámica; es la única forma de hacerlo”, remarcó. “Trump dice que traeremos empleos nuevamente al país. Eso es interesante. ¿Pero cuál es el plan? Porque decirlo es fácil, pero hacerlo no lo es”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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