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Los electores de Newport Beach y su renuente apoyo a Trump: ‘me tapé la nariz y voté por él’

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Cubiertos por el reflejo luminoso de tres pantallas grandes donde se emitían los resultados de las elecciones el martes por la noche, una multitud de votantes republicanos del Condado de Orange se pusieron de pie y gritaron.

Agitaron sus puños, se dieron palmadas sobre sus espaldas, debatieron sobre si Hillary Clinton estaba llorando o gritando por su impresionante derrota.

Celebration at the watch party at China Palace in Newport Beach (Allen J. Schaben / Los Angeles Times)

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“¡Enciérrenla!”, coreaban, mientras estado tras estado se volvía color rojo sobre la pantalla. “¡Apaguen las luces!”, pedía. Algunos se refirieron a la candidata demócrata con términos imposibles de imprimir y le desearon una vida de desgracias, algo que parecía cumplirse en tiempo real.

Sin embargo, en Newport Beach, una de las ciudades más conservadoras de California, muchos de esos mismos republicanos expresaron reservas personales, en algunos casos incluso temor, acerca de Donald Trump como presidente.

“Me tapé la nariz y voté por él”, señaló Brace Lake, de 50 años de edad, un gerente de ventas de Lake Forest, quien llegó al evento del partido republicano del Condado de Orange en la noche de las elecciones buscando solidaridad y esperando que su candidato perdiera.

“Creo que él es impulsivo; creo que es superficial, creo que es mezquino”, expresó. “Pero creo que Clinton representa algunas de las fuerzas más oscuras de nuestra nación”. Cuando sus hijos le preguntaron por quién iba a votar, les dijo: “Puedes elegir entre la estupidez o la maldad. Yo voto la estupidez”.

Cerca, Leif Settergren, de 60 años, recorría el lugar, animando a los ya enloquecidos partidarios de Trump a agitar sus carteles y creer en su hombre. Trump no era su primera elección -prefería a los primeros rivales del candidato, Marco Rubio y Carly Fiorina- pero cambio de opinión finalmente.

“Me dio algo que yo estaba buscando”, afirmó Settergren, un inmigrante sueco que trabaja para General Motors.

En Trump, vio a un candidato que podría ayudar a los trabajadores no calificados -hundiéndose en una economía moderna- y luchar con nuevos bríos contra el terrorismo.

Aun así, Settergren se describe a sí mismo como más social conservador que el candidato, y más recto. Consideró extremadamente desagradables los comentarios de Trump sobre los cuerpos de las mujeres. “No me gusta la forma en que se expresa”, dijo. “Necesita ser más profesional”.

En Blackie’s By the Sea, un bar donde las tablas de surf cuelgan del techo y los lugareños recuerdan una época más simple, cuando Budweiser era la única cerveza de barril, el martes por la noche los clientes mantenías sus ojos pegados a Fox News.

Se preocuparon; dijeron que nunca habían visto una elección como ésta y nunca más querían verla. Ordenaron más cerveza. No querían a Clinton en la Casa Blanca, de esto estaban seguros. Pero, ¿qué pensar de Trump?

“Hace dos años, yo pensaba que era un poco payaso”, afirmó Kurt Sanders, de 59 años, un fotógrafo comercial de Costa Mesa. El candidato con “peinado feo” le pareció una broma a Sanders, hasta que se convirtió en el nominado republicano. Entonces se convenció de que era la elección más importante de su vida.

“Dijo cosas que normalmente no dicen los políticos. Dijo cosas que los hombres dicen en un bar; cualquier cosa que estuviera en su mente”, manifestó Sanders. Inicialmente un escéptico, el hombre se convirtió en un fan.

La indecisión de los republicanos podía percibirse en los resultados a través del condado de Orange, en donde por primera vez desde la Gran Depresión una mayoría de votantes abandonaron al candidato de su partido.

Clinton ganó el condado de Richard Nixon y Ronald Reagan por 5 puntos porcentuales, o alrededor de 39,000 votos. “Mientras que el mensaje de Trump resonaba en todo Estados Unidos, realmente nunca resonó aquí”, señaló el concejal de la ciudad de Newport Beach Keith Curry, un republicano de toda la vida quien el año pasado escribió una columna en el Voice of OC donde llamó a Trump “un payaso egoísta, misógino y racista”, y pronosticó su derrota.

“¡Ups!”, dijo Curry el miércoles por la mañana. Frustrado con los nominados de ambos partidos, aseguró que había decidido votar por un candidato poco probable: sí mismo. En cuanto a Trump, dijo: “Espero que puede gobernar con eficacia”.

Newport Beach es el sitio donde los candidatos republicanos vienen a recolectar cheques de donantes ricos.

Con un ingreso familiar promedio de $108,000 y más del doble de republicanos registrados que demócratas, esta zona ha sido un baluarte de la derecha durante décadas. Sin embargo, Curry señaló que la “clase contribuyente” de la ciudad se retractó esta vez. “No dejaba de escuchar: ‘Voy a necesitar una historia que contar a mis hijos, y no quiero decirles que apoyé a Donald Trump’”, relató.

Frank Coffman, de 74 años de edad, quien ha vivido en Newport Beach durante casi dos décadas, recibió la noticia del triunfo de Trump con un suspiro de pesar. Por primera vez en su vida, el republicano había votado por un demócrata para presidente.

“Es irónico. Como parte del uno por ciento, supongo que es mejor para mí que las elecciones se hayan desarrollado de esta manera”, manifestó. “Sin embargo, tengo un problema básico: me preocupa su carácter”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Diana Cervantes

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