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Los trastornos del espectro autista parecen haberse estabilizado entre los niños y adolescentes de EE.UU.

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Los investigadores tienen una nueva razón para creer que la prevalencia de los trastornos del espectro autista en los EE. UU. ha llegado a un punto crítico.

La evidencia proviene de la Encuesta Nacional de Salud, que entrevista a los hogares estadounidenses sobre una variedad de enfermedades. Cuando una familia participante incluye niños, uno de esos niños es seleccionado al azar para ser incluido en la entrevista.

A la encuesta de 2014se le agregó una nueva pregunta: “¿Alguna vez un médico o profesional de la salud le dijo que [el niño] tenía autismo, trastorno de Asperger, trastorno generalizado del desarrollo o trastorno del espectro autista?”

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Entre 2014 y 2016, esta pregunta fue respondida por 30,502 niños de 3 a 17 años. En 711 casos, la respuesta fue “sí”.

Investigadores de la Universidad de Iowa ponderaron esas respuestas para dar cuenta del hecho de que no todos los hogares estadounidenses tenían la misma probabilidad de ser seleccionados para la encuesta, y que entre los que sí lo estaban, no todos tenían la misma probabilidad de dar una respuesta a esa pregunta en particular.

Una vez que se realizó todo el trabajo estadístico, el equipo de investigación encontró que el 2,41% de los niños y adolescentes estadounidenses tenían una forma de autismo entre 2014 y 2016. Esa prevalencia aumentó ligeramente durante el período de tres años, del 2,24% en 2014 al 2,41% en 2015 y luego 2.58% en 2016. Pero eso no fue suficiente para ser considerado estadísticamente significativo. En otras palabras, esos cambios fueron tan pequeños que podrían haberse debido a la casualidad.

Algunos grupos tenían más probabilidades de informar un diagnóstico que otros. La prevalencia de niños durante el período de tres años fue del 3,54%, en comparación con el 1,22% para las niñas. La prevalencia de 1.78% entre los niños latinos fue significativamente menor que para los negros no latinos (2.36%) o para los blancos no latinos (2.71%).

La geografía no fue un factor. La prevalencia de trastornos del espectro autista fue 2.21% en el sur, 2.24% en el oeste, 2.47% en el medio oeste y 3.05% en el noreste. Ninguna de esas diferencias fue lo suficientemente grande como para ser considerada estadísticamente significativa.

Las cifras de prevalencia general fueron más altas que las informadas en otras encuestas. Por ejemplo, los datos de la Red de Monitoreo de Autismo y Discapacidades del Desarrollo ubicaron la prevalencia en 1.46% en 2012. Esto se mantuvo esencialmente sin cambios desde el 1.47% reportado por la encuesta ADDM en 2010, marcando la primera vez que se mantuvo estable desde 2000.

Los autores del nuevo informe ofrecieron algunas explicaciones para la diferencia. Los hogares de todo el país participaron en la Encuesta Nacional de Salud, mientras que la encuesta ADDM se centró en una docena de comunidades. Además, el NHIS se basó en los informes de los miembros del hogar para identificar a los niños con autismo; mientras que la encuesta ADDM, pide a los médicos que revisen los registros médicos y educativos de los niños.

Pero las diferencias entre las dos encuestas pueden no ser tan significativas como el hecho de que ambas sugieren que la prevalencia de los trastornos del espectro autista se ha estabilizado.

Los investigadores de Iowa dijeron que se necesitaría más trabajo para determinar si los cambios en los riesgos ambientales, los criterios de diagnóstico, la conciencia pública u otros factores están detrás del aparente final de una década de incrementos.

El estudio fue publicado en la edición del martes de la revista Journal of American Medical Assn.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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