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La carrera por la gobernación de California en 2018 será clave; estos son los candidatos y sus pasos a seguir

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En tiempos en que California es el epicentro de la resistencia liberal frente al presidente Trump, los políticos demócratas que buscan liderar a los 39 millones de habitantes del estado están sentando las bases para lo que podría convertirse en la carrera gubernativa más disputada del estado en casi una década.

Los votantes no se expresarán en las urnas sino hasta 2018, pero los candidatos ya están recaudando millones de dólares y cortejando a donantes, líderes políticos y activistas clave, mientras intentan liderar el estado que es la sexta economía más importante del mundo.

“Este es un lugar que encarna el futuro; ética, económica y actitudinalmente”, afirmó Darry Sragow, un veterano consultor demócrata en Los Ángeles, quien no está alineado con la próxima elección. “El gobernador que elijamos en 2018 podría establecer el ritmo que impulse al país a su nueva era postindustrial… Podría fijar las tendencias nacionales”.

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El próximo gobernador del estado también tendrá que lidiar con un enorme conjunto de desafíos: una gran población de residentes indocumentados en el país, en el marco del endurecimiento de las políticas inmigratorias del presidente Trump; solucionar la infraestructura deficiente de California; gestionar un presupuesto estatal que es vulnerable a los giros radicales a raíz de su dependencia de gravar los ingresos de quienes más ganan; equilibrar la necesidad de agua para las ciudades y el campo, y muchos más.

Los demócratas dominan la carrera hasta la fecha, lo cual no es sorpresivo dada su ventaja de 19 puntos en el registro de votantes, la supermayoría en ambas cámaras de la Legislatura estatal y el hecho de que han ocupado todos los cargos electos en el estado desde 2011.

Los contendientes

El vicegobernador Gavin Newsom y el exalcalde de Los Ángeles Antonio Villaraigosa son un contraste directo en cuanto a estilo con el gobernador saliente, a quien buscarán reemplazar: el filosófico Jerry Brown, quien a menudo cita frases en latín en sus expresiones. Ambos candidatos son personalidades muy fuertes y han construido sus carreras, en parte, gracias a su carisma. Los dos, junto con el tesorero del estado, John Chiang, hablan de construir a partir de la estabilidad económica que Brown forjó en la etapa posterior de la peor recesión económica vivida desde la Gran Depresión.

Aunque los candidatos que buscan reemplazar a Brown son ideológicamente similares, sus antecedentes y experiencias darán forma a sus campañas.

El vicegobernador Gavin Newsom

Newsom, precursor en la recaudación de fondos y la votación temprana, captó la atención nacional de la opinión pública por primera vez cuando concedió licencias matrimoniales para personas del mismo sexo, en 2004, como alcalde de San Francisco. El tema fue tan polémico en el momento, que algunos de sus compañeros demócratas le culparon cuando John Kerry perdió la carrera presidencial ese mismo año. También fue acosado por un escándalo de su propia cosecha, en particular por un romance con la esposa de un amigo cercano.

Luego se postuló brevemente para gobernador en 2009, hasta que quedó claro que Brown le haría difícil una victoria. En lugar de ello, se conformó con la vicegobernación, pero nunca ocultó su inquietud en ese papel. Newsom fue el primero en anunciar sus intenciones de candidatura, a principios de 2015. Un preferido de larga data en la base del partido demócrata, el camino de Newsom hacia la mansión del gobernador se apoya en los votantes más liberales del estado, muchos de los cuales viven en su sede políticamente activa: el Área de la Bahía.

Antonio Villaraigosa

Después de su mandato como presidente de la Asamblea, Villaraigosa fue electo alcalde de Los Ángeles en 2005 y se convirtió así en el primer latino en ocupar esa posición desde 1872. Pero en los cuatro años de su mandato el encanto se desvaneció, debido a circunstancias tanto de su control -un romance extramatrimonial- como ajenas a éste -las consecuencias de la fuerte recesión-. Así, Villaraigosa pasó gran parte de su tiempo al mando intentando resucitar su reputación y la admiración de aquellos que lo habían puesto en el cargo.

Antonio Villaraigosa dejó el puesto en 2013, y su base de origen, el sur de California, no vota con la misma frecuencia que el Área de la Bahía. Pero, como uno de los políticos latinos más destacados de la nación, Villaraigosa cuenta con que la creciente población inmigrante se sentirá motivada a votar en rechazo de las políticas del presidente Trump.

También ha cortejado en el último tiempo a los votantes de clase trabajadora del Valle Central y el Inland Empire.

El tesorero del estado, John Chiang

Chiang, quien fue controlador del estado antes de ser elegido tesorero, busca presentarse como el natural sucesor pragmático de Brown. Chiang puede destacar su administración de las finanzas del estado en contra de la clase dirigente -en 2011 recortó el pago de los legisladores por negarse a aprobar un presupuesto equilibrado-. Su campaña lo presenta como el ‘adulto en la sala’; sin embargo, pocos votantes saben de quién se trata.

También se postula Delaine Eastin, una exlegisladora estatal y exjefa de las escuelas de California.

Con 69 años de edad, Eastin es la única mujer en la contienda, aunque también es la menos conocida y no ha demostrado hasta el momento capacidad para recaudar dinero. Por otra parte, no ha ocupado cargos electivos en 14 años. Su agenda de trabajo incluye lograr la matrícula universitaria gratuita, promulgar el cuidado de la salud universal, prohibir el fracking y aumentar la asequibilidad de la vivienda.

Los republicanos

Los republicanos están luchando por hallar un candidato viable. El capitalista John Cox, de Rancho Santa Fe, ha destinado un millón de dólares para un comité exploratorio. El exasambleísta David Hadley, de Manhattan Beach, afirmó que anunciará una decisión dentro de pocas semanas. Rosey Grier, exjugador de Los Ángeles Rams, también manifestó su voluntad de presentarse, aunque no ha dado pasos concretos para armar una campaña.

Si un republicano logra entrar a la contienda, deberá enfrentar una batalla cuesta arriba, dada la ventaja de los demócratas en el registro de votantes. Pero los consultores de derecha sostienen que no se trata de un imposible, siempre y cuando la persona recaude $10 millones de dólares para el final del año, con la finalidad de hacerse notar.

“¿Podría ganar un republicano? Por supuesto. ¿Los donantes lo creen? Aún no”, aseguró Rob Stutzman, quien asesoró al exgobernador Arnold Schwarzenegger.

El dinero

Recaudar dinero suficiente para llevar a cabo una campaña competitiva en California, el estado más caro del país para postularse -a raíz de su tamaño y de los costosos mercados de medios-, es actualmente la máxima prioridad de cada candidato.

“Están llamando en busca de dólares”, expresó Bill Carrick, asesor del alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, cuyo nombre también fue propuesto como posible gobernador. “Probablemente se requieren de $30 millones o más” por candidato, para ser competitivo, estimó.

Brown gastó $36 millones en 2010, cuando se enfrentó por última vez a un formidable retador. Sus aliados en la misión invirtieron muchos millones más para respaldar su candidatura. La nominada del partido republicano, Meg Whitman, gastó $177 millones -$144 de los cuales salieron de su propio bolsillo-.

Las incógnitas

Pocos creen que el campo está resuelto. Alguien como el multimillonario activista ambiental Tom Steyer, o un prominente republicano como el alcalde de San Diego, Kevin Faulconer, quien es ampliamente considerado como la mejor opción del partido republicano para ganar el cargo estatal, podrían pelear la carrera. Mientras que Faulconer ha insistido en que no se presentará, Steyer prefiere dejar sus opciones abiertas.

El futuro de varios demócratas destacados está en proceso de cambio, entre ellos el del presidente interino del Senado, Kevin de León, y el del propio Garcetti. Parte de la incertidumbre proviene de la senadora Dianne Feinstein, quien tiene 83 años y puede ser reelecta en 2018. Feinstein no ha dicho si buscará un quinto mandato, y en caso de no hacerlo, esto crea otra opción para los demócratas que buscan llegar a un cargo más alto.

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Traducción: Valeria Agis

Para leer esta historia en inglés haga clic aquí

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