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Pese al desprecio y las críticas, estos votantes latinos no se arrepienten de haber elegido a Trump

Un hombre sostiene un cartel durante un mitin entre cerca de un centenar de partidarios latinos de Donald Trump, frente al Ayuntamiento de Anaheim, el 28 de agosto de 2016.

Un hombre sostiene un cartel durante un mitin entre cerca de un centenar de partidarios latinos de Donald Trump, frente al Ayuntamiento de Anaheim, el 28 de agosto de 2016.

(Luis Sinco / Los Angeles Times)
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Ana Corona llegó a California en 1967, procedente de México, para seguir a su padre, hermanos y hermanas, y unirse a millones de otras personas que vivirían ilegalmente en los EE.UU.

Corona, quien nunca fue deportada, fue testigo de la deportación de sus familiares. Desde el momento en que cruzó la frontera, a sus 14 años de edad, su padre les recordó a ella y sus hermanos que estaban en una precaria situación y que, por ley, éste no era su país. Si algún día superaban la molestia de estar aquí ilegalmente y lograban convertirse en estadounidenses, debían sentirse agradecidos, les decía.

Cuando llegó el momento de elegir presidente, en noviembre pasado, Corona envió por correo su boleta y votó por Donald J. Trump, un candidato que, a veces, había hablado sombríamente acerca de la inmigración ilegal y los inmigrantes mexicanos. “Sólo creo que tenemos que llevar nuevamente al país a lo que solía ser”, afirmó, “y creo seriamente que él lo logrará”.

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Corona, de 63 años, es una minoría dentro del grupo minoritario más grande de los EE.UU.: aunque una encuesta ampliamente cuestionada sugirió que cerca del 28% de los latinos votaron por el presidente electo, grupos de defensa señalan que en realidad menos de un 20% lo hizo. En California, algunas encuestas sugirieron que cerca del 80% de ellos eligió a Hillary Clinton.

Al igual que Corona, muchos latinos que votaron a favor de Trump pensaron que los EE.UU. iban en la dirección equivocada, y que Trump era el correcto para solucionarlo. Todos estaban muy conscientes de su fuerte retórica contra los inmigrantes ilegales en el país, así como de su discurso sobre las deportaciones masivas y la construcción de un muro en la frontera.

Algunos, como Corona, señalaron que simplemente no creen que Trump tenga el poder de expulsar a millones de personas en el país a una escala tan grande que coincida con la retórica que empleó en la campaña. Otros, en cambio, afirmaron que apoyan su enfoque duro al respecto. “Si es físicamente posible y podemos encontrar la forma de hacerlo a nivel financieramente responsable, no tengo problemas con ello”, anticipó Alexis Morán, un estudiante de UCLA de 21 años de edad y presidente de Bruin Republicans. “Muchas personas que están aquí ilegalmente le quitan oportunidades a los ciudadanos legales”.

Algunos latinos fueron considerados traidores y se enfrentaron a las críticas de sus familiares y amigos por apoyar a Trump. No obstante, creen que en última instancia podrán demostrar que estaban en lo cierto al hacerlo.

Mario Guerra, exalcalde de Downey y tesorero del Partido Republicano de California, llegó a los EE.UU. cuando tenía seis años, en uno de los primeros “vuelos de la libertad”, un reasentamiento de cubanos que intentaban escapar de Fidel Castro, patrocinado por los estadounidenses.

Criado católico, Guerra es un diácono de la iglesia. El año pasado, cuando fue erróneamente catalogado como delegado de Trump, recibió críticas de un sector de la comunidad latina, que lo calificó de traidor. Un amigo le envió un correo electrónico: “La profundidad de mi decepción es inconmensurable”. Pero todo ello no influyó en su voto; Guerra eligió a Trump esperando, entre otras cosas, un cambio de dirección de gobierno. “Creo que son adultos los que ayudan al proceso de transición, y creo que todo saldrá bien”, señaló. “Si el presidente electo puede cumplir con algunos de sus planes de negocios y educativos, será genial para la gente latina”,

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Corona se convirtió en ciudadana en 1989 y siempre ha votado a los republicanos, lo cual atribuye en parte a su espíritu inclinado a lo empresarial. Su apoyo a Trump fue alimentado por su deseo de cerrar las fronteras y evitar que los inmigrantes ilegales sigan beneficiándose con el sistema, afirmó. Para ella, quienes llegan al país sin papeles hoy en día son distintos a quienes arribaban en su época. Hace décadas, ser indocumentado obligaba a las personas a mantenerse mucho más alertas que ahora, que existen tantos defensores de inmigrantes peleando por sus derechos. También era más difícil matricularse en la escuela, las redadas en los trabajos eran habituales, “y uno se preocupaba de ser deportado sólo por ir al hospital”, aseguró Corona, quien hoy es propietaria de un negocio.

Aunque apoyó a Trump desde el principio, piensa que su llamamiento a deportar a 11 millones de inmigrantes ilegales en el país es poco realista, aunque apoya el hecho de deportar a cualquier inmigrante indocumentado con antecedentes criminales. El tema del muro, en cambio, la hace reír. “Lo que dice acerca de la pared, seriamente no creo que pueda hacerse realidad… Ni siquiera es factible”, afirmó Corona. “No necesitamos un muro; necesitamos fortalecer nuestras fronteras de distintas maneras”.

Corona tampoco piensa que Trump erradicará la protección que el presidente Obama le concedió a los inmigrantes que llegaron al país cuando eran niños, ni que deportará a todos los ilegales -aunque no sean criminales-, algo que los expertos señalaron que sí deberá hacer, incluso si intenta adherirse a sus promesas de forma más moderada. “Él no hará eso”, manifestó Corona. “No es tan tonto como para hacerlo”.

Morán, quien creció en Fresno, señaló que su candidato favorito era el senador de Texas, Ted Cruz. Aunque se preguntó qué tan conservador sería Trump en algunas cuestiones, comprendió sus llamamientos para combatir la inmigración ilegal y su crítica al envío de fondos federales para ayudar a estudiantes ilegales en el país. “Hay personas que son ciudadanos, de herencia mexicana, salvadoreña, guatemalteca, y que podrían usar ese dinero para su educación”, expuso Morán. “Pero, en cambio, esos fondos van directamente a los inmigrantes ilegales. Esas cosas no son justas; no creo que sea correcto”.

El año pasado, la Encuesta Nacional de Latinos del Pew Research Center demostró que un tercio de latinos registrados como votantes se consideraban a sí mismos -y sus opiniones políticas- como conservadores. Una cuarta parte de los votantes latinos registrados que participaron en el sondeo se identificaron o inclinaron hacia el partido republicano. “Eso es algo que no ha tenido cambios en los últimos años”, señaló Mark Hugo López, director de investigación hispana de Pew Research Center. “No es un récord, pero es una cifra que flotado alrededor de ese 20% y 25% durante un buen tiempo”.

Para López, siempre hubo dos grupos en el electorado latino que tradicionalmente se han inclinado más hacia el lado republicano: los cubanoamericanos y los latinos religiosos.

Bob Pacheco, concejal de la ciudad de Walnut, era demócrata antes de convertirse en un “republicano de Ronald Reagan”. En la última temporada electoral, cuando Trump llamó “narcotraficantes” y “violadores” a los inmigrantes que cruzaban desde México, Pacheco lo tomó como un insulto personal; pensó en su padre y su abuelo, que habían cruzado la frontera hace tantos años. Pese a ello, votó por el ahora presidente electo, por considerar que el candidato representaba la mayor parte de los valores en los que él cree. Además, piensa que Trump no cumplirá algunas de esas promesas de campaña, como levantar un muro en la frontera y obligar a México a pagar por éste.

“Estoy en los círculos políticos, sé cómo los candidatos pueden hablar y muchas veces no cumplir con lo que dicen; lo hacen para que suene bien”, afirmó. “Pienso que no lo hará. Sigo pensándolo”.

Pacheco espera que Trump sea más conciliador en temas de inmigración si menciona el tema durante la ceremonia de investidura. “Quizás es sólo un deseo, pero espero que entre en razones y haga cosas más humanas, que contenga la retórica. Pienso que él ya se ma medido un poco con sus palabras, y seguirá haciéndolo”.

En su familia, el voto de Pacheco contrastó con el de su hija, de 31 años de edad, quien optó por Clinton y se opuso a los comentarios de Trump acerca de las mujeres y los indocumentados, entre otras cosas. Cuando piensa en el voto de su padre, lo ve como el deseo de éste de ver un cambio en el sistema, no como un reflejo de sus valores personales. “La misma persona que votó por Trump también recogió algodón y tuvo un padre inmigrante en este país”, afirmó Cristina Pacheco, acerca de su progenitor. “Es fascinante cómo hemos reducido esto a catalogar a las personas según el candidato por el que votan, sin comprender el matiz de cómo funciona el sistema político”.

Sin embargo, ella no puede siquiera imaginar votar por Trump, tal como su padre hizo. “Quiero ver un cambio y mejoras para las personas de color en esta nación; los inmigrantes, las mujeres y muchas comunidades”, dijo. “El mío fue también un voto en nombre de aquellos cuyas voces no pueden ser escuchadas”.

Cristina Pacheco planea ver la ceremonia de toma de posesión, al igual que su papá, pero con una perspectiva diferente de lo que podría significar la presidencia de Trump. La mañana después, tal como otras mujeres en muchas ciudades, planea asistir a una marcha en protesta. “Si creo que contribuyo a este país siendo la nieta de un inmigrante, entonces creo que cada persona que viene aquí contribuye”, aseguró. “Dios nos libre de una política de muros, porque en ese caso entraré en acción, saldré a las calles y trabajaré para derribarlos”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta historia en inglés haga clic aquí

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