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Legalización de la marihuana en California: ¿el principio del fin de la guerra contra el cannabis?

Krystal Xiques fuma marihuana en un acto realizado en noviembre pasado, en apoyo a la Proposición 64, en Sparc Dispensary de San Francisco.

Krystal Xiques fuma marihuana en un acto realizado en noviembre pasado, en apoyo a la Proposición 64, en Sparc Dispensary de San Francisco.

(Marcio José Sánchez / Associated Press)
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La puerta a la marihuana legal en California se abrió levemente en 1996, cuando los votantes aprobaron la Ley de Uso Compasivo, que permitió a los médicos recomendar cannabis a ciertos pacientes.

En noviembre pasado, esa puerta se abrió del todo cuando los votantes aprobaron la Proposición 64 por amplio margen, una medida que legaliza la marihuana para uso recreativo de adultos y que podría anunciar el comienzo del fin de la descabellada guerra del gobierno contra la marihuana.

Sin embargo, durante casi dos décadas, esta sustancia ha estado más o menos a disposición de cualquier persona de 18 años o mayor, dispuesta a pagar por una receta médica que podía obtener sin salir de su habitación. El proceso es tan sencillo como ingresar a un sitio web, pagar unos cuantos dólares y hacer una sesión vía Skype con un médico. Los dispensarios brotaron como la maleza, poblando ciudades como L.A., que ha luchado largamente para crear regulaciones.

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No obstante, aunque es tan sencillo conseguirla, la marihuana sigue estando catalogada por la Administración Federal Antidrogas (DEA) como una sustancia de la Lista 1, sin ningún beneficio médico aceptado, considerada oficialmente tan peligrosa como la cocaína o la heroína.

Esto va en contra de la credulidad. Nadie ha muerto de una sobredosis de marihuana y la literatura médica -aunque la investigación ha sido limitada en este país a causa dela prohibición federal- está plagada de estudios que muestran usos potencialmente beneficiosos.

La marihuana ha demostrado ser efectiva para ciertos tipos de epilepsia infantil incurable, para ayudar con las náuseas a los pacientes de quimioterapia, para estimular el apetito de las personas con sida. También se cree que ayuda con ciertos tipos de dolor neuropático. Muchos veteranos de guerra que experimentan estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés) usan marihuana para aliviar sus síntomas. Los atletas profesionales han exaltado sus efectos sobre los de los medicamentos recetados para las lesiones crónicas.

Hay algunos activistas de la marihuana que rechazan la idea de que ésta se utilice sólo de forma recreativa. Creen que siempre hay un uso médico, incluso si se trata exclusivamente de relajarse después de un duro día de trabajo.

En cualquier caso, después de la legalización del uso medicinal, muchos Baby Boomers que habían consumido marihuana en la preparatoria y luego la habían dejado ya como adultos, comenzaron a redescubrirla. En algunos círculos afluentes, ésta se ha convertido en algo tan común como el chardonnay, y tiene prácticamente el mismo estigma social.

Para otros -especialmente adolescentes, y afroamericanos y latinos de bajos ingresos- la marihuana sigue funcionando como una droga de entrada al sistema de justicia penal. Para la policía, el olor a marihuana constituía un excelente pretexto para detener, revisar, averiguar matrículas y arrestar. Conforme la nueva ley, esto ya no será así.

A diferencia de las anteriores campañas fallidas de legalización, hubo mucho dinero en respaldo a la Proposición 64 -$22.5 millones, en comparación con los reducidos $2.1 millones de la campaña contraria a la medida-.

El multimillonario Sean Parker -reacio a la publicidad- fue uno de los máximos contribuyentes, con un aporte de $8.6 millones en apoyo a la Propuesta 64. Expresidente de Facebook y fundador de Napster, Parker nunca explicó públicamente su interés en legalizar la marihuana, aunque un vocero señaló que no planea hacer dinero en la industria (las oportunidades serán amplias, aunque si usted no está ya en el negocio del cannabis es posible que haya perdido terreno).

Los anuncios a favor de la Propuesta 64 se enfocaron en persuadir a los padres -responsables de hundir la medida de legalización anterior, en 2010- y resaltaron que se mantendría a los menores a salvo al prohibir los anuncios de marihuana en TV, requerir que el cannabis tenga envases a prueba de niños y prohibir que los comestibles tengan formas y paquetes que resultaran potencialmente atractivos para chicos (se acabaron las gomitas de ositos con marihuana).

También -esto fue un punto clave- una gran parte de los ingresos esperados de nuevos impuestos y tarifas asociadas con la legalización (el total podría ascender a mil millones de dólares al año, según la oficina del analista administrativo estatal) se destinarán a la educación contra las drogas y los programas extracurriculares, una de las herramientas más efectivas para mantener a los niños lejos de la adicción y otros problemas.

Los ingresos provenientes de las ventas, fabricación y distribución de cannabis también se dedicarán a establecer estándares de conducción bajo la influencia, algo que no existe en la actualidad, y para ayudar a la Patrulla de Carreteras de California (CHP) a entrenar a sus agentes para reconocer a los conductores bajo la influencia de la marihuana, a falta de una prueba objetiva al respecto -como la que mide el nivel de alcohol en la sangre-.

Las ciudades y los condados tienen el derecho de licenciar y tasar los negocios de marihuana, o de prohibirlos totalmente -y hay un enorme revuelo de en todo el estado para resolver estas cuestiones-. También será necesario contar con licencia estatal, y ninguna tienda recreativa podrá hacer negocios hasta enero de 2018, cuando todas las regulaciones entren en vigor. Algunos sitios podrían permitir incluso salones de marihuana, pero la ley prohibe que en el mismo lugar se consuma alcohol y cannabis.

Varios cambios ocurrieron apenas después de la elección. A partir de ahora, cualquier persona mayor de 21 años puede poseer, transportar o entregar legalmente hasta una onza de flores de marihuana, u ocho onzas de concentrado. Un abogado señaló incluso que uno podría entregar la droga a un oficial de policía y pedirle que le prepare con ella algunos cigarros sin temor a ser arrestado, aunque nadie recomendaría hacerlo.

Los adultos también tienen el derecho de cultivar seis plantas de marihuana en casa, fuera de la vista pública. Nadie, sin embargo, tiene derecho a estar drogado en el trabajo.

Quizás lo más importante es que cualquier persona con un cargo o condena por algo que ya no se considere un delito bajo el vigor de la Propuesta 64 puede solicitar que se anulen los cargos, salir de la cárcel o pedirle a la corte que se reduzca su sentencia, y limpiar su registro.

Drug Policy Alliance, el grupo nacional de reforma de la ley de drogas que copatrocinó la medida, estima que alrededor de 2,000 presos de California podrían beneficiarse por el cambio de la ley. Potencialmente decenas de miles de otras personas que han sido arrestadas, o que han cumplido condenas, podrán solicitar la limpieza de sus registros.

A nivel nacional, fue una buena temporada para las iniciativas vinculadas con la marihuana. Junto con California, Massachussetts, Nevada y Maine también votaron para legalizar su consumo recreativo, uniéndose así a Colorado, Oregon, Washington y Alaska (Arizona rechazó la medida). También otros cuatro estados legalizaron el uso medicinal del cannabis, llevando el total a 28 estados, más el distrito de Columbia.

Queda por ver si la elección del senador de Alabama Jeff Sessions, opositor de la marihuana, como fiscal general de los EE.UU. anunciará el inicio de un nuevo conflicto entre los estados y el gobierno federal respecto de la marihuana. Los activistas tienen esperanza en el presidente electo. En octubre de 2015, Trump dijo que la legalización de la marihuana es una cuestión que debe dejarse a cada estado.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta historia en inglés haga clic aquí

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