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Ex miembro de la familia Manson no saldrá de prisión

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Funcionarios del Departamento de Libertad Condicional del Estado pospusieron ayer jueves la decisión de otorgar o no la libertad a Patricia Krenwinkel, una ex seguidora de Charles Manson y acusada de homicidio, luego de que el abogado de la prisionero, presentara nuevos argumentos asegurando que la prisionera había sido abusada por Manson o por otra persona de ese clan.

Las dos personas integrantes del panel de audiencias de libertad condicional “consideraron que la información discutida durante la audiencia fue motivo de una investigación”, dijo en un comunicado de prensa el Departamento de Correcionales y Rehabilitacion de California.

La afirmación, dijo la fuente, está relacionada con el síndrome de los cónyuges maltratados, una condición psicológica que experimentan las personas que han sufrido abuso físico o emocional prolongado por un esposo o esposa. El síndrome se ha utilizado como defensa legal de muchas mujeres acusadas de matar a sus maridos.

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La investigación de este argumento, llevará varios meses, indicó la fuente.

Confinada a una prisión de California desde 1971, Patricia Krenwinkel, exmiembro de la familia Manson y condenada por asesinato, es actualmente la reclusa con más antigüedad en el sistema correccional del estado.

Krenwinkel fue enviada al pabellón de la muerte luego de que un jurado de Los Ángeles la condenara por matar a la actriz Sharon Tate y a otras seis personas en un ataque de dos días, con el propósito de desencadenar una guerra de razas. Los asesinatos se cometieron a instancias de Charles Manson, líder de un grupo de culto que vivía en un antiguo rancho cerca de Chatsworth.

Pero luego de que el tribunal superior del estado declarara, en 1972, que la pena de muerte era inconstitucional, la sentencia de Krenwinkel -junto con la de los otros miembros del clan Manson- fue conmutada a cadena perpetua.

La audiencia en la prisión estatal de mujeres, ubicada en Corona, sería
a la decimoquinta aparición de Krenwinkel ante el panel. En la última de ellas, realizada en 2011, el consejo reconoció los esfuerzos de la convicta y la recomendó por su expediente disciplinario limpio, por haber estudiado y recibido una licenciatura y por su trabajo como entrenadora de perros de servicio y consejera de sus compañeras reclusas.

Pero la comisionada Susan Melanson señaló que la barbarie de los crímenes -junto con el fracaso de Krenwinkel para comprender por completo el impacto global que tuvieron los asesinatos del clan- justificaban más tiempo tras las rejas. “Este crimen sigue siendo relevante”, remarcó Melanson. “El público tiene miedo, y ése es un factor del crimen y de sus consecuencias”.

El abogado de Krenwinkel, Keith Wattley, espera que el panel, integrado por dos miembros, reconozca el compromiso de su clienta de examinar sus delitos y reformar su comportamiento. Señaló también que Krenwinkel ha sido constantemente evaluada por profesionales médicos y que no plantea ningún peligro para la sociedad.

“Con este caso, hasta ahora, ha sido el ejemplo más claro de cómo el clamor público puede aniquilar completamente y anular los derechos constitucionales de alguien”, afirmó Wattley. “Algunos podrían decir: ‘Bueno, ella cometió un crimen tan grave como ése; es ella misma quien ha renunciado a su derecho a un trato justo’. Pero no es así como funciona la ley”.

En su audiencia anterior, Krenwinkel aseguró que había hecho preparativos para dejar el entorno estructurado de la prisión, que esperaba mudarse de California y cambiar su nombre legal. También optó por no discutir el crimen, pero reconoció cuánto había cambiado desde que conoció a Manson. Al mirar atrás, dijo, él se había presentado como un mesías a quien ella le había entregado su ‘ser espiritual’. “Me convertí en un monstruo”, afirmó. “Renuncié a todo lo que era bueno y acepté lo malo, y me volví eso”.

Detrás de las rejas, relató, vive con culpa, pena y vergüenza. “Sólo me siento acosada a diario por el infinito sufrimiento que causó mi participación en los asesinatos”, aseguró. “Estoy tan avergonzada de mis acciones. Soy consciente de que las víctimas tenían tanta vida por delante”.

El 9 de agosto de 1969, Krenwinkel se unió a la banda de acólitos de Manson que asaltaron la casa de Benedict Canyon que compartían Sharon Tate, de 26 años y embarazada de su primer hijo, y el director de cine Roman Polanski, su esposo. Tate y otras cuatro personas fueron apuñaladas y baleadas. Krenwinkel testificó que persiguió a la heredera del imperio del café Abigail Folger con un cuchillo, y que luego la apuñaló 28 veces.

La noche siguiente, Krenwinkel y otros mataron a Leno LaBianca y su esposa, Rosemary, en su hogar de Los Feliz. Krenwinkel y Leslie Van Houten, también miembro del clan Manson, retuvieron a la mujer mientras Charles “Tex” Watson apuñalaba a Leno La Bianca.

Ambas propiedades presentaban paredes manchadas de sangre, y Krenwinkel la utilizó para garabatear “Muerte a los cerdos”. Más tarde testificó en el juicio que su mano latía de apuñalar a una de las víctimas tantas veces.

Los fiscales han peleado largamente contra su liberación. “Estamos hablando de una masacre brutal, de la mutilación de inocentes, sin razón alguna”, afirmó el fiscal de distrito Patrick Sequeira. “Pero más allá del horror por sí mismo hay otro horror mayor: que esto estaba pensado para comenzar una guerra racial, para causar aún más violencia… Esto fue realmente un acto de terrorismo interno”.

Los comisionados de libertad condicional también citaron la oposición pública, expresada mediante cartas desde todo el país. Entre los principales opositores a la liberación de Krenwinkel se encuentra Debra Tate, hermana menor de Sharon, quien a menudo asiste a las audiencias de libertad condicional de los miembros del clan Manson. “La sociedad no puede permitir que esta asesina en serie, quien cometió matanzas horribles, crueles y aleatorias, quede en libertad”, escribió Tate en una petición online reunió más de 95,000 firmas.

La audiencia de Krenwinkel iba a ser la última en un año en que varios miembros de la familia Manson estuvieron frente al consejo de libertad condicional. A Van Houten se la había recomendado para ello en abril pasado, pero el gobernador Jerry Brown le negó la liberación. También rechazó la de Bruce Davis -lo cual marcó la cuarta vez que un gobernador bloquea su liberación-.

Para Wattley, Krenwinkel tiene dos factores clave que trabajan a su favor, ambos giran en torno a la edad. Como ella tenía 21 años al momento de los asesinatos, se la considera una delincuente juvenil conforme una ley que entró en vigor en 2016. Además, los comisionados deben reconocer que los ancianos tienen un menor riesgo de violencia en el futuro. “No estoy diciendo que el crimen no importa”, detalló el letrado. “Pero no predice su futuro riesgo para la seguridad pública. Es por ello que la ley requiere su liberación”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta historia en inglés haga clic aquí

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