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Jóvenes de crianza que realizaron un cortometraje premiado fueron homenajeados en la Casa Blanca

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Jevonne Davis estaba en quinto grado cuando su vida cambió para siempre. Después de una infancia transcurrida de casa en casa, conoció a su nueva madre de acogida en Compton, y ella lo llevó al teatro. El niño quedó fascinado con los actores en escena, por el baile, el canto y la creatividad. Se inclinó y le susurró a la mujer: “Yo quiero ser parte de esto”.

Ahora, Davis tiene 18 años y es un veterano del cine y el teatro. La semana pasada, él y otras dos jóvenes provenientes de hogares de crianza del condado de L.A. fueron homenajeados en el primer festival South by South Lawn de la Casa Blanca, por un cortometraje que protagonizaron, escribieron y dirigieron.

La película, realizada este verano, se llama “Time for Change” y fue finalista del Festival de Cine Estudiantil de la Casa Blanca, donde participó junto con otras 700 cintas. Los estudiantes, seleccionados por el Departamento de Servicios para Niños y Familias del Condado de L.A., trabajaron con Kids in the Spotlight, una organización sin fines de lucro de Burbank que enseña cine a los jóvenes.

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El cortometraje, ambientado en el futuro, muestra una reunión de personas de diferentes siglos a quienes se les pregunta en qué clase de mundo quieren vivir. Davis, quien había actuado en ocho obras teatrales cuando llegó a su primer año en Ánimo Watts College Preparatory Academy, en el sur de Los Ángeles, interpreta en la historia al hijo de Thomas Jefferson. “En el mundo donde quiero vivir, todos los hombres deben ser tratados como iguales, parafraseando a mi padre”, señala el personaje.

Davis, quien es ahora estudiante de primer año de Cal State Fullerton, señaló que la experiencia de ser un joven afroamericano, interpretar al hijo de un mandatario en la pantalla y luego conocer al presidente Obama en persona, fue aleccionadora. “Los jóvenes en cuidado de crianza no siempre tienen un sitio donde expresarse”, afirmó. “Ahora siento que no puedo volver atrás; sólo debo ser mejor, continuar, ir hacia adelante”.

Davis espera llegar a Broadway algún día, o tal vez a la TV o la pantalla grande. Pero también tiene otro objetivo en mente. “Para sentirme satisfecho antes de dejar este mundo quiero abrir mi propia escuela de actuación para jóvenes de crianza, y devolver todo lo que otros hicieron por mí”, expresó.

Angel Marie Velásquez, quien acaba de comenzar su primer año en la Universidad Estatal de California en L.A., interpreta a una campesina medieval. El sueño de su personaje para el futuro es “poseer su propio castillo y no tener que limpiarlo”, cuenta la chica. “Quizás pueda enseñar a sus hijas a desear más para sí mismas”.

Velásquez, de 18 años, contó que nació en un entorno con drogas y que desde muy pequeña ingresó al sistema de hogares de crianza. Su abuela la crió en el este de Los Ángeles, y ella llegó finalmente a estar en el cuadro de honor de su escuela preparatoria.

El homenaje de la Casa Blanca, afirmó, reunió a toda su familia, incluso aquellos que no siempre habían estado allí para ella. “Empiezo a tenerlos a todos ahora”, aseguró.

Leanne Elizabeth Caldejón, de 18 años, interpreta el estereotipo de una joven de la generación del milenio en la película: llega tarde a la reunión y lleva consigo una taza de café. “Siento llegar tarde, mi conductor de Uber se perdió, pero ya estoy aquí”, dice al entrar, mirando su celular.

Cuando se le pregunta qué tipo de mundo quiere, su personaje manifiesta: “Quiero abogar por los jóvenes como yo, para que puedan ser aquello que desean”.

Caldejón sostuvo que el papel dio en el blanco para ella. A menudo siente que los jóvenes no son tomados en serio y que no tienen poder para expresarse. La chica ingresó al sistema de crianza a los 14 años, cuando huyó de su casa, donde sufría abuso verbal y físico. Una vez, relató, un pariente quiso asfixiarla, y era severamente reprendida si presentaba una baja calificación. Ella sólo hacía silencio para evitar las peleas, dijo. “Me sentía como la Cenicienta de la casa. No era parte de la familia”. Recién cuando se mudó con su familia de acogida, en Pico Rivera, halló “un hogar verdadero”.

Caldejón -quien, dice, es “autosuficiente” porque trabaja desde que es adolescente en una tienda de helados-, se emancipó de su hogar de crianza a los 18 años, porque la familia sólo podía tener a dos niños por vez, y ella quería que otra persona viviera allí. Ahora habita su propio departamento como parte de un programa para dependientes no-menores, en sistema de crianza extendido.

Caldejón estudia una doble especialización, en trabajo social y derecho, en la Universidad Estatal de Los Ángeles, y espera convertirse en abogada de niños en hogares de acogida. “Quiero que los niños como yo sepan que tienen voz”, afirmó, con un nudo en la garganta. “Sólo porque están en cuidado de crianza no significa que no tengan posibilidades en la vida”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta historia en inglés haga clic aquí

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