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El jugo en la mira de los pediatras: no es esencial en las dietas de los niños’, aseguran

El jugo puede parecer una opción saludable, pero la Academia Estadounidense de Pediatría aconseja a los padres alimentar a sus hijos con frutas naturales en lugar de esa bebida.

El jugo puede parecer una opción saludable, pero la Academia Estadounidense de Pediatría aconseja a los padres alimentar a sus hijos con frutas naturales en lugar de esa bebida.

(Justin Sullivan / Getty Images)
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La Academia Estadounidense de Pediatría tiene un nuevo consejo acerca del jugo: los niños deben resistir el impulso de beberlo. Si anhelan algo frutal y refrescante, es mejor comer una fruta fresca en lugar de ello. Si tienen sed, pueden acompañarla con un poco de agua.

Sin dudas, el jugo tiene algunas virtudes. Puede ser una excelente fuente de vitamina C, vitamina A y potasio, entre otros nutrientes. También contiene antioxidantes, que pueden ayudar a prevenir el cáncer y las enfermedades cardiovasculares.

Todo ello también ocurre con la fruta fresca que, además, contiene fibra. La fibra es buena porque ayuda a mantener el azúcar en la sangre bajo control, reduce el colesterol y limpia el colon. Además, puede colaborar con prevenir el aumento de peso no deseado, ya que toma mucho más tiempo comer un trozo de fruta que beber su equivalente en jugo.

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La fruta también supera al jugo cuando se trata de combatir las caries. Cuando los niños beben todo el tiempo de sus tazas de jugo -o, peor, llevan consigo una botella a la cama- están continuamente expuestos a los carbohidratos. Eso redunda en caries.

Pese a todo ello, ésta sigue siendo una bebida popular para niños y adolescentes. Casi la mitad de la fruta que consumen los estadounidenses de entre dos y 18 años de edad proviene del jugo. Eso debe cambiar, sostienen los pediatras. La postura de la Academia, dada a conocer el lunes, lo resume de manera sucinta: “El jugo de fruta no ofrece ninguna ventaja sobre la fruta fresca”.

A continuación, un vistazo a los nuevos consejos, y cómo incorporarlos para niños de distintas edades.

Niños menores de seis meses

Nada de jugo en absoluto. Cero.

Durante los primeros seis meses de vida, lo único que debe pasar por los labios de un bebé es leche materna o fórmula infantil (la Academia prefiere la leche materna, pero sostiene que la fórmula es una alternativa aceptable).

“No se necesitan más nutrientes”, dice el comunicado.

Si los adultos sustituyen la leche o la fórmula con jugo, los bebés corren el riesgo de perder todas las proteínas, grasas esenciales y nutrientes, como el calcio, hierro y zinc que necesitan para sus cuerpos en crecimiento.

Por lo tanto, no sólo el jugo no ayuda, sino que puede ser perjudicial, advirtieron.

Niños de seis meses a un año

Los bebés de este grupo etario ya comienzan a comer alimentos sólidos, y la fruta -a menudo hecha puré- debe integrar sus dietas. Pero en la mayoría de los casos, los líquidos deben limitarse a la leche materna, la fórmula o el agua.

“Es óptimo evitar por completo el uso de jugo en niños menores de un año de edad”, señala el documento.

Si los padres optan por darle jugo de todas maneras, los pediatras sugieren:

  • Limitarlo a cuatro onzas por día.
  • Servirlo en una taza, no en la botella.
  • No dejar cerca de la cama un recipiente con jugo que el niño podría beber durante la noche.
  • Si el objetivo es rehidratar a un pequeño con gastroenteritis, usar soluciones electrolíticas en lugar de jugo.

Niños pequeños y menores de seis años

La Academia también advierte a los padres que es complejo mantener el jugo lejos de los niños pequeños y en edad preescolar. “El jugo de fruta y los refrescos frutales son fácilmente consumidos en demasía por los pequeños, porque saben bien”, afirma el comunicado. “Además, están envasados convenientemente, o se pueden colocar en una botella o taza cubierta para transportar durante todo el día”.

Pero los padres no deberían ceder, sino seguir animando a sus hijos a comer fruta fresca en lugar de beber jugos (los pediatras también son alentados a apoyar las políticas públicas que respaldan la fruta sobre dicha bebida).

Para remarcar su punto, la Academia compara el jugo a un refresco azucarado: “Al igual que los refrescos, puede contribuir a un desequilibrio energético” (lo cual quiere decir ‘consumir demasiadas calorías’, en argot médico).

A medida que los niños crecen, el consumo de jugo se extiende. Pese a ello, los padres deben evitar incorporarlo a las dietas de sus hijos (Don Bartletti / Los Angeles Times).

Si los padres insisten en servir jugo, deben limitarlo a cuatro onzas por día para niños de entre uno y tres años, y a seis onzas para aquellos de entre cuatro y seis años.

También deben asegurarse de que éste haya sido pasteurizado, remarca la Academia. En caso contrario, los pequeños quedan expuestos a una serie de patógenos peligrosos, como E. coli, Salmonella y Crytposporidium.

Niños mayores y adolescentes

A los siete años, los niños típicamente consumen menos jugo, por lo tanto hay menos preocupaciones para los padres. Aún así, no deben beber más de ocho onzas al día, la cantidad que representa la mitad de las calorías diarias que deben provenir de la fruta.

Los niños y padres también deben tener en cuenta que el jugo y las bebidas frutales no son lo mismo. Cualquier cosa que no sea ‘100% jugo’ debe ser etiquetado como ‘bebida’, ‘cóctel’ o ‘refresco’. Estos artículos pueden estar fortificados con vitaminas o calcio, pero también contener azúcar agregada y otros sabores.

Algunos estudios han hallado relación entre el amplio consumo de jugo -más de 12 onzas al día- y la obesidad. Sin embargo, otra investigación encontró que los niños que beben más jugo tienen un menor índice de masa corporal (IMC) que aquellos que beben menos, y una tercera no halló ningún vínculo entre dicha bebida y la obesidad. “Se necesita más investigación para definir mejor ese vínculo”, sostiene el comunicado.

Mientras tanto, no se equivocará si recuerda esto: “El jugo de fruta”, dice la Academia, “no tiene un rol esencial en las dietas saludables y equilibradas para los niños”.

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Traducción: Valeria Agis

Para leer esta historia en inglés haga clic aquí

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