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El arquitecto René Peralta quiere construir una granja solar sobre el Río Tijuana. ¿Funcionará para L.A.?

El arquitecto René Peralta, sobre el Río Tijuana. Él propone una granja solar y un sistema de limpieza de algas verdes para el canalizado río.

El arquitecto René Peralta, sobre el Río Tijuana. Él propone una granja solar y un sistema de limpieza de algas verdes para el canalizado río.

(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)
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Los Ángeles no es la única ciudad que ha canalizado su río con concreto.

El Río Tijuana, como el Río Los Ángeles, es un cuerpo de agua cuya corriente alguna vez estuvo libre y hoy corre por un canal de cemento. Esta muestra de ingeniería ha tenido el predecible efecto de limpiar el agua que podría ser redirigida directo al océano. Y como en Los Ángeles, esto también ha contribuido al calentamiento urbano.

Los Ángeles ha estado examinando el papel que su río puede jugar en el medio ambiente de la ciudad. Incluso el arquitecto Frank Gehry está involucrado en un rediseño para el Río de L.A.

En Tijuana, otro arquitecto está diseñando un plan para convertir el canal del Río Tijuana en una granja solar que podría proveer de energía hasta a 30,000 casas.

René Peralta, cofundador de la firma Generica, en Tijuana, y director de un programa de maestría en arquitectura de la Universidad Woodbury de San Diego, piensa que su ciudad puede transformar este rígido pedazo de infraestructura en una planta de energía renovable y estación de limpieza de agua.

“Esto es lo primero que ves cuando entras al país desde Estados Unidos”, dice Peralta, de pie en un puente sobre el río durante una soleada mañana de enero. “Y a veces es la primera cosa que se huele”. En un día caliente, el río puede oler a huevo echado a perder.

Así que el arquitecto se combinó con el planificador urbano Jim Bliesner del Centro de Economía Urbana y Diseño en UC San Diego, para desarrollar la propuesta de granja solar que implicaría páneles sobre el arroyo, para el trayecto de casi 11 millas del río.

La propuesta también incluye proyectos para una granja de algas que ayudaría a filtrar contaminantes del agua del río, de modo que pudiera ser reutilizada. Los residuos de algas entonces podrían ser empleados para crear biocombustibles.

“Hay 15 millones de galones de agua que fluyen por aquí todos los días”, dice Peralta. “Es tratada, pero no se puede beber. Pero con una capa más de tratamiento, podríamos reciclar el agua para efectos industriales”.

Dominick Mendola, un ingeniero de desarrollo en el Instituto de Oceanografía Scripps, ha estado involucrado en el proyecto como asesor. Con experiencia práctica trabajando en acuicultura y algas, Mendola dice que el Río Tijuana está perfectamente ubicado para sostener una granja de algas.

“Está aproximadamente a 32 grados de la latitud norte y le da la cara al sol todo el día”, dice. “El río corre de este a oeste, así que su cara norte apunta hacia el sur, exactamente donde el sol corre. Se podría convertir este sitio en una fábrica de producción de energía”.

Hay precursores a pequeña escala para esto. Proyectos arquitectónicos en países como Alemania y Suiza han empleado algas para aislar edificios y generar energía.

Estos proyectos también podrían mitigar el efecto de calor de isla creado por la enorme extensión de concreto del río, entre otros factores.

“El lecho se pone muy caliente”, dice Peralta. “Ya no está rodeado por su ecología natural”.

El plan de Peralta todavía está en sus primeras etapas. “ Ahora mismo todos han estado trabajando en esto como voluntarios”, explica.

Pero el Banco Interamericano de Desarrollo ha mostrado interés en proporcionar fondos para el proyecto, una vez que los planificadores sean capaces de alinear a colaboradores de los sectores gubernamental y comercial —para demostrar que el proyecto puede ser viable tanto a nivel económico como político—. Peralta dice que eso probablemente vendrá después de las elecciones para la alcaldía de Tijuana en junio.

La propuesta, indica Peralta, es una solución muy a lo Tijuana al problema del río. Construido en los años 70, el canal protege de inundaciones a la elegante Zona Río, así que su construcción no puede deshacerse sin ninguna consecuencia. Además, destruir el canal de concreto podría ser prohibitivamente caro para una ciudad como Tijuana.

“Esto no es Estados Unidos”, dice. “Tijuana no tiene el dinero para ‘devolver el río’. No podemos deshacer esto. El modo Tijuana es mejorar por adición”.

Pero el modo Tijuana podría ofrecer un modelo interesante a considerar para Los Ángeles. Es poco probable que L.A. destruya las 51 millas de concreto que actualmente canalizan el río —lo que dejaría a algunos vecindarios vulnerables a inundaciones—. La propuesta de Peralta podría ofrecer un modo más eficiente de usar el espacio y recursos alrededor de los incontables pequeños canales del área metropolitana.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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