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Comerciantes de Hollywood Boulevard luchan para librarse de los vendedores ambulantes

Los propietarios de tiendas en Hollywood argumentan que los puestos móviles de alimentos perjudican sus negocios.

Los propietarios de tiendas en Hollywood argumentan que los puestos móviles de alimentos perjudican sus negocios.

(Al Seib / Los Angeles Times)
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Aunque Hollywood Boulevard es una calle bulliciosa y llena de turistas dispuestos a comprar, tomarse fotos y comer, el restaurante de pizzas Stefano’s Two Guys From Italy está vacío, con sus cabinas de cuero rojo completamente desiertas. Stefania Alberti, propietaria de Stefano’s, se aleja del mostrador. Ha sido así por meses, cuenta, después de que los puestos de perritos calientes comenzaron a vender alimentos justo frente a su puerta de entrada.

“Yo vendo porciones de pizza; ellos tienen perros calientes”, dice la mujer. Los turistas “paran allí antes de entrar a mi restaurante”.

Desde comienzos de septiembre, una silenciosa batalla ha tenido lugar entre los comerciantes y los dueños de puestos ambulantes de comida, todos deseosos de tomar una porción del lucrativo comercio turístico a lo largo de un tramo de Hollywood Boulevard, entre North McCadden Place y North Las Palmas Avenue.

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Un revoltijo de temas vinculados con el transporte y los códigos de salud, la aplicación de la ley y las barreras culturales y lingüísticas ha obstaculizado hasta ahora la resolución del conflicto. La disputa es parte de una larga historia de relaciones tensas en Los Ángeles entre los propietarios de tienda y los vendedores ambulantes, incluyendo la venta en las aceras, que actualmente es ilegal.

La batalla es significativa porque sucede en una de las calles más concurridas de L.A., que ha experimentado una gran revitalización en los últimos años gracias a una serie de nuevos desarrollos exclusivos. El auge de la zona está captando más turistas y visitantes al famoso bulevar, y ése es el corazón de la lucha entre los comerciantes y los vendedores ambulantes.

Muchos de los negocios de la cuadra -entre ellos la tienda punk Hot Rock, el mercado de alimentos de la esquina y otros- sostienen que los vendedores de perros calientes, aperitivos y bebidas son competencia directa, y el impacto de ello se siente fuertemente. “Hemos llamado a la ciudad, a la policía de estacionamiento. Nos hemos quejado y quejado, pero nada pasa”, asegura Alberti. “Ellos aparcan aquí todo el tiempo, se quedan incluso por las noches. Cubren sus calificaciones de inspecciones de salud. Esto está matando nuestros negocios lentamente. No deberían ubicarse delante de nuestro restaurante”.

Kelly Kight, quien maneja Hot Rock y la tienda de ropa Rock Town, también en la cuadra, comenzó a tomar fotos de los vendedores ambulantes en septiembre, una forma de reunir pruebas para los funcionarios de la ciudad.

Kight inició recientemente una petición que propone dos soluciones: hacer de Hollywood Boulevard una zona libre de camiones de comida entre las 10 a.m. y las 11 p.m., y promulgar una ley que prohíba que los vendedores de alimentos operen frente a los comercios. La petición tiene más de 50 firmas de dueños de tiendas locales y sus trabajadores. Kight afirma que los vendedores explotan las regulaciones del Departamento de Transporte de L.A. al estacionar en el mismo lugar todos los días y pagar multas en vez de mudarse.

Según Kight y Alberti, un vendedor en particular -La Sabrosa Estrada- ubicado frente a sus tiendas, esconde su calificación de salud, deja comida al aire libre y no tiene refrigeración adecuada.

Una empleada de La Sabrosa Estrada prefirió no hacer comentarios. En cambio, Rosa Bustamante, quien trabaja en un camión vecino, sostuvo que jamás tuvo una discusión con los propietarios de tiendas y que hace poco tiempo se enteró de la disputa. “Ellos no quieren entendernos”, señaló Bustamante. “Tenemos derecho de vender aquí, pagamos impuestos a la ciudad cada año por lo que hacemos. Estamos todos aquí por las mismas razones; yo debo cuidar de mi familia”.

Según Bustamante, su jefe -quien posee dos camiones de comida- paga impuestos y multas de estacionamiento por un total de $24,000 al año. “Los dueños de la tienda llaman a la policía de estacionamiento, toman fotos y videos”, expuso. “La calle es libre; nosotros necesitamos trabajar”.

Muchos sostienen que los vendedores ambulantes añaden vitalidad y competencia sana a la comunidad, y que por ello deberían ser tratados como cualquier otro propietario de negocio que intenta ganarse la vida. Matt Geller, director ejecutivo de la Asociación de Vendedores Móviles de Alimentos del Sur de California, ha trabajado años en defensa de los camiones de comida.

En 2010, su organización fue parte del grupo de trabajo llamado Mobile Food Truck Task Force, que abordó la entonces floreciente industria de camiones de alimento y sus conflictos con las empresas locales. “Imaginemos que Blockbuster quisiera bloquear mi derecho de tener Netflix en casa”, expone Geller. “En este país no queremos que nuestro gobierno tenga ese tipo de regulaciones. Queremos competencia, queremos que los pequeños negocios expongan los agujeros en el mercado para poder sacar ganancia de ellos. El público está a favor; nadie quiere que le digan dónde tiene que comer”.

Los vendedores de alimentos están regulados por el Programa de Cumplimiento de Venta del Condado de L.A. “Es un programa basado en quejas”, señaló Graceline Shin, gerente de servicios de salud ambiental del Departamento de Salud Pública del condado. “Las investigaciones se hacen sobre la base de quejas que se reciben. Pueden venir de cualquier lugar: el público, un empresario, los consumidores”. Los vendedores autorizados que son citados durante la inspección tienen la oportunidad de corregir las violaciones según la severidad, afirmó Shin.

Por su parte, Kight expresó que la situación “está afectando nuestros negocios porque no hay estacionamiento para los clientes. El olor de los perros calientes se impregna en nuestra tienda y causa que toda nuestra mercadería huela mal. Nadie querrá pagar $300 por una chaqueta de cuero que huele a perro caliente”.

Hace dos semanas, Kight y otros representantes de negocios de Hollywood se unieron en Stefano’s para realizar una junta con autoridades de la ciudad, entre ellos Daniel Halden, encargado de campo en Hollywood para el concejal Mitch O’Farrell, y con Steve Houchin, el fiscal del barrio.

“Estamos trabajando con la comunidad empresarial local y con el abogado de la ciudad para asegurar que las regulaciones de estacionamiento puedan ser efectivamente aplicadas, y que Hollywood Boulevard pueda seguir siendo un sitio abierto, equitativo y seguro para todos”, aseguró O’Farrell.

Según Kight, las barreras idiomáticas impiden que los propietarios de comercios y los vendedores ambulantes puedan tener una conversación productiva.

A dos cuadras de distancia de Stefano’s se ubica Aguilar Hot Dogs, un vendedor que está en la zona de Hollywood Boulevard hace seis años. Su propietario, Fermín Rivera, es amigable con los otros vendedores de la calle pero prefiere alejarse del conflicto. Su camión está estacionado al otro lado de la calle del restaurante más cercano. “Ellos no deberían hacer eso”, dice Rivera respecto de sus colegas que aparcan en la puerta de las casas de comida.

Pero según el código de vehículos de California y el código municipal de la ciudad, los vendedores móviles de alimentos tienen derecho a estacionar frente a los restaurantes. La ley que impide que los camiones se estacionen a menos de 100 pies de un restaurante fue derogada en 1979. En 2006, Los Ángeles aprobó una ordenanza que exigía que estos camiones de alimentos se trasladaran de una zona comercial después de 60 minutos de permanencia en ella. Sin embargo, la norma fue desafiada por un grupo de estudiantes de derecho de UCLA y quedó anulada en 2009.

A una cuadra de Hollywood Boulevard, entre Highland Avenue y McCadden, no hay vendedores ambulantes a la vista. La acera es de color rojo, con la excepción de algunas zonas de carga de pasajeros, y esto prohíbe a los camiones de comida y a cualquier otra persona estacionar en la calle. El borde rojo es el resultado de los esfuerzos de Kamal Abdou, propietario de Yogi Dog, un tradicional restaurante de perros calientes de la zona, quien se enfrentó a la misma competencia con los vendedores fuera de su tienda. “Pero fui al Ayuntamiento y me quejé. Les dije que había camiones de comida justo frente al parquímetro”, cuenta.

Kight espera llegar a otra solución. “Podríamos hacer que pintaran esta zona de rojo, pero ellos se trasladarán a la cuadra siguiente”, dice. “Tenemos que hallar una especie de punto medio”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta historia en inglés haga clic aquí

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