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Cinco muertes en los incendios evidencian la vulnerabilidad de ancianos en desastres

Winnie Pugh es evacuada de su casa por sus hijos después de que se rehusó a irse con los bomberos.

Winnie Pugh es evacuada de su casa por sus hijos después de que se rehusó a irse con los bomberos.

(Don Bartletti / Los Angeles Times)
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Algunos fueron sacados de la zona de incendio por familiares o vecinos, con o sin silla de ruedas. Algunos hicieron el camino pedregoso atras de una camioneta atravesando el intenso humo y los escombros quemados –gracias a un ex paramédico que se saltó las barricadas.

Ellos arribaron a los refugios con tanques de oxígeno, sin medicamentos, ansiosos y en algunos casos desorientados. Y después están los que se quedaron atrás, intencional o involuntaria.

De las tres muertes reportadas en el incendio de Lake County, todos eran ancianos, entre ellos Barbara McWilliams, de 72 años, quien padecía multiesclerósis severa. Dos hombre que se cree también murieron estaban en sus sesenta años.

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La comunidad de la tercera edad tiene una presencia en Lake County, donde el 18 por ciento de sus residentes han pasado los 65 años, comparado al 11 por ciento en el resto del estado. Algunos han elegido retirarse en esta zona atraídos por la independencia y el sentido de comunidad con la que cuenta; otros han envejecido ahí y sus hijos se han ido en busca de mejores trabajos.

Y aunque no es claro cuantos de ellos estaban viviendo en la zona de evacuación, oficiales dijeron que cerca de 2,300 residentes del condado dependen de la asistencia estatal en sus casas o del envío de comidas.

En los incendios de Rocky y Jerusalem, que quemaron el norte y noreste del Valle en agosto y julio, los oficiales del departamento de los Servicios para Adultos, pudieron contactar a los que se encontraban viviendo en “zonas de evacuación” y ofrecer transportación a refugios, dijo el gerente del programa, Todd Metcalf.

Pero en el incendio del 12 de septiembre el fuego se movió tan rápido que fue imposible reaccionar como usualmente lo hacemos”, dijo Metcalf.

Lori Tourville, director ejecutivo de Middletown Senior Center, un lugar que provee comidas y actividades sociales y que sobrevivió el incendio, fue evacuada de su casa de Hidden Valley Lake, y pudo desde un hotel en Ukiah usar las redes sociales para rastrear clientes que pudieron haberse quedado en la zona de peligro.

“Me preocupan mucho”, dijo. “Ellos tienen teléfonos fijos y no puedes ser ccontactados”.

Preocupaciones similares se vivieron en Calaveras County, el cual lidera en porcentaje de ancianos a nivel estatal y en donde las autoridades confirmaron esta semana que dos muertos por el incendio de Butte eran gente de la tercera edad.

En Lake County, el sheriff Brian Martin que el fuego se “propagó violentamente y demasiado rápido” para que los oficiales reaccionaran y rescataran a todos o al menos avisarles.

Gail Barrett, de 68 años, que esta discapacitado por dolores en sus nervios, dijo que ella recibió una llamada de advertencia a través del sistema de 911. Pero antes de que llegara una orden obligatoria, no había ya electricidad.

Una sirena que acostumbraba a sonar en una estación de bomberos voluntarios ya no lo hace. Un vecino la ayudó a empacar y después de él ayudó a su propia esposa, que usa una silla de ruedas, a entrar al auto, Barrett los siguió con cara de terror cuando se dirigieron hacia el fuego y después en sentido contrario hasta llegar a Kelseyville.

“Tenía muchísimo miedo”, dijo ella. “No había manejado en la noche por 13 años”.

Oficiales fueron puerta por puerta en algunas áreas y llamaron a través de un sistema móvil público, pero no llegaron a todos lados.

Una transcripción de las llamadas iniciales del 911 nos cuenta lo que pasó: un anciano con demencia necesita ser evacuado; otra con un bebé de 18 meses necesita ser evacuada; dos ancianos necesitan ser evacuados; anciana necesita ser evacuada.

Cuando las llamas llegaron a Middletown al anochecer, los bomberos trataron de cargar a Winnie Pugh, de 85 años, en contra de su voluntad.

“Dije, ‘Como el infierno’”, recirdó ella el jueve, vistiendo una pijama donada decorada con Santa Claus en el refugio de la Cruz Roja en Calistoga, encorvada en una silla de ruedas prestada que se siente “como si estuviera sentada en madera”. (Su silla eléctrica, junto a un scooter elèctrico, se derritieron entre las llamas).

Gail Barrett, 68, izquierda, junto a su vecino de 63 años, Carol Trautwein, 63, en un refugio de la Cruz Roja en Kelseyville. Sus teléfonos no fncionaban antes de que pudieran recibir una llamada de evacuación obligatoria. (Lee Romney / Los Angeles Times)

El fuego hizo estragos en el vecindario de Fox Drive pero no tocó su cuadra. El jueves se encontraba lavando sus calzoncillos en una cubeta.

“Supuestamente no debería estar aquí, pero mientras yo me encuentre en mi porpiedad no pueden obligarme a irme”, dice Troyer, que está preparado en caso de un colapso económico mundial y quería proteger a sus cinco gatos: Blackie, Mommy, Bandit, Little Bit y Bergmeister.

Pero otros se quedaron atrás y los recursos de las autoridades eran escasos. Aquellos que buscaban ayuda para rescatar a sus seres queridos recibían como respuesta que deberían esperar.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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