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Científicos españoles hallan anticuerpos que bloquean el crecimiento de células cancerosas

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Investigadores en España han dado un paso clave para desentrañar uno de los misterios más malignos: ¿Cómo se unen las células tumorales cancerosas que establecen una ‘cabeza de playa’ en un órgano. Y, más importante aún, ¿cómo se las podría detener?

Algunas respuestas a esas preguntas llegaron este miércoles gracias a un estudio publicado en la revista Nature. En una serie de experimentos con células humanas de cáncer bucal implantadas en ratones, los científicos del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona se centraron en una proteína que se encuentra en la superficie de algunas células cancerosas.

Conocida únicamente como CD36, esta proteína ayuda a acompañar una fuente de energía clave -los ácidos grasos- hasta la célula para su uso como combustible. La presencia de CD36 en la superficie de una célula fue reveladora. En medio de los millones de células que forman un tumor, sólo un número muy pequeño está equipado con este receptor de ácido graso.

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Dentro de los grupos de células de cáncer oral transferido de humanos a ratones, éstos fueron los primeros en liberarse de su cabeza de playa en busca de nuevo territorio, hallaron los científicos.

Así, funcionaban como fuerzas expedicionarias del cáncer, moviendo el torrente sanguíneo del cuerpo o tejido linfático para encontrar nuevos sitios a conquistar. Y ello no se limitaba sólo al cáncer bucal: las mismas proteínas que metabolizan las grasas parecen desempeñar un papel clave en estimular la metástasis en los cánceres de ovario, vejiga y pulmón, y probablemente otros.

Los investigadores, dirigidos por el biólogo de células madres Salvador Aznar Benitah, emplearon este descubrimiento para desarrollar dos tratamientos experimentales de anticuerpos capaces de desarmar la CD36. Idealmente, estos ejércitos de células inmunológicas clonadas eliminarían la CD36 y negarían a las células cancerígenas expansionistas los medios -o quizás sólo el ímpetu- para vagar más allá de su lugar de origen.

El experimento funcionó. Entre los ratones implantados, aquellos que recibieron una infusión de anticuerpos clonados cada tres días no mostraron metástasis, a pesar de que las células cancerígenas se habían establecido firmemente dentro de las bocas de los animales de laboratorio. Cuando los ratones cuyo cáncer ya había hecho metástasis recibieron infusiones diarias de los anticuerpos, las metástasis de los ganglios linfáticos se redujeron entre un 80% y 90%. Y en un 15% y 20% de esos animales, los anticuerpos produjeron la remisión completa.

Los nuevos hallazgos sugieren que los ácidos grasos -grasas dietéticas que son abundantes en todas las dietas humanas modernas y ubicuas en las dietas occidentales- juegan un rol extraordinario en la propagación del cáncer. Cuando los ratones fueron alimentados con una dieta alta en grasas y sembrados con células cancerosas humanas, desarrollaron más metástasis -y de mayor tamaño- en los ganglios linfáticos.

Los investigadores encontraron un tipo de grasa que fomentó la metástasis con una eficacia particular: bañaron las células de cáncer bucal humanas en ácido palmítico -un tipo de grasa ampliamente añadida a los alimentos procesados- e inyectaron las células tratadas en las lenguas de los ratones. Los tumores originales de los animales no cambiaron de tamaño. Sin embargo, el tamaño y frecuencia de las metástasis de los ganglios linfáticos aumentaron notablemente. De hecho, el 10% de los ratones afectados sufrió una metástasis al pulmón, algo muy raro para ese tipo de cáncer.

El hallazgo de que las grasas dietéticas y las grandes reservas de exceso de grasa contribuyen a la propagación del cáncer no es nuevo. Ernst Lengyel, investigador de la Universidad de Chicago, y sus colegas descubrieron en 2011 que la grasa dietaria era un promotor clave de metástasis en el cáncer de ovario.

Lengyel, quien no estuvo involucrado en la nueva investigación, afirmó que la publicación en Nature es “fantástica”, pero advirtió que es demasiado pronto para que los pacientes con cáncer detengan su consumo de grasa para evitar que la enfermedad se propague. “Se puede concluir a partir de este estudio que las células cancerosas dependen de los nutrientes en su entorno”, afirmó, “pero los ácidos grasos juegan papeles muy importantes para las células normales y también ayudan a las células inmunizarais a defender el cuerpo del tumor”. Por ello, agregó, cortar el consumo de todas las grasas podría también ser perjudicial.

Los descubrimientos son sorprendentes, dado que el 90% de los 7.6 millones de fallecimientos por cáncer en el mundo que se producen cada año ocurren luego de que la enfermedad ha hecho metástasis. Benitah señaló que su equipo está trabajando con una organización de investigación médica con sede en Londres, MRC Technology, para identificar versiones humanas de los anticuerpos de ratón que han demostrado ser tan prometedores en el bloqueo de la propagación de esta enfermedad.

Se espera que el trabajo de identificar esos anticuerpos humanos, y de comenzar a probarlos en las personas, tome hasta 10 años, remarcó Benitah. Sin embargo, gracias a unos cuantos golpes de suerte, los anticuerpos capaces de eliminar la CD36 de las células se pudieron detectar en sólo tres o cuatro años, remarcó. “La ciencia es mucho más estricta de lo que mucha gente piensa. Constantemente tenemos resultados negativos y fracasos”, expresó. Sin embargo, remarcó, la misión de su laboratorio para encontrar la forma de bloquear la propagación del cáncer ha tenido “momentos mágicos, y por ellos es que estamos aquí”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta historia en inglés haga clic aquí

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