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Casi un año después de la elección de Trump, ambos lados sienten que están perdiendo

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Casi un año después de la elección de un presidente que prometió que los estadounidenses prosperarían tanto que se “cansarían de ganar”, algo curioso ha sucedido en la política nacional: ambas partes creen que están perdiendo.

Ese estado de ánimo de ‘todos pierden’ que se percibe a diario en el Capitolio fue fuertemente reforzado por un estudio de opinión pública dado a conocer el martes por el no partidista Pew Research Center. Más de seis de cada 10 estadounidenses creen que su lado está perdiendo más de lo que gana en los temas que más importan; sólo alrededor de uno de cada cuatro piensa que su bando se ha beneficiado.

Esa actitud podría no ser sorprendente para los demócratas, quienes con las elecciones perdieron el control de las tres ramas del gobierno federal. Lo que sí es asombroso es que los republicanos también piensan que se están perjudicando.

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El estudio de Pew es el más reciente de una serie que el grupo de investigación ha realizado durante las últimas tres décadas, en los cuales utiliza las respuestas de las personas ante una batería de preguntas para agruparlas según las opiniones políticas. El estudio de este año produjo ocho grupos políticos de este tipo, cuatro en su mayoría republicanos y cuatro mayormente demócratas, más una novena categoría -compuesta por aproximadamente el 8% del público- de aquellos que son principalmente espectadores del debate político de los Estados Unidos.

De los ocho grupos que sí tienen opiniones sobre política, ninguno mayoritariamente piensa que su lado está ganando; sólo uno tiene incluso una pluralidad que siente de esa manera.

Entre los demócratas, esa sensación de pérdida es la raíz de la furia que muchos sienten al ver que las políticas adoptadas durante el gobierno de Obama -o de presidentes anteriores- retrocedieron en el mandato de Trump.

Del lado republicano, la creencia de que su lado está perdiendo a pesar de tener una mayoría en ambas cámaras del Congreso alimenta los desafíos conservadores a los funcionarios republicanos y los esfuerzos para derrocar a los líderes del partido.

Además de la pregunta sobre quién gana, la visión pesimista surge de una consulta específica sobre si la vida para la próxima generación de estadounidenses será mejor o peor que en la actualidad. En general, el 48% de los encuestados dijo que sería peor, en comparación con el 29% que creyó lo contrario, continuando con una visión pesimista del futuro del país que ha dominado la opinión pública estadounidense durante más de una década.

Los dos grupos más grandes en la tipología política de Pew -principales conservadores y férreos liberales- tienen niveles bastante similares de pesimismo sobre las perspectivas de la próxima generación, aunque por diferentes razones. En ambos grupos, sólo alrededor de tres de cada 10 personas sienten que los futuros ciudadanos tendrán una vida mejor. Un poco más de la mitad de los liberales y un poco menos de la mitad de los conservadores creen que la realidad será peor.

Esos dos grupos forman las anclas de las dos coaliciones de partidos políticos de la nación. Aproximadamente uno de cada cinco estadounidenses políticamente activos encaja en la agrupación conservadora central, consideró Pew, mientras que aproximadamente uno de cada cuatro es un sólido liberal.

Los principales conservadores son un grupo abrumadoramente blanco, mayoritariamente masculino y financieramente cómodo: un poco más de la mitad de ellos sostiene que sus familias han logrado el sueño americano. También mantienen puntos de vista conservadores tradicionales que favorecen un gobierno pequeño y una visión positiva de la participación estadounidense en la economía global. Nueve de cada 10 sienten que la discriminación contra las mujeres es cosa del pasado en los EE.UU., más de ocho de cada 10 consideran que el país ya ha “hecho los cambios necesarios para otorgar a los negros los mismos derechos” y una parte similar siente que debido a los programas de beneficios del gobierno “la gente pobre lo tiene fácil”.

Los liberales sólidos también son típicamente blancos y están económicamente cómodos, sobre todo gracias a sus títulos universitarios o superiores, y no son tradicionalmente religiosos. También son el grupo más urbano.

Tienen una fuerte creencia en la red de contención social y la importancia de la regulación gubernamental, consideran que la desigualdad y la discriminación son problemas importantes en el país, tienen puntos de vista positivos sobre los inmigrantes y consideran abrumadoramente la apertura al resto del mundo como un valor estadounidense crucial.

A raíz de la elección de Trump, los liberales sólidos se han convertido, por lejos, en la parte más activa de la opinión pública. Alrededor de la mitad han contribuido con dinero a un candidato o una campaña en el último año. Cuatro de cada 10 participaron en una protesta; seis de cada 10 se han puesto en contacto con un funcionario electo. Ningún otro grupo en ninguna de las coaliciones partidarias se acerca a ese nivel de participación, una brecha que no existía antes de la victoria de Trump.

Las principales coaliciones partidarias se basan en esos dos grupos: un poco más de cuatro de cada 10 republicanos son conservadores centrales y aproximadamente la mitad de los demócratas son liberales sólidos, pero ambas partes completan sus filas con agrupaciones más pequeñas, algunas de las cuales discrepan en aspectos clave entre sí.

Los grupos de tendencia demócrata generalmente comparten opiniones liberales y la oposición a Trump, pero no están de acuerdo con el grado en que creen que funcionan los sistemas económicos y políticos de la nación. También se dividen hasta cierto punto en sus puntos de vista sobre la inmigración.

Los desacuerdos son más agudos en el lado republicano, particularmente con dos grupos, que Pew llama conservadores ‘del país primero’ y ‘escépticos del mercado’, que jugaron papeles importantes en la victoria de Trump.

Los conservadores ‘del país primero’ son muy rurales, en su mayoría no tienen estudios universitarios, son devotos y mayores; aproximadamente la mitad dicen estar jubilados. Casi uno de cada seis vive en hogares donde al menos un miembro pertenece a un sindicato, una proporción más alta que cualquier otro grupo. La sospecha de los inmigrantes y la preocupación por la pérdida de la identidad estadounidense son la clave de su composición. También son el único grupo en el que la mayoría afirma que la sociedad debería desalentar la homosexualidad.

Estos conservadores forman el único grupo que no sólo tiene una visión positiva del desempeño laboral de Trump, sino también una opinión favorable de cómo se comporta. Algo más de la mitad aprueba la conducta del presidente, una opinión compartida sólo por uno de cada seis personas del público en general.

Los escépticos del mercado también se inclinan por el partido republicano, pero por diferentes razones. No son particularmente religiosos ni están interesados en cuestiones sociales. En cambio, desconfían en general del gobierno, las empresas y el sistema político. No están especialmente enamorados de Trump, pero creen que tanto el sistema político como el económico son injustos, y que ninguna de las partes se preocupa por la clase media. Son el único grupo de inclinación republicana que prefiere aumentar los impuestos a las empresas y los ricos.

El último grupo orientado hacia los republicanos, al que Pew llama ‘emprendedores de la nueva era’, es generalmente un conjunto más joven y optimista, moderado en cuestiones sociales y conservador en economía. De todos los grupos republicanos, sus miembros son los menos pro-Trump, los más propensos a vivir en un área urbana y los menos críticos con los demócratas.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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