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La marihuana es legal en California. ¿Y ahora qué sigue?

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Los votantes de California legalizaron la marihuana este martes, pero no están listos para encender un cigarrillo o abrir una tienda todavía. Hay mucho más trabajo por hacer.

Los californianos respaldaron abrumadoramente la Proposición 64, que permite a los adultos poseer y fumar hasta una onza de marihuana. Y el Estado Dorado no está solo en ello; se esperaba que otros varios estados votaran también este martes al respecto. Esta elección marca una gran victoria para los defensores de la legalización, quienes han argumentado que la prohibición de la marihuana ha ayudado a mantener una costosa guerra contra las drogas, que apunta a las comunidades marginales y dio más poder a los cárteles violentos, pero que hizo muy poco para limitar su consumo.

La idea detrás de la Proposición 64, que The Times apoyó, es que en última instancia es mejor para la salud pública, la ley y el orden, y para la sociedad en sí, tratar la marihuana más como el alcohol y menos como heroína: como un producto legal y regulado, para adultos.

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Pero la aprobación de esta medida no es el final del debate por la legalización; tampoco resuelve los desafíos de acabar con décadas de prohibición.

California y sus estados amigables respecto de la marihuana deben aún lidiar con el hecho de que esta sustancia es ilegal para la ley federal. Los productores, vendedores y hasta los consumidores están en riesgo si la próxima administración o el Congreso deciden que la ley federal debe ser rigurosamente aplicada. Incluso si eso no sucediera, la prohibición federal crea retos.

Las leyes y reglamentos bancarios federales impiden que las tiendas tengan cuentas bancarias, acepten tarjetas de crédito o paguen sus impuestos por transferencia electrónica, por lo cual miles de millones de dólares fluirán en la industria directamente en efectivo (con todo el riesgo que esto implica). Y aún en estados que han dado su bendición al uso recreativo de la marihuana, las autoridades imponen la prohibición en los parques nacionales o en otras propiedades federales.

Hasta ahora, los líderes federales se han contentado con ignorar en gran medida la experimentación en los estados con la marihuana legal. Ahora que el estado más poblado de la nación ha abierto la puerta a un mercado estimado en $6,000 millones, sin embargo, los líderes en la capital de la nación deben comenzar a tratar el conflicto entre las leyes estatales y federales.

La Proposición 64 es también apenas el comienzo del trabajo esencial de los funcionarios gubernamentales en California. La medida ofreció un marco acerca de cómo regular la marihuana. Pero en los próximos meses y años, los líderes del estado, condado y la ciudad deberán rellenar los detalles de cómo controlar su cultivo, distribución y venta.

Estos detalles incluyen dónde y cuánto se permite publicitar (el Ayuntamiento de L.A. ya está considerando cómo prohibir los anuncios), cuántas granjas y tiendas se permiten por comunidad y, en el largo plazo, cómo desalentar el uso de la marihuana a través de los altos impuestos y las duras regulaciones, como se hace con el tabaco. Es esencial que las personas que tuvieron legítimo recelo con la Proposición 64 -como la policía, los expertos en salud pública y los defensores de las pequeñas tiendas de marihuana- tengan voz en las decisiones.

El gobernador Jerry Brown no puede mantenerse al margen; su cargo le da la capacidad única de reunir a reguladores y grupos de interés para ayudar a llenar los espacios dejados por la medida y facilitar la transición a un mercado legal. Hasta el momento, Brown no ha tomado una posición pública al respecto, y ha sido desdeñoso de la legalización en el pasado, incluso cuando en una entrevista de 2014 preguntó “¿Cuántas personas pueden drogarse y aún tener un gran estado, o una gran nación?”. La respuesta dependerá de cómo él y su gobierno respondan.

El gobernador de Colorado, John Hickenlooper, se opuso a la legalización, pero él y otros altos funcionarios estatales comparten con otros estados las lecciones que han aprendido, incluyendo la necesidad de comenzar de forma temprana con mensajes de salud pública para desalentar a los jóvenes a usar marihuana y para educar a la gente en los riesgos del mal uso de los comestibles con esta sustancia.

Los estados también deben comenzar a recopilar datos de referencia acerca del consumo, la conducción bajo la influencia, las hospitalizaciones y otros factores de riesgo para que los funcionarios puedan reconocer los puntos problemáticos y abordarlos.

California tiene la oportunidad de demostrar que la marihuana puede ser legalizada con el mínimo daño al bien común. Corresponde a los legisladores, reguladores y defensores asegurar que este experimento funcione para todos.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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