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Investigan muerte de niño desconectado del soporte vital, y la donación de sus órganos

El LAPD investiga a una anestesióloga de UCLA quien le habría dado a un niño de ocho años de edad -desconectado del soporte vital- una dosis fatal de fentanilo para acelerar su muerte y extraer sus órganos para donación (Damian Dovarganes / Associated Press).

El LAPD investiga a una anestesióloga de UCLA quien le habría dado a un niño de ocho años de edad -desconectado del soporte vital- una dosis fatal de fentanilo para acelerar su muerte y extraer sus órganos para donación (Damian Dovarganes / Associated Press).

(Damian Dovarganes / Associated Press)
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Cuando Cole Hartman llegó al Ronald Reagan UCLA Medical Center, estaba en grave estado. El niño, de ocho años de edad, había sufrido un paro cardíaco después de estar a punto de ahogarse dentro de la lavadora de su casa, en Castaic. Los paramédicos habían logrado reanimarlo, pero el niño permanecía en coma y con respirador artificial.

Los médicos de la unidad de cuidados intensivos pediátricos de UCLA informaron a la familia de Cole que el pequeño no tenía muerte cerebral, pero que “nunca recuperaría la función neurológica normal y era factible que no despierte jamás”, según se hizo constar en su historial médico.

Los Hartman decidieron entonces retirar el soporte vital a Cole y donar sus órganos. Veintitrés minutos después de ello, y con su familia a su lado, el pequeño fue declarado muerto por una anestesióloga.

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La aparentemente pacífica muerte, ocurrida hace cuatro años, es ahora objeto de una investigación de la policía de Los Ángeles y la oficina del fiscal de distrito. Detectives de homicidios indagan una denuncia de una investigadora del forense, que supone que la anestesista la dio a Cole una dosis fatal de fentanilo opioide para acelerar su muerte y aumentar la posibilidad de extraer sus órganos. No se han presentado cargos hasta el momento.

El abogado de la anestesista -la Dra. Judith Brill- sostuvo que la acusación era “errónea desde los hechos, y ofensiva”.

La única preocupación de Brill “había sido asegurar que este chico, quien se había ahogado y jamás se recuperaría, no sufriera ningún dolor después de que se le retirara el soporte vital”, escribió Mark Werksman, el letrado, en un email enviado a The Times.

Una extraña investigación criminal

La averiguación es una de las pocas investigaciones penales conocidas sobre el papel de un médico en una donación de órganos, y ofrece una ventana a los problemas éticos que pueden surgir durante los últimos momentos de vida de un donante.

“Como se puede imaginar, esto es muy complicado”, afirmó el capitán William Hayes, del LAPD, quien supervisa la División de Homicidios de elite que lleva adelante el proceso. “Necesitamos comprender claramente qué se hizo y las implicaciones de esos actos”.

Los detectives abrieron el caso a comienzos de este año. Denise Bertone, una veterana investigadora forense que se especializa en muertes infantiles, señaló por primera vez el uso del fentanilo al momento de la autopsia de Cole, en 2013, y procuró por años persuadir a sus supervisores de reexaminar el caso. Sus esfuerzos lograron que la oficina del forense modifique el certificado de fallecimiento del niño en diciembre pasado y agregue la toxicidad del fentanilo como una “causa significativa” de su deceso.

“Para mí, esto no era una cuestión académica”, afirmó Bertone en una entrevista. La mujer presentó una polémica demanda en represalia el mes pasado, en la cual acusó a la oficina del forense de otorgarle asignaciones menos deseables como castigo por haber planteado dudas acerca de la muerte de Cole.

El padre del niño, Jeremy Hartman, se enteró recientemente de los postulados de Bertone y de la investigación criminal (la madre de Cole falleció en 2009). Hartman y su esposa, Elizabeth, quien ayudó a criar a Cole y lo adoptó en 2012, se negaron a comentar pero afirmaron a través de un familiar que deseaban esperar el resultado de la investigación para pronunciarse públicamente.

Una tragedia hogareña

Cole había nacido con el síndrome del cromosoma X frágil, una anomalía genética que causa discapacidades intelectuales y físicas.

El 31 de julio de 2013, su padre regresó de cortar el césped y encontró a Cole metido de cabeza en la lavadora en funcionamiento, conforme el reporte del forense y la grabación del 911. Según la estimación de sus padres, el niño podría haber estado allí, bajo el agua, durante 25 minutos.

Cole fue trasladado a un hospital de Santa Clarita en una ambulancia y luego llevado en helicóptero hasta UCLA esa misma noche, para un tratamiento más avanzado. En la unidad de cuidados intensivos pediátricos, los Hartman conocieron a Brill.

Profesora emérita de anestesiología clínica y de medicina perioperatoria en UCLA, Brill, de 65 años de edad, es una renombrada experta en el tratamiento de niños severamente heridos. Fue ella quien ayudó a escribir las pautas estatales para los cuidados pediátricos críticos, y pasó gran parte de su tiempo libre en misiones sanitarias para atender a chicos en África, Asia y Latinoamérica.

Junto con otros miembros del equipo médico, Brill informó a la familia que el escáner cerebral realizado a Cole había arrojado una imagen “marcadamente anormal” y sugería un gran daño causado por la falta de oxígeno, según las notas que incorporó al historial médico del niño.

La familia “declaró unánimemente que prefería retirar el soporte vital” y posteriormente decidió donar sus órganos, escribió Brill.

Como Cole no tenía muerte cerebral, la extracción de órganos debía ocurrir después de que se retirara el respirador artificial y su corazón dejara de latir por sí solo, mediante un procedimiento conocido como donación después de muerte cardíaca o DCD. Este tipo de donación comenzó a practicarse en los EE.UU. a mediados de la década de 1990 y se ha vuelto cada vez más común a medida que la comunidad médica intenta satisfacer la abrumadora necesidad de donantes de órganos. Los pacientes DCD representaron cerca del 10% de los donantes fallecidos el año pasado.

La donación DCD está sujeta a la presión del tiempo. Los órganos pueden comenzar a deteriorarse inmediatamente, y algunos no son aptos para el transplante después de 30 minutos.

A Cole se le retiró el respirador a las 10:40 a.m., mientras que un equipo de transplantes esperaba fuera de su habitación. El niño no dejó de respirar de inmediato. Lo que aconteció después no está claro. El reporte completo del forense está clasificado para la difusión pública, en espera del resultado de la investigación policial, y UCLA declinó hacer comentarios.

Disminuir el dolor del niño

Bertone, quien aseguró haber revisado el historial médico completo y los registros de la autopsia, alegó en su demanda que el niño “siguió jadeando en busca de aire” y que Brill entonces le suministró fentanilo “con el propósito de inducir su muerte”. Tanto esta demanda como los registros forenses indican que la dosis administrada fue de 500 microgramos.

El pleito presentado no identifica a Cole por su nombre, pero en una entrevista Bertone afirmó que él era el paciente al que se alude, lo cual también fue confirmado por los agentes del orden.

El abogado de Brill declinó contestar preguntas acerca del supuesto uso de fentanilo. En una parte del historial revisado por este periódico, Brill no menciona directamente la droga pero sí hizo constar que se le proporcionaron “cuidados paliativos en todo el proceso”. ‘Cuidados paliativos’ (en inglés original ‘comfort care’) es un término comúnmente empleado para hacer referencia al uso de medicamentos sedantes y opioides para aliviar el dolor, según los expertos.

Especialistas en medicina señalaron que es difícil saber con certeza si pacientes como Cole, en estado vegetativo, experimentan dolor, pero los médicos prefieren ser precavidos por demás cuando se trata de retirar el soporte vital. “Por lo general, se considera que hay que dar suficiente medicación para asegurarle a todos que el paciente está cómodo, pero no tanta como para que sea la causa primaria de muerte”, señaló el anestesiólogo Nicholas Sadovnikoff, codirector de la unidad de cuidados intensivos quirúrgicos y copresidente del comité de ética del Brigham and Women’s Hospital en Boston.

La política de la UCLA para los pacientes DCD permite el uso de opioides “en dosis que son clínicamente apropiadas para prevenir el malestar”. En el marco de esta política, “las intervenciones destinadas a preservar la función orgánica, pero que pueden acelerar la muerte, están prohibidas”.

El corazón de Cole se detuvo a las 10:59 a.m. y Brill lo declaró muerto cuatro minutos más tarde, según el historial médico. Los cirujanos de trasplante extrajeron sus riñones y corazón, detallan los registros forenses. La organización sin fines de lucro que supervisa la donación en la región de L.A., OneLegacy, señaló en un comunicado que sus equipos no tienen ningún papel en el cuidado de los pacientes vivos.

En la oficina del forense, el caso de Cole fue asignado a Bertone, la única investigadora pediátrica de tiempo completo. Enfermera registrada, Bertone había investigado más de 2,500 casos, entre ellos numerosos abusos. Agentes del orden de todo el condado con frecuencia la convocaban para interpretar escenas del crimen y ayudar a entrevistar a padres desesperados. Al revisar los registros médicos, señaló Bertone, se preocupó de que le hubieran suministrado a un pequeño de 47 libras de peso tal cantidad de fentanilo.

Disputas dentro de la oficina forense

Bertone informó al Dr. Mark Fajardo, por entonces jefe de la unidad, que pensaba que Cole había muerto a causa del fentanilo -lo cual convertía su muerte en un posible asesinato u homicidio- y le instó a realizar pruebas a la sangre del niño, alega la demanda.

Fajardo declinó y determinó que la causa de la muerte había sido el episodio de ahogamiento. El síndrome del X frágil también fue mencionado como otra causa significativa, muestran los registros.

Bertone continuó quejándose con los supervisores, tanto en persona como vía email. Finalmente, Fajardo ordenó un análisis de sangre que mostró fentanilo en el organismo de Cole. La investigadora pidió entonces que se modificara la causa del deceso pero, según su demanda, Fajardo se negó.

Fajardo, quien es ahora jefe forense del condado de Riverside, afirmó en una entrevista que las acusaciones de Bertone lo dejaron “sin palabras”, aunque se negó a hacer más comentarios citando el litigio en curso.

Después de que el especialista dejara su puesto, el año pasado, Bertone recurrió al jefe interino, Dr. Lakshmanan Sathyavagiswaran, quien accedió a reabrir el caso. Un toxicólogo pediátrico convocado por un experto a la oficina forense halló que el fentanilo “fue responsable de la muerte de este paciente” y que la dosis “no fue coherente con una dosis terapéutica para el manejo del dolor y el malestar”, según extractos de sus conclusiones, citadas en un informe forense.

Como resultado, Sathyavagiswaran modificó el certificado de defunción de Cole, en diciembre último, para agregar la toxicidad del fentanilo a la lista de causas de muerte, y pidió una investigación legal. La forma de muerte -ya sea accidente u homicidio- permanece como “indeterminada”, en espera del resultado de la investigación.

En la que se consideró como la primera causa penal por donación de órganos en los EE.UU., el fiscal del condado de San Luis Obispo acusó en 2007 a un médico de transplante por suministrar a un donante DCD con una enfermedad neurológica devastadora cantidades excesivas de morfina y sedantes, en un intento de inducir la muerte dentro de una ventana de media hora. El hombre continuó respirando durante siete horas, y el transplante se canceló. Finalmente un jurado absolvió al médico, el Dr. Hootan Roozrokh, de mala praxis.

‘Una carrera ejemplar’

Bertone ya no está asignada a tiempo completo a casos pediátricos. En su demanda, sostiene que los supervisores la retiraron de las tareas que amaba en represalia por desafiar el manejo del caso de Cole. La investigadora denunció al condado por daños que incluyen la pérdida de las horas extras, el pago por guardias y un automóvil.

El condado debe todavía responder la demanda en la corte. Un funcionario del forense señaló que nadie en la oficina puede hablar sobre el caso de Cole en virtud de la investigación policial en curso y el pleito presentado.

En tanto, quienes conocen a Brill señalaron que la especialista está profundamente preocupada por las acusaciones. “Es alguien que realmente ha tenido una carrera ejemplar”, aseguró la Dra. Jean Lake, una neuróloga pediátrica del Miller Children’s Hospital, en Long Beach. “Está enormemente preocupada de que sus habilidades, sus dotes e intenciones sean cuestionadas”, afirmó.

Si desea leer la nota en ingles, haga clic aqui.

Traducción: Valeria Agis

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