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Conozca a los reporteros que revelaron los Papeles de Panamá

El director del Consorcio Internacional de Periodistas Investigadores, Gerard Ryle, en su oficina de Washington.

El director del Consorcio Internacional de Periodistas Investigadores, Gerard Ryle, en su oficina de Washington.

(Jim Watson / AFP/Getty Imágenes)
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Cuando Gerard Ryle vio una fotografía de los miles de manifestantes reunidos fuera del Parlamento de Islandia esta semana, un pensamiento pasó por su mente: “Dios mío, nosotros hicimos esto”.

Era cierto. El Primer Ministro de Islandia renunció a su puesto el martes —la más significativa consecuencia hasta ahora del trabajo de periodistas en el que colaboraron con el Consorcio Internacional de Periodistas Investigadores de Ryle—.

Durante el fin de semana, cientos de reporteros de más de 70 países revelaron una investigación mundial de casi un año y comenzaron a publicar una serie de artículos sobre millones de documentos financieros filtrados, a los que llamaron los “Papeles de Panamá”, el hallazgo de información más grande de la historia, incluso los revelados por WikiLeaks o Edward Snowden.

El efecto ha sido como el de una linterna alumbrando una serie de cuartos oscuros llenos de dinero y mentiras. Los documentos filtrados del despacho de abogados Mossack Fonseca, con sede en Panamá —y examinados por periodistas en medios como el Guardian, la BBC de Londres y el Miami Herald— han forzado a líderes mundiales y figuras públicas a responder sobre las cantidades masivas de dinero que habían ocultado en paraísos fiscales en el exterior, fuera del escrutinio de auditores y votantes.

Pero la historia comenzó pequeña, con un mensaje anónimo al periódico alemán Sueddeutsche Zeitung a principios de 2015: “¡Hola! Soy John Doe. ¿Están interesados en datos?”.

El periódico estaba interesado, desde luego. Pero la fuente dijo que había condiciones: “Mi vida está en el peligro. Sólo charlaremos sobre archivos codificados. Ninguna reunión, nunca”.

“¿Por qué estás haciendo esto?”, le preguntó un periodista del periódico a la fuente. “Quiero hacer públicos esos crímenes”.

Los documentos enviados al periódico se remontan décadas atrás y eran difíciles de manejar. Incluían registros bancarios, correos electrónicos, números de teléfono y fotocopias de pasaportes en poder de Mossack Fonseca para rastrear a sus clientes. Pero no había ningún mapa para entender lo que significaban.

Era como tratar de leer una radiografía sin un doctor.

Buscando ayuda, el Sueddeutsche Zeitung contactó al consorcio de Ryle, una red global de periodistas que habían manejado documentos filtrados del banco HSBC y la diminuta nación europea de Luxemburgo.

La red es supervisada por el Centro para la Integridad Pública con sede en Washington, una organización no lucrativa conocida por su periodismo de investigación en Estados Unidos. Ambas comparten oficinas en pisos diferentes del mismo edificio.

No son operadores periodísticos a gran escala. Los ingresos anuales promedio del Centro para la Integridad Pública son de menos de $10 millones de dólares —la mayoría donaciones de otras instituciones sin fines de lucro como el Omidyar Network Fund y la Knight Foundation—. Ryle dijo que el consorcio internacional apenas tiene unos cuatro empleados en Washington, con otros dispersos alrededor del mundo, principalmente trabajando desde sus casas.

Pero Ryle estaba entusiasmado con ayudar a los alemanes con la fuga de información de Panamá. Él voló a Munich y pasó cuatro días revisando el material. “En ese punto era bastante obvio que teníamos algo grande”, dijo Ryle en una entrevista el martes.

Ryle buscó la colaboración de la BBC, el Guardian y la cadena de periódicos McClatchy en EE.UU.

Durante una reunión en Munich con al menos 100 periodistas de todo el mundo, Ryle se sintió nervioso al plantearles una estrecha colaboración que requeriría trabajo en equipo y estricta secrecía.

“Si supieran lo asustado que estaba”, dijo Ryle esta semana.

Pero ellos le compraron la idea. Los periodistas de datos del consorcio comenzaron a clasificar los documentos y a construir una base de datos. El grupo también construyó una red social interna, de modo que los miembros pudieran charlar entre ellos desde cualquier parte del mundo. Los reporteros británicos que encontraran documentos franceses podrían preguntar a reporteros franceses lo que querían decir.

Holly Watt, una reportera de investigación del Guardian de Londres, dijo que la cantidad de documentos era tan grande que la búsqueda podría dejar una computadora “trabajando al máximo en una esquina” por tres días mientras los periodistas esperaban los resultados.

“Tuvimos momentos en los que estábamos como, ‘Oh, Dios mío, éste y aquel tienen una cuenta aquí’”, dijo Watt. La investigación se extendió durante tantos meses, que sus amigos y familia se preguntaron por qué había desaparecido del periódico su firma.

Muchas búsquedas simplemente fueron teclear nombres de políticos prominentes o donantes para ver si salía algo, dijo Kevin Hall, corresponsal en jefe de economía en Washington para McClatchy. Pero el sentido de camaradería entre los periodistas creció mientras compartían descubrimientos y pistas.

“Nos sentíamos como si estuvieramos juntos en esta gran expedición”, dijo Hall.

Los periodistas de la agencia de noticias Fusion viajaron a Delaware para ver cómo trabajaba la incorporación de empresas en EE.UU.; miraron detalladamente edificios que supuestamente eran la sede de miles de corporaciones. El mes pasado viajaron a Panamá, donde al menos siete equipos de noticias aliados de agencias internacionales fueron al edificio de Mossack Fonseca para presionar a que alguien de la firma saliera y hablara con ellos.

“Llegamos, esperamos en la planta baja”, dijo Alice Brennan, una productora de investigación para Fusion. “Me sentí como cuando era estudiante de la universidad”.

Nicholas Nehamas, reportero de bienes raíces del Miami Herald, dijo que sabía que la riqueza extranjera había ayudado a controlar propiedades de Miami. Pero en una era de recursos y personal de periódicos limitados, él no podía entender las identidades de brasileños, italianos y argentinos haciendo las compras —hasta que comenzó a colaborar con reporteros brasileños, italianos y argentinos en los “Papeles de Panamá”.

Ryle dijo que el consorcio no tenía ningún miembro en Islandia, pero en última instancia contrató a un periodista independiente, Johannes Kr. Kristjansson, para investigar al Primer Ministro de ese país.

Los documentos mostraron al primer ministro, Sigmundur David Gunnlaugsson, y su esposa, en una corporación en el exterior llamada Wintris, que había tenido una participación financiera sin revelar en los bancos Islandeses que se colapsaron en 2008. Eso era un conflicto de interés potencialmente serio para un político en un país todavía enfurecido por la fusión financiera, y quedaba en manos de Kristjansson hacer el reportaje.

“ Toda la presión estaba sobre él —él fue el hombre más solo en el mundo durante meses— “, dijo Ryle sobre Kristjansson.

Su trabajo llegó a su punto álgido en marzo. El primer ministro Gunnlaugsson salía de una entrevista cuando fue cuestionado sobre su participación financiera sin revelar en Wintris. La esposa de Gunnlaugsson pronto aseguró que la participación de su marido había sido un error hecho por el banco.

Después de la publicación de la investigación y la entrevista que salió al aire el domingo, Kristjansson le envió un mensaje a Ryle: “Wintris ha llegado”.

Al día siguiente, ante la presión creciente, Gunnlaugsson renunció a su puesto.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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