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Es experto en hallar cuerpos en un canal de la India, pero su familia sigue viviendo en la pobreza

Ashu Malik muestra un libro con los nombres de algunas personas cuyos cuerpos han sido rescatados en un canal del norte de India (Parth M.N. / para Los Angeles Times).

Ashu Malik muestra un libro con los nombres de algunas personas cuyos cuerpos han sido rescatados en un canal del norte de India (Parth M.N. / para Los Angeles Times).

(Parth M.N. / For the Los Angeles Times)
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En un remoto pueblo del norte de India, el nombre y teléfono de Ashu Malik están escritos en grandes letras rojas sobre un pequeño cobertizo, al lado de un canal sereno. Durante un cuarto de siglo, su trabajo ha sido recuperar cuerpos caídos en ese canal.

Cuando alguien en un distrito cercano desaparece, Malik a menudo oye un golpe en su puerta. Agentes de policía, investigadores y familias enteras han buscado la ayuda de este hombre, de 38 años de edad, para tratar con accidentes o suicidios.

Construido hace más de 60 años, el canal central Bhakra, que atraviesa cuatro estados del norte de India, es un sitio tranquilo, a menudo contaminado por el olor de los cadáveres. Su compuerta, donde el agua se ramifica en dos direcciones, se encuentra en Khanauri, el lugar donde los cuerpos suelen aparecer.

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Malik creció junto al canal, en el estado de Haryana. Tenía 12 años cuando descubrió su habilidad para el buceo. “Una mujer que lavaba la ropa en el canal perdió el equilibrio”, recordó el hombre, de barba prominente. “Ella comenzó a pedir ayuda y yo salté mientras otros observaban. Le salvé la vida y un periódico local puso la noticia con mi fotografía”.

Malik se emocionó cuando el oficial de policía a cargo lo recompensó por su valentía con 50 rupias, menos de $1 dólar en dinero de hoy. “Era el equivalente a cinco meses de renta en 1991-1992”, explica, con una sonrisa. “Mi padre era pobre; no podía creerlo. Pensó que yo había robado algo”.

Unos pocos meses más tarde, el oficial convocó de nuevo a Malik y le ofreció 80 rupias para sacar un cuerpo. El chico estaba asustado; el cadáver lucía hinchado y descompuesto. “Pero me metí al agua; me ataron una cuerda alrededor de la pierna e hice el trabajo”, afirma.

En 1998, Malik ya era el líder de un equipo, con cuatro buzos. Ahora trabaja con 140 voluntarios en cuatro estados, todos varones, y ofrece sus servicios a través de un sitio web. Él y su grupo han hallado decenas de miles de cuerpos, relata, incluyendo casos de accidentes de autobuses que cayeron al canal con decenas de pasajeros a bordo. El hombre tiene un libro de registros donde meticulosamente ha enumerado a las víctimas, con nombre y fecha, y además guarda recortes de periódicos locales.

El pueblo de Malik, Khanauri, se encuentra en el estado agrario de Punjab, cuya población asciende a casi 28 millones de habitantes. Con la crisis agrícola, el uso de drogas y el desempleo, los suicidios están en aumento. El equipo de tareas encuentra aproximadamente 10 cuerpos por día; la mayoría de ellos son personas que se han quitado la vida.

Tantos familiares de desaparecidos visitan Khanauri en busca de un poner un punto final a sus historias que, hace una década, una organización benéfica local construyó una casa de huéspedes. Un oficial de policía trabaja allí a tiempo completo para recopilar los detalles de cada nuevo caso de desaparecidos, y los hace circular por el grupo de WhatsApp de Malik.

Los buzos se identifican según la ubicación. Ellos se desnudan y, en ropa interior, nadan sin ningún equipo de protección. Pese a toda su fama, Malik vive en la pobreza. Cuando era niño abandonó sus estudios para concentrarse en el buceo, porque el dinero que ganaba ayudaba a su padre viudo a mantenerlos a él y a sus tres hermanas. Ahora, Malik vive en una casa de huéspedes, y paga alrededor de $50 dólares de renta mensual.

Lo que más desea es que las autoridades lo contraten y le paguen un salario fijo. Malik tiene una robusta carpeta de condecoraciones, pero no posee el dinero para educar a sus cuatro hijos, de entre 3 y 13 años. Su esposa murió de cáncer hace dos años. Sus únicos ingresos provienen de familias que le encomiendan la recuperación de algún cuerpo, aunque la mayoría de ellas están endeudadas -a menudo el motivo del suicidio del desaparecido-. El costo de desplegar a los buzos en varias partes del canal es de $200, pero si una familia no tiene los medios, Malik no solicita dinero, afirma. “Me contento con sus bendiciones”, asegura.

A veces encuentra artículos de valor que terminaron en el canal, y los empeña para recaudar unos $100 extra cada mes. En ocasiones, la policía lo ha acusado de robar objetos de los cuerpos. Malik lo niega, y siente que los oficiales están molestos porque su trabajo expone la incompetencia de las autoridades. “Me han interrogado varias veces”, dice amargamente. “Pero nunca hallaron nada en mi contra. Los aldeanos siempre han estado de mi lado. Creo que soy útil y honesto con mi trabajo”, prosigue. “Pero no es suficiente para asegurar la educación de mis hijos. ¿Será que pido demasiado?”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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