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En Trump confían: por qué estos californianos votaron por el Partido Republicano

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El condado de Lassen, en el norte de California, es donde se registraron más votos para el presidente electo Donald Trump. Fue uno de otros doce condados en el estado que se mostraron fuertemente rojos en la elección.

En un rancho ganadero, tres puentes después de un álamo gigante y solitario en este límite noreste aislado de California, Jeffrey Hemphill se siente por primera vez parte de algo grande.

Estamos aquí, fuera de la vista y de la mente de todos, y así es como el estado nos trata”.

— Jeffrey Hemphill, residente del noreste de California.

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Él y sus vecinos del condado de Lassen emitieron el 73% de sus votos, el más fuerte del estado, para elegir a Donald Trump como próximo presidente.

Ellos votaron de forma distinta al resto de California en casi todas las demás cuestiones de la elección: rechazaron un mayor control de armas, la prohibición de las bolsas plásticas, los aumentos de impuestos, la libertad condicional y el uso recreativo de la marihuana, todo lo cual consideran como ‘imposiciones urbanas’ al alma rural. “La gente todavía tiene valores y moral aquí”, afirma Hemphill, mientras recorre las casas que su abuelo y su padre construyeron en el patio trasero de este pastizal de 400 acres. Es un camino de trabajo y orgullo, desde los neumáticos de tractor desechados -que él convirtió en tanques de riego- hasta el buey que su hija cría para 4H. “Estamos aquí, fuera de la vista y de la mente de todos, y así es como el estado nos trata”.

Para gran parte de California, la elección de noviembre marcó otro año excepcional para los demócratas y muchas de las causas que defienden.

Áreas que alguna vez fueron fuertemente republicanas, como el condado de Orange, se inclinaron por Hillary Clinton por sobre Trump. Los demócratas ganaron cada condado en el sur de California y en toda la costa, excepto por el pequeño condado Del Norte, en la parte superior del estado.

Pero Lassen y cerca de una docena de otros condados en el extremo noroeste siguen siendo republicanos. Esta es una zona que el científico político Eric McGhee, del Public Policy Institute of California, llama “típicamente conservadora, con un toque libertario y todavía muy blanca”.

“¿Deplorables? Lo que es insultante es ser llamado racista”.

— Nancy Hemphill, residente del norte de California.

Lassen es 60% blanco, algo que lo vuelve cada vez más atípico en un estado donde los latinos ahora superan a los anglosajones. McGhee sostiene que las encuestas de opinión han hallado una creciente división ideológica entre el área urbana de la Bahía y las regiones de Los Ángeles, y estas zonas más rurales. “Una de las cuestiones clave que no hay allí es diversidad”, dice McGhee. “A nivel estatal, el movimiento general es muy demócrata, pero el extremo norte del estado es muy blanco”.

Ese extremo norte de California es, de alguna manera, muy diferente de las comunidades del llamado ‘Rust Belt’, que ayudaron a Trump a ganar la presidencia. Pero también comparten algunas fuertes similitudes.

Los trabajos obreros en la industria maderera prácticamente desaparecieron bajo las cambiantes reglas de la tala federal.

Las montañas siguen escasamente pobladas, lo cual significa que las autoridades se encuentran lejos, por lo cual los derechos de portación de armas de la Segunda Enmienda se enfocan menos en la caza y más en la seguridad personal.

La delincuencia es una preocupación, pero con un toque regional que los residentes de las ciudades no comparten. En la noche, unos ladrones recorrieron la meseta para quitar los tubos de cobre de las bombas de agua de Hemphill, y su primer pensamiento fue poner una trampa para osos por si volvían a intentarlo.

La tasa de graduación de preparatoria es alta en en condado de Lassen, pero los residentes tienen la mitad de probabilidades que otros californianos de tener un título universitario, según estimaciones del censo federal de 2015. Gracias a los trabajos en tres prisiones, el salario medio es sólo ligeramente menor que en cualquier otra parte del estado, pero la tasa de pobreza es alta, un 20% según datos federales.

Existe una clara ira entre los residentes cuando su lucha por tener representación se percibe como algo negativo. “¿Deplorables? Lo que es insultante es ser llamado racista”, dice la esposa de Hemphill, Nancy, empleada civil para los militares.

Hemphill, un ranchero que también es supervisor del condado de Lassen, fue partidario de Trump desde el principio, pero otros votantes de la región señalan que no apoyaron tanto al candidato sino a los valores que éste representaba, contra todo lo demás: Clinton, el resto de California, el propio partido republicano.

“Trump es un idiota y la alternativa era peor. Tuvimos que elegir entre un tomate aplastado y un tomate aplastado y podrido”, dice Arlin Howard, uno de los tres trabajadores de hierro -del lindante condado de Butte- sentados a una mesa del bar Pioneer, con cerveza y un filete. Todavía salpicados de barro después de un día de trabajo intenso, los hombres son miembros del sindicato y escogieron a Trump.

El trío creció “cuando los gremios significaban algo” y la tala proporcionaba trabajo y una sensación de autodeterminación que compensaba el desapego del otro lado de Sierra Crest. “Este lugar estaba lleno de molinos y troncos, ranchos de trabajo, camones”, recuerda Howard, de 59 años. “Estabas haciendo heno o cortando madera”.

Ya no muchos lo hacen hoy en día. El aserradero local Sierra Pacific cerró sus puertas en 2004. Sus tanques de agua vacíos se ciernen sobre Susanville como tumbas. “La gente está harta de que alguien controle sus vidas”, afirma Jim Chapman, de 62 años, aficionado a la historia política con 40 años como supervisor del condado de Lassen -más tiempo en el cargo que cualquier otra persona del estado-. “Creo que la gente acudió a las urnas para votar en contra del gobierno… Fue un grito que dijo ‘Basta es basta’”.

Su declaración es profundamente irónica, porque aproximadamente un 65% de los trabajadores del condado de Lassen trabajan para el gobierno. Muchos de ellos tienen empleos en las prisiones que se encuentran cerca de Susanville, una federal y dos estatales. La población total de reclusos es la mitad del tamaño del pueblo.

Chapman cree que, a causa de esa atadura económica, los electores de Lassen votaron en junio en contra de una medida eleccionaria del condado que proponía separarse de California y crear un estado en el cual tuvieran voz y representación regional en el Congreso. Actualmente, un único asambleísta representa a los siete condados y partes de otros dos.

El movimiento del estado de Jefferson -una iniciativa para atraer condados del sur de Oregon y del Norte de California en pos de crear el estado número 51 de la nación- es una suerte de tiro hail Mary, dice Chapman. Aun así, el 42% de los votantes de Lassen (3,093 residentes) lo votaron. Los partidarios quieren bautizar el estado en honor a Thomas Jefferson, quien como presidente llevó al país hacia el oeste. El movimiento de secesión requeriría una ley del Congreso y el consentimiento de la Legislatura de California. Sin embargo, es un tema fuertemente impregnado en la región y una vez, en 1941, avanzó tanto que el fiscal del condado de Del Norte se declaró a sí mismo gobernador de Jefferson. El decreto fue anulado tres días más tarde por la historia, cuando los japoneses atacaron Pearl Harbor.

Las peticiones para crear el estado número 51 todavía circulan ante las juntas del condado y en las carteleras de las carreteras rurales, a lo largo de Sierra Crest. En los dos últimos años, cinco condados de California presentaron peticiones al secretario de estado para declarar su independencia. “El movimiento es fuerte aquí”, aseguró Chapman. Cualquier cosa, menos California.

Es una vieja idea. El centro de Susanville cuenta con un gran mural del fundador, quien llevó a cabo una revuelta armada contra los recaudadores de impuestos de California hace un siglo, en la Guerra de Sagebrush, de dos días de duración.

Una generación atrás, los conservadores del condado de Lassen se sentían como en casa en el partido demócrata, y ayudaron a enviar a Jimmy Carter a la Casa Blanca.

El padre de Hemphill estaba entre ellos. Ahora, no es que su padre haya dejado de ser demócrata, dice Hemphill, sino que el partido “les dio la espalda”.

Del mismo modo, Chapman se presentó a su cargo como demócrata, y asistió a reuniones del partido estatal hasta que dijo que ya no las toleraba. “Fui abandonado por mi propio partido, por eso no quiero saber nada con ellos, nunca más”, afirmó. La última gota se derramó en una convención estatal, “donde me dijeron, si quiere un cargo, tiene que creer en esto”. ‘Esto’, comentó Chapman, era la “agenda urbana” del control de armas, la abolición de la pena de muerte, el apoyo a los derechos de los homosexuales y al aborto.

Chapman también rechazó al partido republicano y construyó su larga carrera política bajo la bandera de la independencia, conocida como ‘Decline to State’.

Ya no hay una oficina demócrata en el condado de Lassen. Los antiguos líderes del partido allí prefirieron no ser entrevistados.

En tanto, el presidente republicano del condado apenas apoya un poco más a su partido. “Estoy más entretenido que comprometido con el partido”, afirmó Christopher Cole, de 58 años, oriundo del sur de California que se mudó al norte para manejar un hotel y criar a su hijo. Además de ser presidente del partido para el condado, trabaja como gerente de noticias de una radio conservadora.

Vestido para la entrevista, un sábado por la mañana, con prendas camufladas, Cole llamó a quienes controlan las reuniones estatales del partido republicano como “bebedores de vino y amantes del queso brie”.

El hombre se sienta con tolerancia en las conferencias acerca de cómo reclutar nuevos miembros. El suyo es uno de los dos condados en el estado donde crece el registro de republicanos. Cole tiene su ojo puesto en los temas locales donde puede ser efectivo, y no se involucra con las carreras estatales donde el condado sea ignorado. “Es una guerra civil política”, afirma, “y nos dirigimos hacia las colinas”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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