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El zoológico de Caracas, otra víctima de la agitación social en Venezuela

Un grupo de niños miran a Ruperta, la atracción principal del zoológico de Caricuao, en Caracas, Venezuela. A fines de mayo, la elefante se enfermó luego de ser alimentada exclusivamente con zapallo durante un largo período (Adriana Loureiro Fernández / para The Times).

Un grupo de niños miran a Ruperta, la atracción principal del zoológico de Caricuao, en Caracas, Venezuela. A fines de mayo, la elefante se enfermó luego de ser alimentada exclusivamente con zapallo durante un largo período (Adriana Loureiro Fernández / para The Times).

(Adriana Loureiro Fernandez / For The Times)
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Nada ilustra mejor el miserable estado del zoológico de Caricuao que la docena de buitres que revolotean sobre la jaula de Ruperta, una elefante africana de 46 años de edad, quien supo ser la atracción principal del parque animal.

Ruperta luce ahora débil y macilenta, hasta esquelética a lo largo de la columna vertebral y en sus caderas. En algunas partes de su recinto hay malezas que llegan a la altura de sus rodillas. La elefante podría estar ‘en las últimas’, como temen los antiguos visitantes del zoológico, quienes se preguntan si esa posibilidad también es percibida por los zamuros, las aves carroñeras locales.

“Ella ha estado aquí desde que inauguró el zoológico”, afirmó Maribel García, miembro de la Red Ecológica Caricuao, una agrupación de apoyo. “No está bien que muera de hambre”.

Ruperta y otros animales de Caricuao se han convertido en símbolos vivientes de la colapsada economía de Venezuela y de su caos político, una evidencia de que las personas no son las únicas que sufren la escasez de alimentos y medicinas, la falta de seguridad y el deterioro de los servicios públicos. El país, alguna vez próspero y rico en petróleo, ahora apenas funciona, víctima de la caída de los precios del crudo y, según los críticos, de un gobierno corrupto e incompetente.

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El extenso zoológico de Caricuao, que conmemora su 40º aniversario este mes, fue en el pasado una muestra de la fauna tropical y uno de los imanes turísticos de Caracas, que atraía a miles de visitantes allí cada fin de semana.

Pero las escenas comunes en el pasado brillaban por su ausencia en un domingo reciente. No se ven ya grupos de niños emocionados, ni globos brillantes o banderas para la venta; no hay adultos que tomen fotografías. Tampoco es posible disfrutar de una exposición educativa o una guía.

Los monos corren salvajes, todos rogando por comida, una señal de que la escasez de alimentos afecta tanto a la población del zoológico como a los clientes que recorren las estanterías -a menudo vacías- de los supermercados caraqueños.

Anteriormente, decenas de familias hacían picnics en los espacios abiertos. Ahora, la falta de seguridad convertiría eso en una imprudencia. “El zoológico se ha convertido en tierra de nadie”, aseguró un visitante.

De hecho, la reserva es el retrato de la negligencia y la falta de atención, y muestra los efectos de los recortes presupuestarios y los despidos del personal. Los espacios de los animales están sucios; los varios lagos decorativos entre los corrales están cubiertos de limo verde.

“En mi infancia, éste era mi lugar favorito en Caracas. Había animales exóticos, como avestruces, rinocerontes, leones, bisontes”, recordó Carlos Ávila, quien vive cerca de la zona y es un visitante habitual, pese a las deterioradas condiciones. “Ahora la gente ya no viene. Se ha convertido en un zoológico fantasma”.

Lo peor de la situación es que la población ha sido diezmada por la malnutrición, los pobres cuidados veterinarios y los robos, presumiblemente por parte de aquellos que buscan algo para vender o comer. El año pasado, el Ministerio Público informó que en las primeras horas del 24 de julio, un grupo de personas ingresaron al recinto de un semental negro, llevaron al caballo a un sitio apartado del parque y lo sacrificaron para comer su carne.

Funcionarios del Departamento de Parques de Caracas no respondieron a un pedido de comentarios acerca de la situación del zoológico. En junio, su director, Erick Lenarduzzi, fue despedido y reemplazado por Gabriel Márquez, quien hasta ahora se ha negado a reunirse con los patrocinadores del parque. Ni Márquez ni otros funcionarios respondieron a las peticiones de entrevista.

Muchas de las áreas de exposición están, tristemente, vacías. Según noticias publicadas, la población animal en Caricuao ha descendido de 700 en 2006 a 150 en la actualidad. En marzo pasado, el preciado leopardo del parque desapareció y hasta el momento no fue recuperado. Antes de ello, pavos reales, patos mandarines, cabras y cerdos salvajes lucían enjutos. Muchos recintos contienen sólo un animal; un hipopótamo, un búfalo o un avestruz.

Igualmente depresivos lucen los otros dos zoológicos de Caracas, Parque del Este y El Pinar, donde los grupos de apoyo sostienen que muchos animales mueren lentamente por falta de cuidados. Los visitantes señalan que parte del problema es que a los proveedores de alimentos se les deben enormes sumas y ya no hacen nuevas entregas. Por ello, la presencia de comida para los animales es aleatoria. Los leones de Caricuao, por ejemplo, son alimentados con los caballos muertos del hipódromo.

“Llegamos a esta situación porque la administración del parque ignoró las recomendaciones de los zoólogos, quienes los alertaron acerca de los efectos de la mala alimentación”, aseguró García.

Los activistas funcionan como comités de vigilancia que protegen los intereses de los animales, pero no hay mucho que puedan hacer. Se les prohíbe llevar alimento para ellos, por ejemplo, una política creada para proteger a las criaturas del envenenamiento. Estas agrupaciones denunciaron las condiciones del lugar en marzo último, luego de que Ruperta se desmayara después de sufrir una deshidratación causada, sostienen, por semanas de una ingesta de zapallo únicamente. Mientras las autoridades locales típicamente ignoran las quejas, el gobierno nacional del presidente Nicolás Maduro despidió a Angélica Romero, directora del Instituto de Parques Nacionales, del cual dependen los zoológicos del país.

Uno de los guardianes de Ruperta, quien habló en condición de anonimato, afirmó que no puede discutir el mal estado del zoológico. “Está prohibido decir cosas negativas. No podemos hablar de lo que ocurre porque perderemos nuestros trabajos”, aseveró. Mientras el personal cortaba más zapallo para alimentar a cabras y ovejas, un vigilante tomó un bocado crudo. “A veces tenemos más hambre nosotros que ellos”, expresó.

El zoológico de Caricuao, en Caracas, Venezuela, se convirtió en el símbolo viviente del colapso de la economía y el caos político en Venezuela. Durante más de 11 años, 550 animales han muerto o desaparecido, entre ellos un preciado leopardo.

El zoológico de Caricuao, en Caracas, Venezuela, se convirtió en el símbolo viviente del colapso de la economía y el caos político en Venezuela. Durante más de 11 años, 550 animales han muerto o desaparecido, entre ellos un preciado leopardo.

(Adriana Loureiro Fernandez / For The Times)

El hombre no exagera. Una encuesta realizada por universidades y grupos venezolanos sin fines de lucro descubrió que tres cuartos de la población del país perdió un promedio de 18 libras debido a la falta de alimentos.

El área de Ruperta es parte de la sección “Llanura africana” de Caricuao, que en años recientes ha perdido habitantes de forma constante. Napoleón, la jirafa; Margarita, otra elefante africana, y Rosita, una hembra de hipopótamo, son sólo algunos de los animales que han muerto. Otras bajas incluyen cuatro avestruces. Este año, en otra parte del parque, perecieron un león de montaña y un búfalo americano. Recientemente, un grupo de zamuros se congregaron en el recinto en torno a un toro y otro búfalo.

Otras áreas del zoológico están restringidas debido a la falta de personal de seguridad; hay únicamente 30 guardias para patrullar la totalidad del zoológico. La asistencia de público se ha desplomado no sólo por las condiciones deprimentes y la falta de animales como Ruperta, sino también porque la ausencia de seguridad ha incrementado el riesgo de robos, señaló Ávila.

Los estacionamientos lucen mayormente desiertos, en parte porque hay poco por ver y además porque los visitantes también tienen miedo de ser atracados.

Un vigilante que ha trabajado allí por 20 años señala que gran parte del problema es que los directivos son nombrados políticamente, saben poco sobre el funcionamiento de un zoológico y por lo general ignoran las recomendaciones de los pocos profesionales idóneos que siguen trabajando en el lugar. “Hay mucha inseguridad. Las zonas cercanas han sido invadidas por delincuentes que acechan para atacar a los visitantes o robar los pocos animales que quedan, como monos y pájaros”, aseguró el guardaparques, quien también solicitó hablar bajo condición de anonimato por temor a represalias. “No hay cámaras de seguridad ni alarmas de ningún tipo. Caricuao es un zoológico abandonado”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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