Anuncio

El Niño desencadenó una erosión sin precedentes en las playas de California

A new study suggests the weather pattern accelerates coastal erosion

Share

Un nuevo estudio sugiere que el patrón climático acelera la erosión costera.

El Niño puede no haber traído muchas lluvias al sur de California, pero sí ha cobrado su precio en las playas del Estado Dorado. Un nuevo estudio sobre las olas, los niveles de agua y los cambios costeros en 29 playas de California, Oregon y Washington descubrió que la temporada de invierno 2015-2016 de El Niño desencadenó una erosión sin precedentes en gran parte de la costa oeste.

Los hallazgos, publicados en la revista Nature Communications, documentan un fuerte impacto, que podría tener impactos ambientales y económicos de gran alcance. Los datos también ofrecen una ventana al estado de la costa bajo el cambio climático y el aumento del nivel del mar, asociado a dicho fenómeno.

Anuncio

“Esto es probablemente el tipo de El Niño que podríamos experimentar en el futuro”, afirma el autor central del informe, Patrick Barnard, un geólogo costero del U.S. Geological Survey en Santa Cruz.

El Niño es un patrón de tiempo de varios años, que típicamente trae grandes tormentas a la costa oeste. El sur de California, con sequía, había esperado ansiosamente la temporada de lluvias durante el invierno 2015-2016, con la esperanza de que diera por finalizada la escasez de agua en el estado. Pero la lluvia nunca se materializó y dejó a muchos angelinos con el interrogante acerca de si El Niño realmente había pasado por la región.

Sin embargo, el fenómeno sí pasó por el sur de California -junto con el resto de la costa oeste-, y se sintió fuerte. El patrón de clima no se trata solamente de lluvias; su fuerza puede también medirse por el poder de las olas que golpean la costa.

Barnard sabía que no era el único que estaba observando este fenómeno; colegas en más de media docena de instituciones habían monitoreado la actividad. Rápidamente, todos se dieron cuenta de que, con lluvias o sin ellas, El Niño tenía una especie de monstruo entre sus manos y podía cobrar un importante costo.

Las playas atraviesan un ciclo estacional: poderosas olas de invierno arrastran la arena hacia el mar, erosionándolas, mientras que las olas más suaves en el verano depositan gran parte de esa arena en tierra firme. Durante los inviernos de El Niño, las olas son muy fuertes y eliminan aún más arena de lo habitual.

Los científicos recolectaron datos usando detección de luz aerotransportada (un proceso llamado LIDAR), midiendo los niveles de arena y conduciendo vehículos todo terreno a través de las playas para realizar estudios topográficos basados en GPS. Realizar este tipo de análisis no fue posible durante la última temporada importante de El Niño -invierno de 1997-1998-, cuando la tecnología de GPS recién estaba disponible, explicó Barnard.

Los investigadores descubrieron que las olas más extremas fueron aproximadamente un 50% más altas de lo normal durante la temporada 2015-2016 de El Niño, y que el nivel de erosión de la playa fue un impactante 76% más elevado que lo habitual.

Barnard y sus colegas anticipaban que la actual corriente de El Niño sería grande; simplemente no pensaron que podía ser tan grande. “Vimos las condiciones en el Pacífico, pero creo que nos sorprendió la magnitud del evento, especialmente en relación con otros dos fenómenos de El Niño enormes, que siempre se consideraron los más grandes”, afirmó, en referencia a las temporadas invernales de 1982-1983 y 1997-199.

El problema con una erosión tan alta es que hay muy pocas posibilidades de que las olas suaves del verano puedan depositar suficiente arena para compensar la diferencia, lo cual hace que El Niño como el del año pasado sea un evento potencialmente irrecuperable para el sistema natural.

La combinación de fuertes olas y poca lluvia en el sur de California también fue el peor escenario para las playas del área, señaló Barnard, porque éstas se rellenan con nuevos sedimentos que bajan de los ríos crecidos por las lluvias.

La pérdida de un área tal de playa tiene serias consecuencias para las plantas y los animales que confían en ese hábitat, así como complicaciones económicas para los propietarios y las ciudades cercanas. Las playas atraen dinero de las personas locales y los turistas -razón por la cual millones de dólares se gastan a menudo cada año en traer arena de forma artificial para rellenarlas-.

Este El Niño puede haber sido grande, pero no exactamente una ‘anomalía’, explicó Barnard, lo cual significa que las ciudades, empresas y ciudadanos podrían tener que planear en consecuencia. Por ahora, los investigadores planean seguir rastreando el estado costero en todo el oeste del país.

“Como se prevé que este tipo de eventos sean más comunes en el futuro, es muy importante para nosotros capturar todos los detalles de los fenómenos actuales. Así podremos tener un mejor sentido de qué inviernos esperamos de cara al futuro”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

Anuncio